Por qué Apple aún no podrá dejar de hacer hoyos en el suelo
Por qué Apple aún no podrá dejar de hacer hoyos en el suelo
Redacción EC

(Bloomberg) - Justo antes del Día de la Tierra, Inc. anunció un nuevo objetivo: producir sus computadoras, teléfonos y relojes sin usar nuevas materias primas extractivas. En lugar de ello, Apple fabricaría algún día sus productos “solo con recursos renovables o material reciclado”.

 

Es lo que se llama un “circuito cerrado”, en el cual los nuevos productos se fabrican exclusivamente a partir de versiones anteriores del mismo producto. Si tiene éxito, Apple ya no tendría que preocuparse por excavar el suelo y evitaría los minerales en conflicto y otros detalles de la manufactura tecnológica del siglo XXI.
Es una idea audaz hasta para Apple, que puede jactarse de varios éxitos anteriores en lo relativo a promover las operaciones y la manufactura sustentables. Dados los obstáculos tanto tecnológicos como comerciales, sin embargo, el fracaso es casi seguro.

Reciclar en circuito cerrado no es una idea nueva. En la década de 1930, Ford Motor Co. dedicó varios años a operar una fábrica deficitaria destinada al reciclaje de viejos Fords como materias primas de nuevas versiones. Hace poco, Dell Inc. desarrolló una nueva computadora mediante la utilización de materiales de aparatos viejos. La compañía y sus socios de manufactura producen componentes plásticos para esas computadoras a partir de productos electrónicos viejos desde 2014, y el proceso ha reducido los costos de Dell y la huella medioambiental.

Por su parte, Apple planea concentrarse en el reciclaje de 44 elementos de sus productos. Pero si bien algunos –como el aluminio, por ejemplo- ya son reciclados comercialmente, muchos otros nunca lo serán. Por ejemplo, según Apple, un iPhone 6 contiene 0,28 gramos (.01 onzas) de elementos de tierras raras (17 elementos químicos esenciales para la tecnología actual) en componentes que comprenden los parlantes del teléfono y la pantalla táctil. Es un volumen ínfimo que no es posible extraer y separar de una forma comercialmente viable por medio de la tecnología actual. (Apple admite que su meta es, por el momento, una expresión de deseos.)

Apple podría buscar reciclar tierras raras a partir de productos que la compañía no fabrica, dado que las nuevas tecnologías han hecho posible la extracción de tierras raras de viejos imanes y bombillas LED, por ejemplo.

Eso, sin embargo, rompería el circuito cerrado, por supuesto. Otros elementos comunes que integran la tecnología de Apple –tales como tántalo y tungsteno, dos metales raros que se usan en pequeñas cantidades- serían igualmente difíciles de reciclar de manera efectiva en términos de costos.

Los desafíos técnicos son muchos, pero Apple enfrenta un problema más inmediato: cómo obtener suficientes iPhones y iPads para sostener un verdadero circuito cerrado. En la actualidad, Apple alienta a los clientes a devolver los aparatos viejos a través de su programa Renew, en algunos casos a cambio de tarjetas de regalo (o por lo menos de conciencias más saludables).

Sin embargo, hasta un examen informal de eBay y otros mercados globales revela que el programa de recompra de Apple no es muy competitivo. Por ejemplo, por un iPhone 4 usado en buenas condiciones es posible obtener más de US$100 online, mientras que Apple no ofrece pago alguno. El publicitado robot de reciclaje Liam de Apple tiene por objeto el desmantelamiento del iPhone 6 de 2014, que en la actualidad se vende usado a más de US$300.

Por otra parte, no son sólo los teléfonos los que tienen valor. En la ciudad china de Shenzhen, los componentes viejos se usan para fabricar una larga serie de nuevos productos, hasta iPhones de imitación, como lo documenta un reciente video viral en Youtube en el cual un novato fabrica un iPhone que funciona por medio de una serie de partes obtenidas en Shenzhen.

Nada la impide a Apple pagar precios de mercado por sus viejos productos electrónicos. Pero eso exigiría admitir que reutiliza el valor de productos que con frecuencia superan el valor de la materia prima que la compañía querría extraer. Se trata de un ejercicio mental difícil para una compañía dedicada a convencer a los consumidores de que tienen que actualizarse constantemente y tener el último modelo.

En todo caso, Apple debería concentrarse menos en el sueño imposible de crear un circuito cerrado de productos de Apple y, en lugar de ello, comprometerse a incorporar mayores volúmenes de material reciclado a sus líneas de productos actuales, independientemente de si el material procede de MacBooks o de automóviles Ford. (Hay que reconocer que Apple ha empezado a usar estaño reciclado en el iPhone 6S.) Eso permitiría a los mercados –y no a Apple- decidir cuándo un producto tiene que hacer la transición de aparato útil a materia prima y ahorrarle así a la compañía dinero y problemas en el futuro.

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