(Foto: cortesía)
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Nicol Ramírez Benítez, de 11 años, veía televisión y cantaba algo bajito mientras su hermana Liseth, de 25, apuraba unos apuntes para ir a estudiar. Era el 27 de diciembre del 2015 y en Puerto Maldonado (Madre de Dios) la tarde ardía. “No me demoro”, dijo Liseth, y cerró la puerta. Nunca volverían a verse.

Nicol había llegado de Moquegua a inicios de aquel año. Su hermana la llevó a vivir con su familia, entre el jirón Junín y la avenida Circunvalación, en Puerto Maldonado, para que la niña atenuara el dolor por la muerte de un hermano menor.

Tenía 11 años y una rutina muy normal: iba al colegio por las mañanas y en las tardes resolvía sus tareas en casa. A veces, Nicol quedaba al cuidado de los suegros de Liseth, cuando esta iba a estudiar. A veces se quedaba sola.

La niña había terminado con buenas notas el quinto grado de primaria. En la cena familiar por Navidad, cuando sus parientes le preguntaron qué regalo quería para fin de año, ella pidió un celular o una bicicleta.

En eso pensaba Liseth Ramírez cuando regresaba a casa de su instituto superior, aquel 27 de diciembre del 2015 por la noche. Entró al domicilio para saber qué había decidido Nicol, pero ella ya no estaba allí, ni en las cabinas de Internet del lado, ni en ninguna casa vecina.

—Detrás de pistas—
Dentro de su vivienda, la joven solo halló la ropa de casa que vestía Nicol esa tarde. Con la menor habían desaparecido también las prendas que utilizaba para salir a alguna reunión: un polo con estampado, un pantalón blanco con rayas naranjas y sus zapatillas blancas.

“Es como si alguien de mucha confianza para ella le hubiera pedido salir bien vestida de casa”, dice Liseth .

El caso fue denunciado por Milagros Ramírez, otra hermana de Nicol que también vive en Madre de Dios, ante la Divincri y la fiscalía de esta ciudad. Todos los medios locales y dos de alcance nacional difundieron la noticia. La familia recorrió hospitales y morgues mientras las brigadas policiales de búsqueda peinaban parte de la región durante varios días.

Sin embargo, han pasado más de dos años y la ropa que quedó de la niña en su vivienda es lo único que hay de ella desde su desaparición.

Milagros Ramírez dice que el próximo 24 de abril, Nicol cumpliría 14 años. Cree que su hermanita pudo haber sido llevada por tratantes de personas a algún punto remoto de La Pampa, ese infierno de minería ilegal y prostitución enclavado cerca de la Reserva Nacional de Tambopata. O a La Rinconada, en Puno.

En sus indagaciones, las hermanas Milagros y Liseth supieron que un mototaxista recogía siempre del colegio a una compañera de Nicol. Cuando preguntaron a la madre de esta escolar quién era tal sujeto, ella no quiso contestar. Ambas pidieron a la policía que la mujer sea citada y brinde su testimonio. Ante el requerimiento de las autoridades, tampoco se presentó.

El Comercio constató que en un hotel de propiedad de aquella señora se alojó Aymee Pillaca Leguía, la ex boxeadora que desapareció con su enamorado, Álex Chávez, en La Pampa, en enero del 2016.

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