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Semana Santa
Johnny Aurazo

La tranquilidad de la noche del viernes de en Calipuy (Santiago de Chuco, La Libertad), tras la procesión de Jesús en su urna, es interrumpida por el sonido violento de veinte látigos zigzaguentes de igual número de varones cubiertos con sábanas blancas desde los pies hasta la cabeza.

La población les llama los penitentes de Calipuy. Algunos son adolescentes y otros adultos; aunque también hay niños. Salen de la iglesia y recorren una manzana del pueblo. En el camino, en medio de un frío extremo hasta para los propios lugareños, castigan con sus látigos a tres penitentes: dos cargan una cruz pequeña llamada cargapalo y otro, la cruz alta.

Excepto el de la cruz alta, que camina descalzo, todos los penitentes calzan zapatillas de distinto modelo. Es una forma de evitar que sean reconocidos por los castigados. Caminan, además, en grupos o solos. Algunos han bebido licor y mascan hoja de coca con cal de mariscos para "motivarse".

Los tres penitentes castigados son elegidos un año atrás. Es una manera voluntaria de pagar sus pecados y muestra de fe en Semana Santa. Nada les protege de los latigazos. Caminan ocho cuadras y cada vez que les tocan la cruz, deben parar para recibir los chicotazos. Cuando regresan a la iglesia, cansados y castigados, el pueblo los recibe en la puerta, como una manera de haber sido testigo de sus penitencias.

Luego suben los quince escalones que tiene la iglesia para entrar a ella. Algunos pobladores, sobre todo mujeres y niños, piden que no les den más chicotazos, pero deben cumplir su penitencia hasta llegar a la puerta del templo.

Los penitentes de Calipuy es una tradición de 200 años. La población recuerda al 'Currubano', un personaje de la vida real que se autoflagelaba como una forma de pagar sus "terribles" pecados. El sacerdote del pueblo era el que le ponía la penitencia. O iba a la cárcel o él mismo se flagelaba con un chicote y una tabla llamada "disciplina". Ambos objetos llevaban clavos y si la decisión era no ir a la cárcel, debía cumplir su penitencia durante siete años o igual número de Semana Santas.

El último 'Currubano' de Calipuy fue un poblador llamado Aniceto Vásquez. Murió a los 75 años, hace aproximadamente un lustro. Caminaba descalzo y sangraba profusamente, cuentan en el pueblo.

Ya es Sábado Santo en Calipuy y algunos penitentes también se enfrentan a latigazos entre sí, pues es parte de la tradición.

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