
En el 2024, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) registró que, en la cuenta del Nanay (Maynas, Loreto), se incautaron más de 2.000 galones de combustible (por lo menos 7.500 litros) cuyo destino final eran las llamadas balsas dragas que los mineros ilegales usan para extraer oro, sobre todo en el río Nanay, la principal fuente de agua de Iquitos.
Sin embargo, una cantidad mayor de combustible (diésel o gasolina) se sigue trasladando en embarcaciones que navegan el Nanay y otros ríos. El combustible se camufla en botellas de gaseosa o abiertamente en bidones o galoneras. Así lo corroboró un equipo de El Comercio que viajó hasta la zona minera del río Nanay –como pasajeros de una lancha grande– para verificar cómo se controlan los insumos usados por los mineros ilegales del oro.

Sin el combustible, los mineros ilegales de Loreto no podrían operar las balsas dragas, que requieren un cilindro de 60 galones de diésel para succionar el río por 20 horas, tiempo que dura una jornada. Según los monitoreos que se realizan en la zona, hay por lo menos 51 balsas dragas en el Nanay. Por jornada, una draga extrae hasta 50 gramos de oro. En el mercado internacional, la onza de oro (que equivale a 28,3 gramos) supera los US$2.880.

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Libre tránsito
En las 10 horas que duró el viaje que El Comercio realizó en lancha grande –desde Santa Clara, un improvisado puerto en Iquitos, hasta la comunidad de Diamante Azul–, la Policía Nacional (PNP) y la Marina solo efectuaron una revisión documentaria de la embarcación. No inspeccionaron lo que se llevaba.


En el Puesto de Control y Vigilancia de Yarana (en la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana), donde hay funcionarios del Sernanp y cinco efectivos de la policía ecológica, la embarcación no fue registrada: en esta había 70 personas, así como bidones y tanques de plástico con combustible.

La lancha se mantuvo detenida solo por minutos antes de seguir su trayecto hacia el próximo control, la Unidad de Control Fluvial de la Marina, donde hay más de 10 marinos. Como en Yarana, la nave tampoco fue revisada.

Al acodar la nave en la comunidad de Santa María de Alto Nanay (distrito de Alto Nanay, en Maynas), El Comercio observó que el desembarco de personas y equipaje tampoco fue inspeccionado por los policías de la comisaría del lugar.
En una entrevista con este Diario, al contralmirante César Tello, jefe del Distrito de Capitanías 5 (que comprende Loreto, San Martín y Amazonas), se le preguntó por qué no se revisan los almacenes de las lanchas que surcan el río Nanay. “Revisamos de manera permanente, abordamos una embarcación, se hace la verificación y se pasa inspección a los compartimentos de la embarcación”, contestó.
“De repente, en la oportunidad que estuvo [en la zona] no se hizo a profundidad, pero estoy seguro de que la siguiente vez que vaya [de] manera inopinada, se va a dar cuenta de que, cuando aborde una embarcación, la Marina va a hacer la verificación como corresponde”.

En la oscuridad
Gaby Rivadeneyra, líder de proyectos de Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR), señaló que los mineros ilegales aprovechan la noche para llevar los insumos por el río Nanay porque la visibilidad es escasa y los controles se relajan.
“Una embarcación lleva hasta nueve bidones de gasolina. Estamos hablando de 100 litros por bidón. [...] Normalmente, el flujo de gasolina ilegal es por las noches”, dijo.
A través de esas embarcaciones, los mineros también trasladan motores, mayormente chinos y que son adquiridos en Iquitos.

Solo en contadas ocasiones, por información de inteligencia o de los locales, la fiscalía incauta combustible y los potentes motores usados por las balsas dragas.
El 14 de noviembre, pobladores de Santa María de Alto Nanay, que conforman la vigilancia antiminera, detuvieron una lancha con ocho bidones y 12 envases de combustible. Poco antes, la embarcación había pasado la Unidad de Control Fluvial de la Marina.
Edgar Isuiza, en ese entonces presidente de la comunidad nativa de Santa María de Alto Nanay, contó que los efectivos dijeron que solo dos bidones eran ilegales, lo que causó la reacción violenta de los pobladores.

El contralmirante Tello indicó que se han tomado medidas por el hecho. “Ya terminó la primera fase [de indagación], ahora viene una segunda fase, donde podría elevarse una denuncia al ente penal”.
La otra ruta
Desde el 2023, las autoridades tienen identificada otra ruta para trasladar el combustible y demás insumos de la minería ilegal. Las embarcaciones parten de algún puerto informal de Iquitos, pasan por Nauta y el río Marañón hasta llegar al río Tigre, con un recorrido paralelo al río Nanay. Es una ruta larga, pero no hay controles.
“El Estado ha puesto en el Nanay dos puestos de control de la Marina y la PNP; para evitarlos, ellos [los mineros] crean otras rutas para pasar los insumos”, dijo Gaby Rivadeneyra.
Las embarcaciones que llevan el combustible surcan el río Tigre hasta la comunidad nativa de San Andrés, punto de concentración de los insumos. Desde allí se inicia el traslado, primero a pie y luego en botes, hasta el río Nanay. La distancia es de unos 25 kilómetros en línea recta. A cambio de dinero, comuneros de la zona aceptan llevar sobre sus hombros tanques de combustible hacia el río Nanay.
José Manuyama, presidente del Comité de Defensa del Agua, que lucha por la defensa de la cuenca del río Nanay, explicó que el río Tigre “se está usando hoy para el desvío [...] de insumos”. Para Manuyama, es posible que la actividad minera se extienda a esa zona.

“[La zona del] Nanay se perfila como el siguiente Madre de Dios: [hay] poca presencia del Estado”.
Gaby Rivadeneyra Derecho Ambiente y Recursos Naturales (DAR)
La PNP y la Marina no realizan un control eficaz por el difícil acceso a esa zona, indicaron fuentes consultadas. Tampoco hay un control de la salida del oro extraído en Nanay.
Carlos Castro, hasta hace un mes fiscal especializado en materia ambiental de Loreto, indicó a El Comercio que el oro extraído ilegalmente tendría más de un destino. Uno sería Leticia y Bogotá (Colombia), para de ahí llevarlo a Estados Unidos; el otro es Lima. Para Castro, quien renunció al Ministerio Público y salió del país por las constantes amenazas de los mineros ilegales, el destino final del oro es el mercado internacional, pero ya no como pepa, sino como joya.

Según los dirigentes nativos y expertos consultados, la cuenca del Nanay puede convertirse en otro Madre de Dios, zona de la minería ilegal del oro.
“[En Nanay] puede haber mucho más [dragas]y repetirse la misma historia que hay en Madre de Dios, donde hay más de 50.000 mineros destrozando la zona”, expresó Armando Ayambo, presidente del Comité de Lucha del Alto Nanay.