"El ministerio de la capital", por José Carlos Requena
"El ministerio de la capital", por José Carlos Requena

La primera Cumbre de la Descentralización, que se realiza en Cusco, permite revisar la propuesta de Pedro Pablo Kuczynski y las posteriores aspiraciones planteadas por el gobernador regional de Cusco, Edwin Licona, sobre la creación de un ministerio.

El plan de gobierno de Kuczynski sugiere “constituir e implementar el ministerio de apoyo a las regiones (MAR), cuyas tareas serán reformar el Estado y consolidar el proceso de descentralización”. Se añade: “La reforma del Estado tendrá, como principales componentes: 1) la reforma del servicio civil; 2) la reforma del régimen de contrataciones públicas, así como su organismo supervisor, con especial énfasis en la reducción de los proyectos exceptuados de ser registrados en el Sistema Electrónico de Contrataciones del Estado (Seace); 3) la simplificación administrativa; y 4) el gobierno abierto y electrónico”.

Aspiraciones ambiciosas que en los últimos años han sido, directa o indirectamente, responsabilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), esa agencia coordinadora que muchas veces choca con la negativa del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para sacar adelante iniciativas.

Durante el debate del 22 de mayo, Kuczynski indicó que lo que buscaría es “recrear el Consejo Nacional de Descentralización (CND), pero adscribirle la madre del problema, que es la plata para las inversiones y los planes de inversiones para las regiones”.

El CND fue creado por Alejandro Toledo en el 2002 con una mirada tecnocrática del proceso descentralizador. Fue desactivado por Alan García en el 2007 clamando austeridad fiscal. Aunque su desmantelamiento supuso grandes críticas, también propició el espacio político para la constitución de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR). Ante la inhibición del Gobierno Central, fueron los poderes descentralizados los que asumieron la iniciativa. Con variado desempeño, la ANGR ha acompañado el proceso de descentralización.

La experiencia del CND y de otras agencias gubernamentales trae al menos dos grandes enseñanzas que vale la pena revisar. Primero, la existencia de un ente gubernamental, tenga la denominación que tenga, no garantiza el éxito de una iniciativa pública que recoge una demanda ciudadana. Sin el peso político adecuado y ajeno al poder más cercano (el local), el CND estuvo lejos de garantizar un proceso ordenado, realista y sostenible que el país requiere. 

Segundo, su disolución no hace que el proceso aborte. Las políticas públicas y las propuestas gubernamentales no se dan sobre el vacío. Responden a demandas ciudadanas, muchas de ellas –como la descentralización– de larga data. Si el Estado se inhibe, serán los poderes locales y regionales los que asuman algún rol, al margen de lo que el poder central plantee. 

Al sugerir un ente de acompañamiento técnico, la mirada planteada por el candidato Kuczynski honraba su bagaje tecnocrático. Como presidente electo, se requiere que su mirada vire hacia el realismo político y honre su experiencia de gestor público: más importante que un ministerio es el énfasis que se ponga a una administración. Se requiere un liderazgo decidido que plantee un Perú descentralizado como objetivo transversal en todas sus políticas, no un nuevo y distante ministerio en la capital. 
 

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