Tapara Mamani, con traje de inca y mascarilla, bendice al Cusco desde lo alto de la ciudad. En sus ofrendas a los dioses pide que se venza al virus, que termine la cuarentena y que todos puedan sobrevivir. (Foto: Melissa Valdivia)
Tapara Mamani, con traje de inca y mascarilla, bendice al Cusco desde lo alto de la ciudad. En sus ofrendas a los dioses pide que se venza al virus, que termine la cuarentena y que todos puedan sobrevivir. (Foto: Melissa Valdivia)
Melissa Valdivia

“¿Qué enfermedades estarán por venir?”. Esta es la traducción al castellano de las palabras que hace 38 años dijo en quechua el abuelo de Uriel Tapara Mamani, mientras miraban juntos un inusual atardecer rojizo en el . Mal augurio, según creencias andinas.

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En febrero de este año, la frase (“¿Ima onqoykunacha hamushan?”) volvió a la mente de Uriel. Pero él no quiso hacerse ideas, al igual que el Inca Huayna Cápac en el siglo XVI, cuando decidió ignorar las premoniciones que mandaba la Luna antes de que cayera enfermo.

Uriel Tapara es conocido como el inca de la calle Hatun Rumiyoq, en el Centro Histórico de Cusco. Durante veinte años ininterrumpidos protegió la piedra de los doce ángulos ataviado con un vistoso atuendo. Tras cumplirse los presagios e implantarse la cuarentena por el , tuvo que confinarse con su familia en su ‘fortaleza’ personal.

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Cuando el presidente Martín Vizcarra anunció el estado de emergencia, el 15 de marzo, Uriel vestía de inca. Vigilaba que nadie se atreviera a menoscabar el patrimonio de Cusco y mucho menos el de su calle, su imperio. Algunos turistas se fotografiaban con él, a cambio de unas monedas que Uriel siempre ha recibido con agradecimiento.

Aquella noche, al llegar a casa, su cuñado le dio la noticia de que, de manera indefinida, no volvería a interpretar al soberano. “Ese rato no tenía plata, había pagado cuatro días antes S/1.500 al banco por una deuda. ¿Qué íbamos a comer? Teníamos unos víveres, yo reuní S/40 y mi pareja, S/80. Esos primeros 15 días debíamos subsistir y nos apoyamos en algunos productos agroindustriales que hace mi padre”, manifiesta.

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Mientras entrega una ofrenda a los apus, Uriel cuenta a El Comercio que ahora solo pide a sus dioses paciencia y fortaleza para sobrevivir. “Son otros tiempos. Esperamos que acabe la pandemia, que venzamos al virus. Pedimos por nosotros y por los demás hermanos que no están pasando buenos momentos; muchos no tienen ni qué comer, ni para pagar el alquiler de sus casas”, expresa al mismo tiempo de chacchar hojas de coca.

Tapara estudió en el colegio de ciencias y actuación en la agrupación Capulí, grupo que lo llevó a interpretar el papel de pututero en el Inti Raymi. En esta ceremonia ha participado muchas veces haciendo de diferentes personajes. En el 2008 estuvo a punto de ser el inca, el gran protagonista. Lo escogieron, pero días después le dijeron que no, porque era de “talla baja” con relación a la estatura de la alcaldesa de Cusco. “Jugaron con mis sentimientos, pero por algo pasan las cosas. Fui a la peregrinación del Señor de Qoyllur Riti, y dejé atrás ese mal momento”, relata.

Descanso forzoso

La casa de los Tapara se ubica en el distrito de Santiago. Más de dos meses después de iniciada la cuarentena, Uriel aplaca las angustias por la falta de dinero viendo la sonrisa y los ojos de su hija Kusi Qoyllur, de apenas 10 meses. Uriel tiene otros tres hijos fruto de una primera relación. Yovana Aranzabal, su pareja actual, tiene otros cinco hijos, a quienes él considera suyos. También vive con sus cuñados y su papá, Julián. Todos ellos forman una “familia real” que enfrenta la pandemia. “Ser independiente y quedarse sin trabajo es desesperante. Vivimos del turismo. Pero todos nos ayudamos con lo poco que tenemos”, asevera.

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Yovana Aranzabal Gamarra vende guantes, envases para alcohol y mascarillas. Gana S/30 al día. Uriel cuida a los niños. Ningún integrante de la familia ha recibido el bono del Estado ni canastas del municipio.

Cuando pase la cuarentena, piensan vender alimentos y bebidas típicas. “Al menos todo este año estaremos sin trabajo porque el turismo está completamente parado”, dice.

Mientras observa los artículos de su indumentaria inca, Uriel expresa: “Extraño bastante a mi personaje. Por ahora, mi traje reposará, pero con el tiempo saldremos adelante. Estoy seguro de ello”.

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¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?

Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.

¿Debo usar mascarilla para protegerme del coronavirus?

Si no tiene síntomas respiratorios característicos del covid-19 (tos) ni debe cuidar de alguien que esté infectado, no es necesario llevar una mascarilla. La OMS recomienda evitar su uso, debido a que en esta pandemia, estos implementos puede escasear. Ahora, recuerde que si usa uno, este es desechable; es decir, solo se puede utilizar una vez.

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