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Gustavo a dos aguas, una crónica de Fernando Vivas sobre el presidente de Colombia
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Es un Pedro Castillo con predicamento, un Trump sin poder, un AMLO o Scheinbaum sin aprobación ciudadana, un presidente a la deriva institucional que juega a la loca con su política exterior.
Fue el único de la región que se enfrentó a Trump sin sacar rédito alguno en el intento. Llegó a insinuar -en un espasmódico post- que solo lo sacarían de Nariño (el palacio de gobierno colombiano) como a Salvador Allende (o sea, muerto con presunta complicidad de la CIA). Reculó mordiéndose los labios.
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Héctor Villalobos analiza a fondo los hechos políticos que definen la agenda, cada miércoles.
El martes 5, en otro post de esos, hizo un reclamo a Perú sobre islas del Amazonas, que, en otra boca y circunstancia, pudiera haber excitado al nacionalismo colombiano.
El 6 dio a entender que el reclamo sería formalizado ante la corte de La Haya como lo hizo Colombia ante Nicaragua y el 7, en Leticia, dejó a La Haya de un lado y pronunció su ‘declaración de estado’ desconociendo la soberanía peruana sobre la Isla Santa Rosa, aunque llamando al diálogo diplomático en la comisión bilateral Comperif.

La alusión a La Haya fue por el reclamo hecho por Colombia en el 2001 y recién resuelto en el 2012. En esa oportunidad, la corte dio la razón a Colombia sobre el reclamo territorial de fondo sobre varias islas del archipiélago de San Andrés, pero perdió ante Nicaragua en la delimitación de la frontera marítima, lo que determinó que abandonase la Corte.
La opinión pública colombiana ha tomado con pinzas y asombro a Petro. Que trasladara la celebración de la batalla de Boyacá a Leticia, tenía una explicación lastimera para él: la zona hervía en protestas. A ningún pueblo le hace mucha gracia que un presidente impopular ice la bandera para hacerlos marchar a un conflicto abstruso en la triple y armoniosa frontera de Perú, Colombia y Brasil.

Nuestra cancillería respondió automáticamente, cerrando filas: el territorio es peruano y sanseacabó. Con las horas, vino el sustento, que no es halagüeño para Petro.
Gustavo candelero recogió una inquietud colombiana sobre cambios en la naturaleza del gigantesco Amazonas que habrían hecho aparecer islas nuevas que, según su versión, el Perú se ha apropiado sin previa conversación como manda el tratado de Rio de Janeiro de 1934.
El año pasado hubo un antecedente que generó un pequeño revuelo. Un funcionario colombiano de segunda línea, en una reunión en la que estaba presente el alcalde Jack Yovera, del centro poblado de Santa Rosa en la isla homónima, insinuó que la isla no era peruana. Yovera hizo un intenso lobby hasta que su territorio fue convertido en distrito por ley del Congreso. Somos un país atomizado administrativamente que crea distritos con ligereza así que recibimos sin asombro uno nuevo. En Colombia, por el contrario, esto es motivo central en la declaración de Petro.
Heráclito en la selva
Cuando el sabio griego dijo “no te puedes bañar dos veces en el mismo río” quiso decir que el fluir del agua cambia la realidad. La Amazonía es más dialéctica, no solo el río fluye sino que su cauce cambia, desplazando su caudal hacia un lado u otro, lo que puede dejar inutilizados algunos puertos. Según leo en la revista colombiana “Cambio” (“Colombia no solo podría perder una isla en disputa con el Perú, también podría quedarse sin el río Amazonas”, del 6/8/25), el movimiento natural del Amazonas se ha dado a lo largo de los años hacia el lado peruano y se proyecta que Leticia se secará alrededor del 2030.

Ya su puerto está seco durante algunos meses. La isla Chinería, que no es nueva sino que fue asignada al Perú en la demarcación de límites, vio surgir frente a ella, en su lado sur más cercano al Perú, una isla que se dio en llamar Santa Rosa. Pero se secó el brazo de río que las separaba y se unió a Chinería. Por eso nuestra cancillería pide que se deje de usar el nombre de Santa Rosa y retomemos el de Chinería; pues el argumento de Petro es que la isla es nueva y se debe conversar su asignación.
Si se lee con frialdad a los expertos colombianos consultados por Cambio, por el periódico El Tiempo y por BBC News, entre otros artículos que he leído; Petro, en lugar de pelear por islas mentales, debiera buscar la colaboración peruana para permitir el dragado de la zona portuaria de Leticia, la ampliación de dársenas y otras obras que tendrían efecto sobre territorio peruano y brasilero. Pero no se puede esperar serenidad estratégica de Petro. Dejaría de ser él. Dina viajera deja el tema en manos de la cancillería. Esta irá con serie histórica de mapas en mano a la Comperif, que suena a pastilla que Gustavo puede tomar como calmante.










