Puno: ¿Cómo es el día a día de los que sufren las heladas?
Ana Monzón

Se abriga con cinco frazadas pero sigue sintiendo frío: no tiene de dónde sacar más. Ve morir a sus animales de neumonía, pero no tiene cómo construir un cobertizo para protegerlos. Quisiera producir quinua, cañihua, chuño, “como antes” pero el clima no se lo permite. 

Lo que sí ha conseguido Leopoldo Quispe, a pesar de la helada, la sequía y la pobreza, es que sus hijos “conozcan las letras” y no sean analfabetos, como él. 

Vivir en esas condiciones, fácilmente podrían sumir a muchos en la amargura, pero eso no sucede con Leopoldo, quien a sus 52 años dice sentirse fuerte y joven para enfrentar las . Leopoldo sorprende cuando esboza una sonrisa cálida en medio de tanto frío.

Leopoldo Quispe, secretario de la comunidad campesina Collana Lojera (Puno), cuenta que las 25 familias que la conforman son fuertemente afectadas por las bajas temperaturas que congelan el agua, matan a sus animales y enferman a sus hijos.

“Tres crías de res se han muerto por el frío. Cuando no había mucha helada teníamos catorce, doce”, cuenta Leopoldo, quien debe enterrar a sus animales a diez metros de su casa.

A cuarenta minutos de la casa de los Quispe, Carmen Ortiz, docente de la Institución inicial "Collana Lojera", cuenta que sus alumnos de 3, 4 y 5 años presentan infecciones respiratorias agudas a causa de las heladas. Ella afirma que no puede llevar un ciclo regular de clases por el ausentismo de sus alumnos.

“No podemos exigir una asistencia (al colegio) permanente ya que a veces hay niños que están demasiado mal y si les exigimos corremos el riesgo de que contagien a otros niños”, comenta con impotencia.

La helada también puede congelar la educación de aquellos niños.

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