La joven, hoy de 19 años, empezó su tratamiento a los 9. Vivía en la ciudad de Juliaca (Puno) y fue trasladada a Arequipa. (Foto: Zenaida Condori)
La joven, hoy de 19 años, empezó su tratamiento a los 9. Vivía en la ciudad de Juliaca (Puno) y fue trasladada a Arequipa. (Foto: Zenaida Condori)
Zenaida Condori

A los 9 años, Cinthia Aroni Jarata era una niña inquieta, pero frágil. Cada vez que corría con esfuerzo por su natal Juliaca (Puno), sangraba por la nariz. En cuarto grado de primaria tuvo una crisis grave que terminó con un diagnóstico dramático: leucemia en primera fase. 

Cinthia fue trasladada al Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas del Sur, en Arequipa, donde empezó una quimioterapia intensiva. Permaneció internada por un año. Sus padres viajaban constantemente a la Ciudad Blanca. 

Un año después, ellos ya no pudieron costear los constantes viajes y Cinthia se mantuvo solo con pastillas. Así, su enfermedad se complicó hasta llegar a un segundo grado.

“El médico nos dijo que las quimioterapias ya no me podían curar. Lo que se requería era un trasplante de médula, pero eso se realizaba en España a un alto costo”, recuerda Cinthia.  

La Fundación Española de Lucha contra la Leucemia (FELL) ofreció pagar la operación y el tratamiento, pero su familia debía costear los gastos de estadía, pasajes y alimentación que sumaban unos S/ 65 mil.

El padre de Cinthia, Braulio Aroni, inició una colecta con el apoyo del Comité de Damas del Gobierno Regional de Arequipa. “Mi papá caminaba con una latita por los mercados y centros comerciales. Subía a las combis, permanecía en los paraderos e iba a instituciones y empresas”, cuenta Cinthia.  

Luego de cuatro meses, la familia logró juntar el dinero necesario para costear el viaje. Cinthia fue asignada al Hospital General Universitario Morales Meseguer, en Murcia. Allí la sometieron a dolorosos exámenes, al principio sin anestesia por su fragilidad cardíaca.

Su hermano Frank era compatible al 100% con ella. En la tercera semana de junio se hizo el trasplante. Y fue un éxito.  

Cinthia fue por seis meses, pero por las complicaciones que tuvo se quedó un año y medio en España. Su papá vendió su casa, el ómnibus que la familia tenía y las cosas de valor que poseían en Puno y Juliaca. La visa de Cinthia y su mamá vencieron, estaban de ilegales y ya no tenían más dinero. Cinthia regresó al Perú con el 5% de la enfermedad y con el riesgo de recaer. 

Se quedaron en Arequipa y empezaron desde cero. A medida que el cabello de Cinthia crecía, su familia también progresaba. Al mes, la enfermedad desapareció por completo de su cuerpo. Hoy, con 19 años, Cinthia estudia Administración de Empresas y cuenta su historia para motivar a otros niños que luchan contra la leucemia en el país.

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