El embarazo adolescente es una de las causas para las uniones tempranas forzadas. (Foto: Carlos Hidalgo)
El embarazo adolescente es una de las causas para las uniones tempranas forzadas. (Foto: Carlos Hidalgo)
Lourdes Fernández Calvo

“Fuimos los dos, mi esposo habló. Le dijo a mi padre que quería vivir conmigo y que estaba embarazada. Mi papá dijo: ‘Si quieres vivir, la tratarás bien, pues, irás a trabajar’. Así dijo. Sí se molestaron, pero ya estaba embarazada, así nomás dejaron”.
(Adolescente de 17 años. Cusco)

En el Perú,tres de cada diez mujeres entre 15 y 49 años se unieron con sus parejas cuando tenían menos de 18 años. Es decir, empezaron a convivir con ellas cuando aún eran . Peor aun, el 10% eran menores de 15 años. Actualmente, hay más de 50 mil adolescentes de 12 a 17 años que están unidas con un hombre mayor.



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Estos son algunos resultados que revela el estudio “Las adolescentes peruanas en matrimonio o unión: tradiciones, desafíos y recomendaciones”, elaborado por Plan International y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA Perú) al que tuvo acceso El Comercio.

El informe analiza datos del censo del 2017 y entrevistas realizadas a adolescentes de los niveles de pobreza y extrema pobreza de Piura, Loreto, Cusco y Lima unidas con hombres mayores de edad.

Las uniones tempranas forzadas hacen referencia al inicio de una vida en pareja que es más problemática para las adolescentes, porque afecta derechos como el de la salud, al haber un riesgo de mortalidad materna, y el del acceso a la educación, ya que la mayoría no concluye la secundaria.

“La unión temprana en el Perú sigue siendo un problema que se da en un contexto de violencia y exclusión. Pese a que relativamente está bajando, en comparación con hace 40 años, es una situación que ya no deberíamos tener”, explica Walter Mendoza, analista en temas de población de la UNFPA.

El estudio identificó dos momentos en todos los casos de unión temprana forzada. El primero es cuando la pareja toma la decisión de unirse, frecuentemente asociada a un embarazo; y el segundo es cuando el pretendiente conversa –solo o acompañado por sus familiares– con los parientes de la adolescente para llegar a acuerdos o informar sobre la unión.

En Piura, por ejemplo, se ha ritualizado la figura del ‘robo’. Esto sucede cuando la pareja huye de mutuo acuerdo y pasa junta una o dos noches. Cuando los padres de la menor se enteran, se da una especie de negociación entre ambas familias que termina en la convivencia o matrimonio de la pareja.

La situación es distinta en Loreto, donde el 50% de mujeres de 15 a 19 años se unió cuando era menor de edad. En esta región, la negociación entre padres es rápida y busca un beneficio económico para la familia de la adolescente.

En los casos de Lima, en cambio, se muestra oposición por parte de la familia de la menor. Se considera que la maternidad no es motivo para unir a la pareja. Las madres suelen acoger a sus hijas embarazadas en casa para que ellas sigan estudiando.

(Infografía: El Comercio)
(Infografía: El Comercio)

—Las más afectadas—

La unión temprana forzada y el matrimonio infantil son una violación a los derechos humanos y van en contra de la Convención de los Derechos del Niño y de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que el Estado Peruano pretende alcanzar al 2030.

Las más afectadas son las adolescentes, pues terminan en un ciclo de pobreza y maternidad que las limita.

“El otro contexto son los entornos de violencia que viven las niñas y adolescentes. Para ellas, iniciar otra vida con una pareja es la excusa perfecta para huir de la casa donde le gritan, donde quizá esté expuesta a violencia sexual, pero es un círculo vicioso”, precisa María Villalobos, directora de Save the Children.

Para Unicef, tanto el matrimonio infantil como las uniones tempranas deben desaparecer. Luisa Martínez, oficial de Género de Unicef, asegura que lo que se necesita es que el Estado brinde más información sobre educación sexual en las escuelas y cuente con profesores capacitados para ello. “Hay normas de género que culpan a las adolescentes, en vez de darles información valiosa”, señala Martínez.

Para intentar reducir el problema, el estudio afirma que es necesaria la educación sexual en las escuelas.

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