Ni la pandemia pudo evitar que los cultivos de hoja de coca continúen aumentando. Urgen erradicaciones en el Vraem. (Foto: Mininter)
Ni la pandemia pudo evitar que los cultivos de hoja de coca continúen aumentando. Urgen erradicaciones en el Vraem. (Foto: Mininter)
Lourdes Fernández Calvo

En el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro () se contabilizaron hasta el 2019 unas 26 mil hectáreas de cultivos de hoja de coca. De los 69 distritos que conforman el Vraem, solo 18 tienen territorio con cultivos de hoja de coca. De ellos, solo 9 concentran el 90% de estos cultivos. Según Devida, estas hectáreas crecen en promedio entre 2% a 3% cada año.

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“El último dato nos dice que en el Vraem se expanden 26 mil hectáreas de hoja de coca y que el crecimiento de cada año es entre el 2% y 3% anual. De hecho, la coca en el Vraem no ha dejado de crecer desde el 2001 que se tenían 12 mil hectáreas. Uno podría hacer el símil con el crecimiento del consumo de cocaína en Europa”, explica Frank Casas, director de Asuntos Técnicos de Devida, a El Comercio.

Casas recuerda que es necesario entender el contexto en el que se da el crecimiento de estos cultivos. Según las Naciones Unidas, actualmente hay 20 millones de consumidores de cocaína cuando en 1998 los consumidores eran 14 millones. Una demanda que no ha disminuido ni por la pandemia por el COVID-19. Entre los países con más consumidores de cocaína están el Reino Unido, España y Bégica.

En la región, Colombia sigue siendo el primer productor de hoja de coca, seguido por Perú y Bolivia.

El imperio

En el Vraem, los distritos que tienen la mayor concentración de cultivos de hoja de coca son Llochegua, Santa Rosa, Pichari, Vizcatán del Ene, Kimbiri, Samugari,Sivia, Canayre y Río Tambo.

“Son pequeños eslabones territoriales, ahí la cocaína es manejada por diferentes organizaciones criminales, ahí lo que importa es que la demanda pueda ser cubierta de donde venga. Lo de Vizcatán del Ene se vuelve territorio útil para el cultivo de coca además de las condiciones climáticas, por la presencia de los remanentes de Sendero Luminoso. Ahí ha continuado en crecimiento que pasó de 2.442 a 2.596 hectáreas. Si bien hay un importante avance en desarrollo alternativo que empieza a romper la matriz, se requiere el componente de seguridad”, explica Casas.

El último lunes, 16 personas fueron asesinadas por una columna del Militarizado Partido Comunista del Perú, conformado por remanentes deen alianza con el narcotráfico, en Vizcatán del Ene.

Un factor que tampoco ha colaborado con la disminución de la producción de hoja de coca es que no han habido estrategias de erradicación en el Vraem. Según Devida, en los último 10 años solo hubo erradicación de este cultivo en Pangoa, Satipo, en el 2019.

A través de un monitoreo realizado por el Sistema de Información de Lucha Contra las Drogas (Siscod), Devida ha evidenciado el manejo de los precios de la hoja de coca en el mercado ilegal, lo que ayuda a establecer el comportamiento de la cadena de producción de coca.

“En el caso de la hoja de coca, el precio por kilo de hoja de coca pasó a S/ 4 en el mes de abril del año pasado por la pandemia. En julio volvió a S/ 7 que era lo habitual. También hay que reconocer que estos precios no se definen como en el mercado legal sino que hay especulación dependiendo del narco por la demanda del comercio nacional e internacional. Implica también acciones para desarticular con mayor énfasis a las organizaciones criminales ahí. Lo mismo pasa con el clorhidrato de cocaína que normalmente tiene un precio de S/ 3.700 por kilo en el Vraem, pero en abril del año pasado bajó a casi S/ 2.400. Eso ocasionó que mucha gente migrara del Vraem a ciudades como Ayacucho y Cusco, pero en julio cuando los mercado europeos empezaron a abrir sus fronteras empezó la recuperación económica del precio de estos derivados. Esto nos alerta del funcionamiento de los circuitos comerciales”, precisó Casas.

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