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Dos años después, Ana Loayza Tello recuerda las lágrimas brotando de sus ojos en la noche de aquel 9 de abril del 2023. , hoy y entonces obispo de Chiclayo, celebraba su última misa en la catedral de Santa María. “Había cumplido veinticinco años de labor pastoral en cuando conocí al Papa el 2019. Juntos fuimos a Santo Toribio de Mogrovejo y al distrito de Zaña para llevar la catequesis a los pobres. Su intención siempre fue que la iglesia salga a la calle a llevar el mensaje de Jesús para que no caiga en saco roto”, recuerda.

Ana Loayza trabajó de cerca con el Papa en la diócesis de Chiclayo. Fue catequista de decenas de jóvenes que el bautizó y confirmó. Foto: joel alonzo/gec
Ana Loayza trabajó de cerca con el Papa en la diócesis de Chiclayo. Fue catequista de decenas de jóvenes que el bautizó y confirmó. Foto: joel alonzo/gec
/ Joel Alonzo

Esos ojos se empañaron de nuevo el último jueves al saber que el hombre con quien iba de codo a codo por los lugares más recónditos de la provincia de Chiclayo había sido elegido como el nuevo Papa. Una persona con el carisma y la humildad que él tenía es digna de haber sido proclamada como sucesor de Pedro, afirma Ana.

La algarabía en Chiclayo al escuchar el nombre de Robert Francis Prevost como el nuevo pontífice fue exorbitante. Bastaron pocos minutos para que el atrio de la catedral de Santa María empezara a colmarse por aquellos que recordaban con nostalgia su paso por la capital de Lambayeque.

Fieles en la misa de las 7 a.m. del día siguiente de la elección del Papa León XIV. Foto: joel alonzo/gec
Fieles en la misa de las 7 a.m. del día siguiente de la elección del Papa León XIV. Foto: joel alonzo/gec
/ Joel Alonzo

Al día siguiente, el sacerdote que ofició la misa de las 7 de la mañana en la catedral, como tantas veces lo hizo León XIV, agradeció a Dios “por haber mirado a Chiclayo y al Perú para elegir al representante de Jesús entre nosotros”. Pasaron las horas y el parque principal de la ciudad empezó a recibir a personas de todo el Perú y el mundo, como la plaza de San Pedro en Roma esta semana.

 

¿Cómo era León XIV en su día a día en Chiclayo?

El recuerdo del padre Prevost sonriendo a todo aquel que estrechaba su mano por las calles Elías Aguirre o Torres Paz permanece intacto en la memoria de los chiclayanos. Syta Abanto describe a León XIV como una persona que rompía esquemas por su personalidad. No era de hablar mucho, pero daba palabras precisas. Fue por su amor a los más humildes y su espiritualidad que se ganó el cariño de Chiclayo”, asegura.

La misión pastoral y comunitaria del Papa afrontó los momentos difíciles que atravesó el norte del Perú. Cuando el Fenómeno de El Niño costero del 2017 inundó el distrito de Íllimo (provincia de Lambayeque), el obispo Prevost no dudó en ponerse las botas y caminar sobre el barro para auxiliar a los damnificados. Tres años después, cuando el Perú afrontaba la pandemia del COVID-19 y el temor por el contagio de un ser querido cundía por las casas de Chiclayo, salía con el Santísimo Sacramento por las calles para recordar que Cristo seguía junto a ellos. Además, como líder de la diócesis de Chiclayo, promovió la instalación de dos plantas de oxígeno para Lambayeque en alianza con la organización Cáritas. “‘Él nos repetía: ‘Es el pueblo de Dios el que nos evangeliza con su fe y sencillez’”, declaró a El Comercio el monseñor Edinson Farfán, actual obispo de Chiclayo.

Cuando no vestía el hábito de sacerdote, el Papa era un chiclayano más. Despertaba a las 6 de la mañana en su cuarto del primer piso de la sede de la diócesis de Chiclayo y se dirigía a la catedral. Luego de orar o celebrar misa, León XIV caminaba 15 metros hasta el restaurante Trébol para degustar las bondades de la cocina norteña. “El Papa era caserito. La mesa 3 era su favorita y se sentaba mirando hacia la catedral. Su plato preferido era el Frito chiclayano, hecho a base de cerdo frito y marinado, acompañado con camote, yuca y salsa criolla”, narra Carlos López, jefe de salón del restaurante. “El Papa comía su ceviche con tortita de choclo, pero sin ají”, agrega.

Frito chiclayano del restaurant Trébol. Foto: joel alonzo/gec
Frito chiclayano del restaurant Trébol. Foto: joel alonzo/gec
/ Joel Alonzo
Edward Montoya, administrador del restaurante Trébol, y Carlos López, jefe de salón del local. Foto: joel alonzo/gec
Edward Montoya, administrador del restaurante Trébol, y Carlos López, jefe de salón del local. Foto: joel alonzo/gec
/ Joel Alonzo

El padre Fidel Purisaca, mano derecha de León XIV en su última etapa de labor eclesiástica en Chiclayo, reveló a este Diario que el deporte favorito del Papa era el tenis y lo practicaba en las canchas del Jockey Club de Chiclayo y el colegio Santa María Reina. Además, le gustaba el vals criollo, especialmente ‘Nada Soy’ de los Kipus. “Era un obispo extraordinario con acciones de vida ordinaria”, asegura.

El Papa y su fe en el Milagro de Eten

A 30 minutos de Chiclayo, se encuentra la ciudad de Eten, cuyos habitantes preservan una historia de fe que se remonta al siglo XVII. “El 2 de junio de 1649, en la misa por el día del Corpus Christi, los habitantes del antiguo Eten vieron el rostro del Niño Jesús en la hostia consagrada. Pero la sorpresa no quedó ahí. El 22 de julio del mismo año apareció de nuevo en la hostia de la misa. Este es el Milagro Eucarístico de Eten”, cuenta Noemí Ñiquen.

Noemí Ñiquen frente a la imagen del Milagro del Niño de Eten. Foto: joel alonzo/gec
Noemí Ñiquen frente a la imagen del Milagro del Niño de Eten. Foto: joel alonzo/gec
/ Joel Alonzo

El papa León XIV era asiduo visitante de la ciudad. Su amor por ella lo motivó a ir a Roma como testigo de la fe en el milagro. “El 2019 recolectamos 20 mil firmas de lambayecanos para que Eten sea reconocida como Ciudad Eucarística por el Vaticano y el padre Prevost las llevó al Papa Francisco. Seguimos a la espera de que esto suceda y sería un sueño que lo haga nuestro padre Prevost como Papa”, declara Noemí.

Después de la misa en honor a Santa María Magdalena, el párroco invitaba al padre Prevost a almorzar. Él siempre nos pedía un café al terminar la comida, un café pasadito, que era su favorito”, narra Noemí.

Chiclayo está en los ojos del mundo gracias a las primeras palabras que pronunció León XIV como sumo pontífice. Aquel pueblo fiel que lo acompañó cuando era su obispo espera que pronto vuelva a casa.

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