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Tumbes: piratas ecuatorianos siguen amenazando a pescadores - 3
Ricardo León

Diez asaltos en alta mar ha sufrido el pescador tumbesino Edgardo Cruz. En uno de ellos, varios piratas ecuatorianos lo desvalijaron y lo maniataron junto a su compañero de faena; estuvieron a punto de ser arrojados al agua atados (y de morir ahogados). En otro, le quitaron las baterías de su lancha y lanzaron el combustible y la llave del motor al mar. En otra ocasión, como no encontraron qué robarle, intentaron extraerle el diente de oro como ínfimo botín.

En uno de los primeros asaltos que sufrió le dispararon tres perdigones debajo del ojo. Una lesión menor, si consideramos el promedio: José Pizarro (38), el último pescador peruano asesinado por piratas, recibió un balazo en la cabeza apenas intentó socorrer a su padre, a quien golpeaban. Murió el 26 de octubre del 2015. Ese año mataron a cuatro pescadores.

En uno de los últimos atracos de los que fue víctima Edgardo, los delincuentes se aproximaron con las armas en la mano hacia su embarcación, de nombre Yanitza Yanina, pero uno de ellos lo reconoció y lo llamó por su apodo, ‘Pollito’. Lo dejaron ir.

Ese mismo día compró pintura para cambiar de nombre a la lancha (quizá lo reconozcan en su próximo asalto).

Hace unos días, dos periodistas de este Diario lo acompañaron en un recorrido a bordo de su bote –ahora dice Pollito en letras grandes a ambos lados de la proa–; cayó la noche antes de volver y era difícil llegar a la costa porque la marea estaba muy baja. “Si regreso a la orilla puedo golpear la nave, pero si me quedo en alta mar seguramente nos asaltan”, dijo.

Borges decía que quien mira el mar “lo ve por vez primera, siempre, con el asombro que las cosas elementales dejan”. Cuando ‘Pollito’ mira el mar ve en cambio las mismas escenas de una pesadilla recurrente.
 
EN LA LÍNEA DE FRONTERA
El 3 de junio del 2015 se reunieron en Tumbes el capitán de corbeta Roy Pino (capitán de puerto de Zorritos) y el capitán de navío Enrique Bucheli (capitán de Puerto Bolívar, Ecuador). Eran días críticos porque el 1 de junio había muerto después de una horrible agonía el pescador peruano Santos Panta (24), quien había recibido un balazo en la cabeza tras ser asaltado por delincuentes provenientes de Ecuador. Los dos marinos, el peruano y el ecuatoriano, tenían total conocimiento de esta situación. En todo el 2015 la Marina capturó 28 embarcaciones ecuatorianas que navegaban en mar peruano sin permiso. En el 2014 habían sido apenas cinco naves.

Marinos intervienen una bolichera por realizar pesca de arrastre en zonas prohibidas. (Alessandro Currarino / El Comercio)

Marinos intervienen una bolichera por realizar pesca de arrastre en zonas prohibidas. (Alessandro Currarino / El Comercio)

El Comercio acompañó a Pino en uno de sus últimos recorridos por la frontera marítima entre ambos países a bordo del BAP Río Zaña (días después le fue encargado otro puesto en Lima). Muchos de los asaltos y asesinatos fueron reportados cuando él era capitán de Puerto de Zorritos. En decenas de protestos de mar presentados por las víctimas se repite una misma oración: “Nos sentimos desprotegidos” y hasta acusan a los marinos de “dejadez”.

En este último recorrido, en el que se navegó desde Zorritos hasta el banco pesquero de Máncora, al pasar muy cerca de la línea ecuatorial no se encontró a delincuentes ecuatorianos (fácilmente identificables por el tipo de embarcación y motor que usan). Es posible que hayan sido advertidos por sus cómplices, muchos de ellos peruanos.

Pescadores de Tumbes desembarcan y comercializan especies en puertos informales y con escaso control. (Alessandro Currarino / El Comercio)

Pescadores de Tumbes desembarcan y comercializan especies en puertos informales y con escaso control. (Alessandro Currarino / El Comercio)

Lo que sí se encontró, en cambio, fue a pescadores peruanos en todos los grados posibles de informalidad e ilegalidad: la mayoría no tenía permiso de zarpe o carnet de pesca, algunas embarcaciones ni siquiera tenían nombre. Luego de intervenir varias embarcaciones que no tenían los documentos requeridos para salir a pescar, Pino comentó que esta es una de las razones por las cuales la Marina no puede actuar: la falta de orden y control. “Muchos dicen que son asaltados en mar peruano, pero en realidad estaban ya en Ecuador”, dice Pino.

Este círculo vicioso de violencia, desidia e informalidad, en alta mar se convierte en un profundo remolino.

A José Pizarro lo mataron por defender a Ernesto, su padre. (Alessandro Currarino / El Comercio)

A José Pizarro lo mataron por defender a Ernesto, su padre. (Alessandro Currarino / El Comercio)

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