
Al destino, nos advirtió Borges, le agradan las repeticiones, las simetrías y las variantes. Y a raíz del reciente comportamiento de Nadine Heredia, los peruanos hemos podido comprobar que el maestro, como siempre, tenía razón: esta no es la primera vez que ella le da la espalda al borroso compatriota que en otros tiempos solía aparecer a su lado en los eventos oficiales con la banda presidencial puesta. Todos recordamos de hecho la ocasión en la que, a punto de inaugurarse la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur–Países Árabes (ASPA), allá por el 2012, la ex primera dama le obsequió ese mismo desplante a quien ya para entonces ostentaba merecidamente el alias de “Cosito”.

No estamos tampoco frente al estreno absoluto de sus afanes por darle el esquinazo a la justicia local. En el 2016, cuando ya era objeto de investigaciones fiscales que la obligaban a pasar periódicamente por un control biométrico, la señora Heredia estuvo a un pasito de subirse al avión para viajar a Suiza a ocupar un puesto como funcionaria de la FAO para el que no se le conocía ‘expertise’ alguna. Su defensa argumentó que podría cumplir con la obligación desde el extranjero y que regresaría a la patria cuando se lo requiriesen. Pero, recordando a Mambrú, muchos sospecharon que, si se embarcaba en ese vuelo, Nadine no vendría para la Pascua ni por la Trinidad… La verdad es que solo la turbulencia política que el asunto desató dentro y fuera de nuestras fronteras la hizo quedarse con el equipaje y los crespos hechos. Su disposición a zafar el bulto y dejar aquí a sus allegados para que les cayera la quincha, sin embargo, evocó en esta pequeña columna la imagen de un personaje de los inolvidables Picapiedra que, ahora con más justeza que antes, sirve para retratarla en clave apenas caricaturesca.
–Paso de batucada–
En uno de los episodios de la famosa serie, en efecto, Pedro y Pablo se interponen, sin proponérselo, en los planes de un tal Dr. Siniestro, que ha construido una poderosa arma para destruir el mundo y la oculta en una isla volcánica. La historia, que es una obvia parodia de las películas de James Bond, incluye a una mujer misteriosa y con ínfulas de elegancia que se presenta como Madame Sí y, so pretexto de necesitar ayuda, pone a los amigos en permanentemente peligro. Así, cada vez que está por caer junto a ellos en las garras del Dr. Siniestro, le da una breve chupada a la boquilla en la que sostiene un cigarrillo y se escurre por una compuerta secreta susurrando: “soy demasiado importante para ser capturada”. Es decir, abandona sin más a sus compañeros de aventura a su suerte. ¿Se notan las coincidencias?
De un tiempo a esta parte, la señora Heredia venía rehuyendo los reflectores y hasta se había cambiado el peinado en lo que daba la impresión de ser un esfuerzo por pasar piola frente al ojo público. Una actitud contrastante con sus antiguas urgencias por fotografiarse con Mick Jagger y John Travolta. Cuando todo era alardes de poder y agasajos brasileños, ella pugnaba por estar en primera fila con los que se beneficiaban con las primicias de la fiesta. Pero ahora, cuando de pronto la factura de tanto festejo asomó en el horizonte, ha dejado caer sobre la cabeza de su disminuido consorte la ceniza del pitillo que fumaba y ha huido de la escena a paso de batucada. Cualquiera diría que se trata del regreso de Madame Sí, si no fuera porque a esta señora no la hacen regresar ni de a raspas.