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El debate por la descentralización sigue en pie - 1
Redacción EC

JOSÉ MIGUEL SILVA ()

Es probable que el pleno del Congreso apruebe la próxima semana una ley que prohíba la reelección de presidentes regionales. Se trata de una medida con un , pero que desde el ámbito académico ha encontrado serios críticos. 

Conversamos con Ismael Muñoz Portugal, coordinador del programa de Gobernabilidad y Gerencia Política y de la diplomatura de Estudios en Políticas Públicas y Gestión Pública en la Escuela de Gobierno de la PUCP y editor del libro "Inclusión social: enfoques, políticas y gestión pública en el Perú".

Se trata de un investigador en temas de desarrollo humano, acción colectiva, recursos naturales, pobreza y política social, quien habla aquí sobre varios de los cuestionamientos al proceso descentralizador. 

¿Está en crisis el proceso de descentralización?

Todo proceso sufre crisis, algunas de agotamiento, otras de crecimiento u otras de no encontrar nuevas puertas para avanzar. No existe proceso lineal o perfecto. Este es uno de los varios procesos de descentralización que se han dado en el país. Y está incompleto. Se planeó diseñar regiones para que fueran contrapeso del centro, pero aún no se han construido regiones así, es decir regiones grandes, con mucho poder cultural, político, etc. Para eso había que agrupar poblaciones y territorios. La manera más elemental que se encontró es vía referéndum. La gente no quiso unirse, porque todos querían la sede regional en su ciudad. Además está el tema de los recursos, que algunos  no querían dárselos al vecino pobre. La crisis que tenemos hoy es producto de que el proceso es incompleto y no se ha encontrado la llave para abrir el camino que lo haga avanzar más.

¿Entonces, usted está en contra del dictamen del Congreso para prohibir la reelección de presidentes regionales?

Esas son medidas circunstanciales que no resuelven el problema porque además los alcaldes y presidentes regionales son muy pocos reelectos. Casi el 20%. Entonces, si uno dice ‘no a la reelección de los presidentes regionales’ no dice nada importante con respecto al problema.

Otro tema es que los presidentes regionales llegan al cargo con una muy baja aprobación, apenas superan el 30% muchos de ellos.

Ese es un problema del diseño político.

¿Buscar un 50% +1 para llegar al cargo sería lo mejor?

Obligaría a hacer alianzas desde el principio. Eso sí sería una reforma interesante. El problema más que todo es este sistema de partidos muy endeble. Tenemos un archipiélago de movimientos regionales que están organizados no a un grupo, sino más bien a una persona, a un líder carismático. Eso le da un nivel de debilidad a su gestión porque no se basa en un conglomerado histórico de grupos, gentes o comités organizados que permitan que lo que esta persona propone sea producto de lo discutido años atrás.

Teniendo en cuenta nuestro débil sistema de partidos, ¿no fue un error iniciar el proceso de descentralización en el Perú?

Es que ahí juegas a las probabilidades. Era un momento de incertidumbre y dentro de las reformas que había que hacer, dado que habíamos salido de una situación sumamente complicada en los 90s, había que hacer un conjunto de reformas. La única reforma que quedó en pie fue la de la descentralización. Esa fue una de las siete que se tenían que hacer. Lo que yo pienso es que se retrocedió en todas las otras reformas que se tenía que hacer. Desde las relacionadas a las organizaciones de la sociedad civil, hasta las relacionadas a la seguridad ciudadana.

Quizás si no hubiera tres presidentes regionales con prisión preventiva nadie hubiera hablado de crisis de la descentralización.

Es que esta crisis ya venía gestándose de atrás. Mira, a veces hay demasiado recursos y poca institucionalidad, entonces colapsa esta última porque el recurso es mucho. Ahí aparece la corrupción, las mafias, los grupos de interés que se dan cuenta que es posible robar y pensar que no pasará nada. En algunos casos no pasó nada, pero en otros sí. Por otro lado, hay instituciones con un nivel de desarrollo incipiente que reciben recursos y que, a través de ellos, hacen posible el fortalecimiento de la acción colectiva en torno a las aspiraciones de una determinada población. Entonces, estos líderes son positivos o se transforman en tales dado que existen recursos pero también controles estatales y sociales. Ahí salen adelante, se refuerza la institución. El recurso fortalece el proceso de progreso de dicha población. Hay algunos ejemplos en el norte del país, como en el caso Chavimochic.

El libro recoge ensayos del VII Seminario de Reforma del Estado realizado a finales de 2012.

Algunos partidos políticos parecen aparecer solo en época electoral. No se les ve muy inmersos en proponer soluciones a, por ejemplo, los problemas que afrenta la descentralización.

Ese es el problema del sistema político, que todo se reactiva en época electoral y todo se duerme cuando acaba esta. Ya no hay talleres de capacitación, cursos de formación, debate ideológico, cursos que formen jóvenes para la tarea política.

¿Puede el estado hacer algo para fortalecer los partidos o solo depende de los ciudadanos?

Son los dos. El Estado puede hacer algo si facilita esa tarea. Como el Estado representa a la nación y ve que falta liderazgo y organización política, puede hacer proyectos de ley que ayuden a buscar mejoras. También puede financiar o incluso ver cooperación internacional política de organismos que estén interesados en apoyar el desarrollo democrático. Todo absolutamente transparente y sin ningún tipo de compromiso para revertir la ayuda. Pero ojo, aquí también tiene que entrar la iniciativa de los ciudadanos, con la educación, la cultura, la capacidad que uno tiene para poder organizarse en torno a los problemas que aquejan a su colectividad. Pero también ante los problemas de tipo nacional. Todo eso será posible si se supera la desconfianza.

Una de las grandes dificultades para diseñar políticas públicas es la falta de data. ¿Cree usted que estas carencias han ido superándose en los últimos años?

Hay esfuerzos importantes, por ejemplo el Censo Nacional de Empresas Manufactureras que se hizo entre el 2007 y 2009 dio una publicación muy interesante al respecto. Luego, en 2012, se hizo un Censo Nacional Agropecuario, que no se había hecho desde 1994. Salieron de ahí cifras muy interesantes. Incluso ahora se ha convocado a especialistas en el tema para que opinen sobre las cifras recogidas. Luego el censo de los años 2005 (que no se validó) y el de 2007 también dieron datos muy importantes para analizar cómo van las tendencias tanto demográficas como  culturales, sociales y de ingresos. Asimismo, también el INE y el Banco Central de Reserva se han preocupado mucho por proveer estadísticas útiles y completas.

¿Por qué ha sido tan complicado equilibrar la velocidad de crecimiento en la zona sur del país con la de la costa?

Tenemos buena parte de la inversión, privada y pública, hecha en la costa. La inversión privada principal en la sierra es principalmente minera y en temas relacionados a dicha industria. Mientras que en la selva es una inversión dispersa, por las características mismas del terreno  y concentrada en algunos caracteres poblacionales. Como buena parte del proceso de desarrollo se da en costa, menos en sierra, hay un problema de inclusión. Entonces, si unos avanzan más rápido, los que avanzan menos o incluso los que retroceden, se sienten no incluidos en ese proceso de desarrollo. Y efectivamente, la costa ha avanzado mucho. Si comparas la situación con hace 20 años, ves no solo proyectos de inversión, sino centros comerciales, caminos mejorados, carreteras. Si uno viera el Perú solo desde la costa, ya hubiéramos superado a Chile. Sin embargo, si lo viéramos desde el lado de la sierra, aún no pasaríamos a Bolivia. Efectivamente, hay un problema de inclusión que se manifiesta en la aspiración que tiene la población no incluida en poderse incluir en relaciones sociales mejores: servicios de salud, educación, seguridad social, etc.

Hace unos años se hablaba mucho de ‘reforma del Estado’ y hoy la frase es ‘inclusión social’. ¿Se puede lograr la inclusión social con un estado casi siempre ineficaz y lento?

El Estado no se va a poder reformar solo. Tiene que haber una gran demanda social. Además, tiene que haber un equipo líder que sienta dicha demanda para direccionar los cambios necesarios. Se precisa de un liderazgo. Desde del presidente, los ministros y los parlamentarios capaces de tomar las decisiones adecuadas. Es un proceso que empata y converge. No es de la nada. Instituciones como el Acuerdo Nacional permiten ese encuentro, ese debate. Sin gran sonoridad pero discutiendo acuerdos relevantes. Creo que son necesarias más de esas instituciones en donde las personas se encuentren. No solo líderes políticos, sino también sociales, empresariales, sindicales, etc. La idea es discutir los problemas y encontrar acuerdos. 

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