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Encuesta Datum: Más del 60% votaría con escepticismo y rechazo en la próxima contienda
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Apatía en las urnas. Aunque más de 27 millones de peruanos estarán habilitados para ejercer su voto en las próximas Elecciones Generales 2026 (EG2026), un estudio realizado por Datum Internacional para El Comercio revela que al menos un 61% del electorado presenta un nivel de desafección media de cara a la contienda; es decir, votará, pero con escepticismo o con una inclinación hacia un voto de rechazo.
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Este porcentaje refleja el profundo desencanto político en el que se ubica el sector mayoritario de la población, con cifras que alcanzan el 64% en el norte y el 63% en el sur del país, respectivamente.
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Por otro lado, según el mismo estudio efectuado a escala nacional, se registra que un 31% de la ciudadanía experimenta una alta desafección: mayor riesgo de abstención, votos nulos, en blanco o incluso un voto abiertamente antisistema. Ese último sector se eleva al 38% en el centro y al 37% en Lima.
De este modo, las cifras arrojas que tan solo un 8% de los peruanos mantiene su confianza en la política, se siente representado y ejercerá su voto con convicción.
Para establecer el nivel de desafección, se usaron cinco preguntas clave sobre la intención de acudir a las urnas, la confianza en los candidatos, entre otros aspectos. Las cifras dan cuenta de un escenario preocupante.

Lo que se nos viene
Apenas el 35 % de los peruanos asegura sentirse identificado con el país. Y aunque ocho de cada diez afirman que irán a votar en las próximas elecciones, solo el 71 % cree que su voto puede generar un cambio, mientras que un 84 % afirma no confiar en los candidatos. Solo un 16% dice que sí confía. Y la mayoría considera que las decisiones políticas favorecen más a Lima que al resto del país.

En general, los sentimientos que tienen los peruanos frente a la situación política que se vive están marcados por la molestia y la cólera (27 %), la tristeza y la pena (21 %), la vergüenza (15 %) y la decepción (15 %). En el caso de la vergüenza, esta creció 11 puntos porcentuales con respecto a la medición de mayo de 2023.
La corrupción es el principal motivo de vergüenza para los peruanos (91%). Pero le siguen de cerca instituciones del sistema político: el Congreso (85%), el gobierno (79%) y los partidos (75%).
De cara a la próxima contienda, el 36% pide que la seguridad ciudadana sea el eje de la campaña. Y que los candidatos no tengan ningún antecedente encabeza como el principal generador de confianza en la política.
Quién es quién
En cuanto a perfiles, las cifras corroboran una vez más que popularidad no es sinónimo de intención de voto. Si bien hay un conocimiento sobre potenciales candidatos, todos —incluso nuevas figuras como Carlos Álvarez o Phillip Butters— aglomeran una percepción de que harán una mala gestión.

Para el analista político Enrique Castillo, la desafección política proviene de las sucesivas crisis que atraviesa el país desde 2016 y del comportamiento de los actores del Congreso y el Ejecutivo. A ello se suma la falta de opciones reales en el escenario electoral, pues las figuras actuales no representan una alternativa de cambio.
“Si juntas la desafección con la desesperanza, el resultado no es sorprendente y confirma este deseo que tiene la población de un cambio o la aparición de alguna persona que pueda cambiar el rumbo. Eso, aparentemente, no ha sucedido y lamentablemente la población profundiza más ese estado de desafección y de desesperanza”, expresó Castillo.
A pesar de ese contexto, Castillo rescata un elemento positivo: y es que la ciudadanía se mantiene crítica.
“La población sí tiene un perfil: gente que no esté metida en corrupción, que tenga capacidad de gestión, visión de país, etc. Y lo que te demuestran las cifras es que ninguno de los actuales candidatos califica con el perfil que la población tiene en su cabeza”, afirmó.
Por su parte, el analista político José Carlos Requena advirtió que, ante este escenario, el riesgo es que quien resulte electo carezca de la legitimidad y el respaldo necesarios para iniciar su gestión.
“Nos dirigimos a una elección en la que muchos estarán predispuestos a votar por discursos radicales, por el ‘que arda todo’ y por ‘quien sea’. Y ese ‘quien sea’ traerá un mensaje de ruptura tan fuerte que puede poner en riesgo varios cimientos, incluida la estabilidad económica que hemos tenido. Es un riesgo alto”, expresó.
Los peruanos no sólo no se informan de política, sino que además existe un rechazo abierto hacia ella. La desconfianza en los políticos, los casos de corrupción y la falta de transparencia han generado una desconexión emocional con la vida pública. Según la encuesta de peruanidad de Datum y El Comercio, publicada en mayo del año pasado, la política es lo que más avergüenza a los peruanos, sentimiento que viene en aumento al comparar con una encuesta previa del 2019.
Esta nueva encuesta profundiza en esa línea con el objetivo de entender cómo esta desafección puede impactar en el comportamiento electoral. La desafección política se entiende como un sentimiento de distanciamiento, rechazo o falta de confianza hacia la política, las instituciones democráticas y sus representantes. Se traduce en desinterés por los asuntos públicos, abstención, votos de rechazo o desconfianza hacia el sistema.
Para medirla, se utilizó una batería de preguntas que permitió clasificar a los ciudadanos en tres grupos: alta, media y baja desafección. Los resultados muestran que la mayoría de peruanos, 61%, se ubica en el nivel medio de desafección.
Esto significa que, si bien votarán, lo harán con dudas, con poca convicción o inclinados hacia un voto protesta, en blanco o viciado. La experiencia de la elección presidencial del 2021 ya mostró esta tendencia, más de tres millones de electores votaron en blanco o viciado y se registró un ausentismo mayor de lo habitual.
Asimismo, se observa que Lima, pese a ser la plaza con mayor acceso a información y medios, presenta un nivel alto de desafección. En contraste, en el sur del país se concentra la mayor proporción de ciudadanos conectados con la política. Allí predomina la idea de que el voto sí marca la diferencia, aunque un significativo 41 % afirma que la política le genera cólera. Esta mezcla de compromiso y enojo explica por qué en los últimos años la región ha mostrado mayores niveles de activismo, protestas y participación social.
La distancia entre ciudadanos y autoridades debilita la legitimidad del sistema y abre espacio a expresiones de rechazo. Recuperar la confianza exigirá transparencia e integridad, factores que serán decisivos en el próximo proceso electoral.

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