Con un 6-1 a favor, la tribuna empezó a hacer la cuenta regresiva desde que faltaban siete segundos para el final. Ese tiempo la hacía vacilar entre la concentración y la euforia máxima por ser bicampeona panamericana.
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Alexandra Grande respetó a su rival y no celebró antes de tiempo. Esperó que el reloj llegara a cero para olvidarse de los números y que solo importaran la medalla, el público y su familia.
Venció con un categórico 6-1 en la final de kumite 61 kg a la venezolana Claudymar Garcés, quien se declaró fan de Grande "desde que era pequeña", para darle la undécima medalla de oro a la delegación nacional en Lima 2019.
Tras los saludos protocolares, los brincos de emoción de la karateca evidenciaron que no la tuvo fácil, pero impuso su clase y maestría en la ejecución de movimientos. Pese a sufrir una derrota en la fase de grupos, Alexandra se repuso y mostró su mejor versión en el tiempo justo.
El puño que utilizó para ganar cada punto fue el mismo que elevó en
señal de victoria. Y el mismo cuerpo que resistió los golpes rivales fue el que despegó hacia la tribuna sur. Ahí, con lágrimas, esperaban los suyos y la gente que siempre la alentó.
Luego, ya con la medalla en el pecho, se mostró radiante. Mérito de una campeona que va por más en el karate y apunta a estar en Tokio 2020