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Todos experimentamos una gran alegría cuando escuchamos al Sumo Pontífice recordar a su Chiclayo querido. Conversamos con Jorge Millán Cotrina, un sacerdote que conoce muy bien al , pues no solo trabajó a su lado por ocho años, sino que también fue ordenado párroco de la Catedral de Chiclayo por el entonces obispo Robert Prevost.

— ¿Cómo conoció al Papa León XIV?

El 3 de noviembre del 2014, día de San Martín de Porres, es nombrado obispo de Chiclayo. Ese año yo estaba en la diócesis, trabajando en una parroquia y él me llamó en junio para que fuera párroco de la catedral. Cuando llegó a Chiclayo, recién lo hemos conocido todos los sacerdotes. Para toda la diócesis, era un nombramiento inesperado también. El primer domingo de junio llegué a trabajar a la catedral y empecé a vivir con él desde esa fecha.

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— ¿Cuál fue su primera impresión del obispo Prevost?

Me llamó la atención la confianza que ponía en sus sacerdotes. La disposición a colaborar con nosotros. No era el obispo clásico, lejano o que no tiene tiempo. No exigía cita. Si querías hablar con él, podías hacerlo, en cualquier momento te recibía. Lo recuerdo como un hombre muy abierto, siempre dispuesto a ayudar.

— ¿Le dio alguna directiva especial cuando lo nombró párroco de la catedral?

No, eso es una cosa bonita también. Él dejaba trabajar. Me dio indicaciones particulares después: “Mira, qué te parece si con el pueblo rezamos la liturgia de las horas”, me sugirió. Eso no se hacía en la catedral y ahora sí ocurre. La liturgia de las horas es el resto de los Salmos, que todo sacerdote hace diariamente cuatro veces al día y que también se puede hacer con el pueblo. Él pidió que se hiciera solamente la primera oración, que es la de la mañana. El Santo Padre es un hombre que otorga confianza. No busca imponer. Un día le pregunté: “¿Estoy haciendo bien mi trabajo?” y me respondió: “Si alguna vez estás mal en algo, yo te aviso”. Pasó el tiempo, año y medio, seguramente, y se me ocurrió preguntarle otra vez. Y me contestó: “Ya te he dicho que cuando vea algo malo te lo diré”. Nunca pasó, todos coordinamos y trabajamos con esa libertad que nos daba. Es un sacerdote muy trabajador y comprometido. Cuando fue nombrado administrador apostólico del Callao, en plena pandemia, se fue solo, en su auto. No quería contagiar a nadie. Manejó desde Chiclayo hasta el Callao. Viajó sin temor.

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—También trabajó en Iquitos, en Moyobamba y en la frontera entre EE.UU. y México...

Es un pastor, siempre dispuesto a apoyar. Cuando ha sido elegido Papa, he conversado con muchos sacerdotes y todos recordamos su ayuda y entrega. Yo recuerdo que si faltaba alguien para hacer misa, él era el primero en decir yo voy y ayudo.

— ¿Cuántos años vivió usted con el obispo Prevost en la casa diocesana?

Ocho años. De Chiclayo partió a Roma para ser el responsable de elegir a los nuevos obispos.

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—¿Y en esos ocho años de convivencia qué recuerda de él?

Su amistad. Valoro mucho su amistad, es un buen amigo, un gran conversador. A la hora de los alimentos siempre estuvo con nosotros, con el grupo de sacerdotes. Raramente faltaba y si lo hacía era porque estaba de viaje o tenía otras reuniones. Durante el encierro de la pandemia, lo recuerdo lavando platos y limpiando la mesa. Era un hombre muy nuestro y también un hombre de mucha oración.

— El obispo Prevost salía solo a bendecir en las calles de Chiclayo. ¿Cómo fue ese tiempo de la pandemia?

Estuvo muy preocupado por la gente. De hecho, él organizó una campaña para comprar una máquina para hacer oxígeno y se logró. Hizo mucho desde Cáritas. También estuvo muy preocupado de los comedores. Cuando ya había pasado un año de la pandemia, me dijo: “Jorge, tengo un sueño. Te pido por favor que reabras el comedor parroquial de la catedral”. Y lo reabrimos. Él quería que se abriera porque había mucha gente que estaba sufriendo y no tenía para comer. Y se reabrió. También allí nos visitaba. Había encuentros por Navidad, iba a compartir la chocolatada con los niños y los atendía de la manera más natural.

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—¿Podemos saber qué le enseñó?

Aparte de la amistad, nos enseñó a amar mucho a la Iglesia, o sea, la disposición. Ese era su reto y nos decía con frecuencia: “Hay que servir a la Iglesia, hay que hacer las cosas bien por la Iglesia”. Él mismo lo demostró obedeciéndole al papa Francisco, porque, la verdad sea dicha, lo llamaron dos veces para que fuera a Roma. Hasta que se fue al final. Obedeció, pero él tiene muy metido en su corazón a Chiclayo. Por eso nos hemos emocionado tremendamente con su saludo.

 — ¿Le sorprendió que fuera elegido Papa?

Desde el martes ya lo intuía.

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—¿Por qué lo intuía?

Por la cantidad de mensajes de noticias que veía en las páginas católicas en el mundo. Ya hablaban de él y lo retrataban como yo lo conocía. “Si lo ven como nosotros lo conocemos, van a quedar encantados”, eso pensaba.

—¿Cree que el papa León XIV será un pontífice que una a la Iglesia?

Definitivamente sí, porque esa es la tarea. Cristo le dijo a Pedro que mantenga a la Iglesia unida. Para eso lo eligieron. “Confirma a tus hermanos en la fe”, le dice Jesús a Pedro y eso lo tiene muy claro.

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— El padre Prevost llegó muy joven al Perú y luego se nacionalizó. ¿Qué le gustaba de nuestro país?

Nos quería mucho. Nunca le escuché hablar maravillas de EE.UU. No era el clásico extranjero que se cree mejor o que siempre habla bien de su país porque aquí hay cosas que no funcionan. Todo lo contrario. El Papa estaba enamorado del Perú y de las personas. De la sencillez de la gente buena, de la gente necesitada que se acercaba con su palabra, con sus gestos. Él no es tan elocuente. No da grandes discursos, no es muy hablador. Yo diría que es parco en palabras, pero en sus gestos sí son muy elocuentes.

 — ¿Cuándo ha sido la última vez que usted ha hablado con él?

Le escribí el martes. Ya era de noche en Roma, lo saludé y le dije que rezaba por él, por el cónclave y que, por si acaso, le escribía porque quizá podía ser la última vez y que en el cónclave podía pasar cualquier cosa. Le di a entender que si era elegido Papa, ya no iba a ser fácil enviarle mensajes por WhatsApp. Me contestó agradeciendo el mensaje y pidió mucha oración. Hace un mes él también me escribió dándome el pésame, porque murió mi padre. Se enteró y me escribió una sentida condolencia y le agradecí mucho, porque se daba un tiempo para saludarme.

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 — Entonces, es un Papa que se acuerda de sus amigos.

Efectivamente. Es un buen amigo.

— ¿Cuál es el consejo más importante que el Santo Padre le ha dado y que tiene presente?

“No te preocupes, yo te diré cuando estés mal”. Uno siempre quiere la aprobación de su superior, no para sentirse halagado, quizá para sentirse contento. Y ese mensaje fue una gran lección. Trabajar, hacer las cosas sin esperar que te digan algo. Si está bien, es para la gloria de Dios. Así sigo adelante. Y lo otro que siempre agradezco es que me permitió trabajar con toda libertad y sin ninguna consigna.

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— ¿Qué pensó cuando el padre Prevost fue elegido Papa?

Ha sido un momento muy feliz para todos. Si algún día vuelvo a verlo, solo le voy a desear lo mejor. Le diré que se deje guiar por el Espíritu Santo y que cuente con nuestras oraciones. Como le dije muchas veces aquí en Chiclayo: estamos dispuestos a servirle en lo que sea.

— ¿Cree que el papa León XIV siga la ruta trazada por el papa Francisco?

Esta pregunta me la han hecho hoy varias personas. Yo solo respondo que no podemos olvidar que el Papa es el Vicario de Cristo y tiene que continuar con lo que Cristo nos ha dejado. El tema de la preocupación por los que más sufren en el mundo siempre lo tiene presente y recuerden que en el primer mensaje ha pedido por la paz.

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— En las redes sociales, se habla de una suerte de encubrimiento de los delitos del Sodalicio. Los propios periodistas que han investigado han dicho que no es cierto, que el Santo Padre siempre estuvo del lado de las víctimas. Sin embargo, hay quienes lo pintan como un padre tibio con las denuncias de abuso sexual. ¿Qué nos puede decir?

La gente confunde tibieza con contundencia. Yo soy testigo, porque viví allí. Monseñor Prevost siempre actuó inmediatamente. Lo que tenemos que entender es que hay procedimientos dentro de la Iglesia. Eso es algo que no siempre se entiende. Estamos acostumbrados a que si alguien supuestamente comete un delito hay que lincharlo y hay que tener mucho cuidado, porque toda investigación debe enmarcarse dentro del debido proceso.

— ¿Monseñor Eguren renuncia por iniciativa o porque se ve cercado por Prevost?

 Prevost no tiene nada que ver con ello, porque el tema viene por el lado del Sodalicio. Hubo dos enviados de la Santa Sede para que vieran este caso. Lo que imagino es que, en el informe, estas dos personas recomiendan que quienes están o eran cercanos al Sodalicio debían renunciar.

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— ¿Diría usted que es un sacerdote tolerante o es más conservador con los homosexuales?

Acá nunca ha habido problemas con la comunidad LGTB. Nunca ha habido un acercamiento de ellos al obispo a reclamarle algo. Si hubiera pasado seguramente los recibía, pero con la misma contundencia sí le digo que él respeta y respetará la doctrina de la Iglesia.

 — ¿Recuerda cuando se fue a Roma?

Recuerdo que habló con todos. Yo le dije que sentía mucha paz al saber que iba a Roma sabiendo que, como muchas cosas que están un poco complicadas en la Iglesia, entendía que él pondría la cuota de sensatez. Así le dije. Monseñor me contestó: “Reza nomás”. Nos despedimos, lloramos, nos entristeció. Pero también nos alegró porque iba a un cargo muy importante.

— En el balcón el Papa ha estado muy emocionado.

Sí. Ha sido un momento muy conmovedor. León XIII fue el iniciador de la doctrina social de la Iglesia. ¿Qué es la doctrina? La enseñanza de la Iglesia referente a cómo debemos comportarnos en la sociedad, cómo ver la sociedad, cómo ayudar a que sea más justa. Creo que va a dirigir un poco su pontificado por ahí, para que el mundo sepa qué es lo que dice la Iglesia con respecto a la guerra, la paz, la economía, la solidaridad, la apertura, la acogida de los inmigrantes, la libertad, tantas cosas. Y también creo que ha elegido ese nombre porque es un león. Va a defender la Iglesia y será bueno para todos.

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