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Trata de personas: menores son captados en vacaciones escolares - 2
Lourdes Fernández Calvo

Entre diciembre y marzo, época de vacaciones escolares, la captación de menores de edad por tratantes de personas aumenta, según un informe de la ONG CHS Alternativo.

El estudio explica que durante estos meses, los adolescentes se encuentran más vulnerables a caer en las mafias de tratantes porque salen de sus casas en busca de trabajo para poder financiar la compra de sus libros, útiles escolares e, incluso, la matrícula del colegio.

El sub director de CHS Alternativo, Luis Enrique Aguilar, explicó a El Comercio que algunos adolescentes buscan empleo no solo para cubrir sus necesidades básicas, sino para obtener otro tipo de bienes, como celulares. 

Esta demanda de trabajo por parte de los menores encaja con la oferta de trabajo que aparecen en sectores informales como la minería ilegal. Con la presencia de esta actividad ilícita, proliferan los llamados 'prostibares', antros de diversión donde se ofrece el servicio sexual de menores de edad. Esa situación se repite en la zona conocida como La Pampa, en Madre de Dios, y en La Rinconada, en Puno.

El ciclo de explotación sexual también se da en eventos particulares en cada región. En San Martín, por ejemplo, la temporada de cosecha del café suele empezar en febrero y acaba en julio. Durante esos meses, se incrementa el número de bares y cantinas donde se ofrecen servicios sexuales de menores de edad.  Esto se repite en época de carnavales, fiestas patronales y en temporada de lluvias. 

(CHS Alternativo)

Además de las estadísticas de la fiscalía que revelan que durante estos meses hay más denuncias por trata de personas (entre enero del 2015 y julio del 2016 se identificaron 2.445 casos de trata de personas, de los cuales el 56% fueron casos de niños y adolescentes), el estudio se basa en testimonios de las personas involucradas en atender a las víctimas. "Hay chicas que en agosto ya saben que no van a pasar de año y dejan las clases para buscar trabajo. Por lo general, son chicas que vienen de familias desestructuradas. Sus propias familias les dicen que vayan a trabajar", contó para el estudio un miembro de la Asociación Wayra, de Cusco.

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