En esta imagen, difundida en el 2014, aparecen los integrantes de una columna terrorista armada que se moviliza por varios sectores del Vraem. La mayoría son muy jóvenes. Uno de ellos es ‘Agustín’.
En esta imagen, difundida en el 2014, aparecen los integrantes de una columna terrorista armada que se moviliza por varios sectores del Vraem. La mayoría son muy jóvenes. Uno de ellos es ‘Agustín’.
Ricardo León

No se sabe con exactitud cuántos menores de edad permanecen aún secuestrados en campamentos de Sendero Luminoso. El Ministerio Público tiene información, aunque no demasiado precisa, sobre la presencia de grupos en los alrededores del río Ene, en la selva de Junín, no muy lejos de la ciudad de Satipo. El Ejército conoce de otros grupos establecidos en las alturas de Junín y Huancavelica. De la población en cautiverio, un número importante fue extraído a la fuerza de comunidades indígenas asháninkas, y también de zonas campesinas andinas, especialmente en la década del 90. La distancia en el tiempo hace imposible saber con certeza cuántos de estos ‘pioneritos’, como se les conoce, son hijos de mandos terroristas, porque obviamente no son registrados al nacer.

Si la búsqueda genealógica es difícil, la investigación policial es aún más delicada: no se sabe cuántos de estos menores pueden ya ser considerados terroristas.

Es el caso, por ejemplo, de ‘Agustín’, uno de los tres jóvenes acusados de terrorismo que fueron detenidos ayer por un equipo policial con apoyo de las Fuerzas Armadas en la localidad de Putis, perteneciente al distrito de Santillana, en la provincia de Huanta (Ayacucho).

–Pequeña máquina de matar–
Según partes de inteligencia policial, en febrero del 2013 se llevó a cabo una reunión de los principales cabecillas de Sendero Luminoso en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). En lo que los senderistas llamaron la tercera sesión plenaria ampliada, se decidió que una columna, dirigida por ‘Antonio’, operaría como una “fuerza de avanzada”. En documentos incautados posteriormente se lee que este grupo desplegaría una “campaña político-militar de cerco y aniquilamiento”; en argot senderista significa planificar y ejecutar atentados y emboscadas.

La columna incluye a entre 25 y 30 terroristas, de los cuales hasta el momento se ha podido identificar a 18. Varios de los integrantes son muy jóvenes, criados como ‘pioneritos’ y convertidos, antes de la adultez, en terroristas armados. Uno de ellos es ‘Agustín’.

Al ser detenido (fue sorprendido, no se disparó un solo tiro), ‘Agustín’ no mostró documento de identidad alguno, aunque dijo tener 17 años.

Los policías no necesitaban hacer tantas preguntas: a través de datos brindados por informantes durante meses de investigación ya sabían cuál era su nombre, su lugar de nacimiento y, detalle importante, sabían que es hijo de Orlando Borda Casafranca ‘Alipio’, un cabecilla terrorista abatido en el 2013 en el Vraem.

Los documentos acumulados en los últimos años sobre ‘Agustín’ lo muestran en varios momentos de su corta vida: a los 9 años con una media sonrisa portando un fusil; a los 12 años con una camiseta del Barcelona (irónicamente, con el logo de Unicef en el pecho); y a los 14 o 15 años en una foto grupal mostrada por la televisión, en la que figuran varios jóvenes contemporáneos suyos, todos en una ordenada fila y portando armas de largo alcance. Esta última es la imagen principal de esta página. Allí hay toda una generación.

El ascenso de ‘Agustín’, desde su condición de ‘pionerito’ hasta su participación activa en la columna terrorista, es una muestra prototípica de lo que Sendero planifica a largo plazo con el secuestro, el aislamiento y el sometimiento de menores. Pero nadie sabe cuántos ni dónde ni hasta cuándo.

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