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Al encuentro de la 'Mechita': Una fe peregrina que recorre mar y tierra | FOTOS

La fe, muchas veces, no conoce razones. Es solo un impulso interior, un estallido en el corazón. Eso le ocurrió, hace 24 años, a Leyter Torres Herrera, cuando se enteró de la muerte de su amigo Valentín, quien peregrinaba todos los años desde Talara hasta Paita, en Piura, al encuentro de la Virgen de las Mercedes. Sin pensarlo mucho, Leyter decidió caminar por la memoria de su compañero y por sí mismo.

Todos alguna vez hemos querido ser otro hombre. Alguien distinto. Leyter anhelaba dejar atrás una vida de excesos, de malos hábitos. “Había aprendido muchas cosas malas en la calle”, dice mientras camina por la orilla del mar de Colán. El sol cae y las olas golpean sosegadas, como recibiendo a los caminantes que dejaron sus casas para peregrinar durante dos días.

Son más de mil los peregrinos que parten cada 21 de septiembre desde Talara, bordeando el mar de Colán, hasta llegar a Paita y dejarse abrazar por la ‘Mechita’. La fiesta de esta virgen –patrona de las Fuerzas Armadas– congrega todos los años a más de 50 mil fieles que llegan del interior del país, Ecuador y Colombia.

-La voz del mar-

La mayoría de peregrinos camina durante el día y la noche por la carretera que conduce de Piura a Paita. Sin embargo, hay otro grupo de feligreses –donde se encuentra Leyter– que lo hace bordeando el mar de Paita. Salen el 21 de septiembre desde Talara, caminan 16 horas, cruzan el río Chira y llegan a Miramar, su primera parada. Ahí descansan y curan sus heridas.

Durante la madrugada parten, bordeando el mar de la Esmeralda de Colán, hasta la playa del mismo nombre. Luego de ocho horas llegan al pueblo costero. Ingresan de noche acompañados por fuegos artificiales y cánticos desgarradores. "Vamos caminando hacia tu altar, vamos caminando hacia tu altar, con muchas esperanzas, porque yo tengo, yo tengo que llegar", entonan.

Los niños –hijos o familiares de los peregrinos– se unen a esta celebración: "Tú eres milagrosa, tú eres Mercedes, por eso te alabo con el corazón. Mercedes yo te quiero, yo te amo con el corazón". En medio del jolgorio religioso sobresale una cruz atestada de fotos. Es la cruz de Carlos Sebastián Seminario Preciado, un hombre de 23 años que dedica su vida a peregrinar.

-Se hace camino al andar-

De Colán, los peregrinos parten el 23 de setiembre en la madrugada. Verlos caminar, surcando la orilla del mar, es solo el simbolismo de la nimiedad del hombre frente a la naturaleza. El mar ruge embravecido, pero ellos no le temen. Esa fuerza interior que los mueve es su escudo protector. Lo dice cualquiera de ellos. Seminario Preciado no lo dice porque es mudo, pero tampoco necesita decirlo. Su temple, su coraje habla por él.

La cruz que carga representa a muchas cruces. Es la cruz de la niña enferma, del anciano desvalido, del hombre desahuciado, de él mismo. A lo largo de los años y de las caminatas hacia el templo del Señor Cautivo de Ayabaca y de la ‘Mechita’, quienes lo conocieron depositaron su fe en él. Una fe que permite que los peregrinos abran camino allí donde solo hay enormes peñascos filudos y aguas movedizas.

Y así avanzan, debajo del acantilado, al costado de un muelle artesanal, esperando al compañero cansado, dándole la mano al anciano, en busca de la redención. Bajo un sol que golpea sin distinguir la fe, ellos demuestran que su motivación es tan genuina y capaz de mover al más incrédulo. Pero, primero, hay que vivirlo y padecerlo.

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