Quienes hemos crecido en los años setenta y ochenta encontrábamos una especial fascinación en jugar carnavales. Perseguir a los amigos, vecinos y familiares con un balde de agua cualquier domingo de febrero era la dicha. Pero no era tan divertido cuando ibas caminando por la calle y te sorprendían con un globo de agua que irremediablemente reventaba en tu cuerpo. Había que tener habilidad para escapar de esas pequeñas bombas.
Cuando vemos a Martín Vizcarra esquivar cualquier relación, declaración o vínculo con Odebrecht, como si estuviera escapando de los globos de carnaval, no quiere que ni siquiera lo roce, aunque ya hace rato teme terminar empapado por esa bombita que puede estar llena de aguas bastante turbias.
La semana pasada, durante la entrevista que el mandatario le ofreció al periodista Jaime Chincha de RPP, Vizcarra hizo tantas maniobras para deslindar de todo aquello que significara el último escándalo de Odebrecht que terminó cayendo en preocupantes contradicciones.
Insistió en que nunca estuvo enterado de las reuniones del ahora exprocurador Jorge Ramírez con los enviados de la empresa brasileña, quienes a su vez conversaron con el también exministro de Energía y Minas. El propio primer ministro Vicente Zeballos ha admitido que estaba al tanto de esos encuentros, resulta difícil concluir que este no se lo haya comunicado a su jefe, paisano y amigo Martín. ¿O será que al presidente le ocultan hechos trascendentales como este, no se entera de nada o simplemente miente?
En la misma conversación con el periodista, Vizcarra deslizó la ya tan famosa y triste frase: “Yo no soy jefe del Estado, sino de Gobierno”. Y todo ello, una vez más, para que no le salpique nada de Odebrecht y su intento de llegar a un acuerdo para no llevar al Perú a un arbitraje internacional por el fin del contrato del gasoducto. En la dinámica de la entrevista, Chincha le decía al mandatario que en su calidad de jefe del Estado le competía el tema tanto del exprocurador como del acuerdo de colaboración eficaz con la constructora brasileña.
En el primer caso, repitió varias veces que Ramírez dependía de una comisión autónoma de procuradores; y en el segundo, subrayó que el acuerdo es responsabilidad única y exclusiva del Ministerio Público, y que él es muy respetuoso de la independencia de poderes.
¿Acaso la comisión de procuradores no está adscrita al Ministerio de Justicia? Si el acuerdo de colaboración eficaz es responsabilidad única de la fiscalía, ¿por qué en marzo del año pasado el Congreso interpeló al entonces ministro de Justicia Vicente Zeballos para que brindara detalles del acuerdo? ¿Si es tan respetuoso de la autonomía de poderes y sus decisiones, por qué regresó del cambio de mando de Brasil apenas se enteró de la remoción de los fiscales del equipo Lava Jato Rafael Vela y José Domingo Pérez, en diciembre del 2018?
Siempre es mejor decir la verdad, pues en tiempos de servidores encriptados, ‘codinomes’, delaciones premiadas y cartas con amenazas veladas y sutiles, todo termina saliendo a la luz ahora o con el paso de los años.
Queda claro que a Vizcarra no le gusta jugar carnavales, pues teme salir muy mojado.