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Por José Carlos Requena y Fernando Vivas

El es un buen pretexto para cruzar miradas desde la izquierda y la derecha. Para , es prescindible si se pacta por la reforma política y la competitividad. Para , es la oportunidad de ensayar una Asamblea Constituyente o algo que se le parezca.

—¿Había mejor idea que un adelanto para salir del entrampamiento?
Jaime de Althaus (JA): Claro que sí. En realidad, el 27 de julio el gobierno había ganado todas las batallas, se aprobaron todas las reformas, menos la de la inmunidad. El presidente del Congreso, Pedro Olaechea, plantea una agenda de reformas que coincide con los temas planteados en el plan de competitividad. Bastaba cruzar ambas cosas para tener un acuerdo y las reformas pendientes para que en el futuro los gobiernos no caigan en la misma trampa de la gobernabilidad.

Alberto Adrianzén (AA): Vizcarra era la ilusión del fujimorismo al principio y se da cuenta de que por esos medios ha perdido, y decide romper con el referéndum. Es bien curioso porque critica la bicameralidad que él mismo había propuesto y los parlamentarios deciden prácticamente inmolarse con la no reelección. De ahí viene el tema de la reforma política, ahí comenzó el problema, porque con una gestión que prácticamente no tiene bancada, que no tiene partido, era un poco problemático que puedas empezar una reforma de esa envergadura. Si quieres un escenario comparativo, en Ecuador cuando cae Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacio –quien lo sucede– intenta hacer una reforma política y Lucio le dice: “No hagas eso, sino te vaco”. Entonces, si Vizcarra se quedaba sin referéndum y planteaba un tema más pausado de reforma política, a lo mejor no había esta crisis.

—¿Qué sería indispensable para quedarse hasta el 2021?
JA: Una agenda común es perfectamente posible y en ese sentido a mí me sorprende la poca voluntad completiva, como dicen los psicoanalistas, del gobierno. Las reformas, el plan de competitividad, van a quedar en letra muerta. El propio Congreso puede poner de su cosecha, porque el gobierno no se ha atrevido a incluir un par de reformas laborales que estaban consideradas inicialmente. El único sector en el que se focaliza la confrontación o el obstruccionismo es Educación. Entonces, es un lujo no tener un acuerdo.

AA: Un pacto que impida los excesos del Congreso. Tiene que entender el fujimorismo que no puede hacer lo quiera. Acabo de ver un artículo de Trotsky que habla de las buenas maneras. No las hay en estos momentos. Uno es el malnacido, otro dice cualquier cosa. Estamos en una crisis profunda y tienen que reconocerla por dos motivos: después de que dejó la presidencia Paniagua, todos han fracasado desde el punto de vista de cuántos parlamentarios sacan. García no se pudo presentar en el 2011, Humala no se pudo presentar en el 2016. El superávit económico se acabó. Esta democracia ha demostrado que ya llegó a su término y la economía también llegó a su término. Tienes 70% de informales. Hay que hacer reformas.

JA: El tema del estancamiento económico que mencionó también Beto [Adrianzén] se debe en gran parte –a mi juicio– a otros factores internos, al hecho de que a partir más o menos del 2011, un poco antes, incluso al final del gobierno de García, se empieza a restablecer un intervencionismo de baja intensidad, por decirlo así, en la economía, que está frenando todas las iniciativas privadas.

—¿Qué sería indispensable si se acordara el adelanto?
JA: Si se acordara un adelanto de elecciones, nada de esto se podría ejecutar, el plan nacional de competitividad prácticamente quedaría igual de muerto que el plan nacional de infraestructura. Las elecciones serían tan apuradas que los partidos tendrían que recolectar en la calle a los candidatos.

AA: Insisto en aceptar la crisis como punto de partida para resolverla. El candidato del oficialismo [Salaverry] salió de las filas del fujimorismo; el candidato del fujimorismo [Olaechea] salió de las filas del oficialismo. Es el transfuguismo total. De seis bancadas hemos pasado a 12. Si comparas la historia del Perú con el resto de la región, el Perú no ha tenido un gobierno en mayoría que sea capaz de poner un cierto orden en el país y hacer cambios fundamentales y necesarios. La mayoría fujimorista en el Congreso es ficticia. La única manera, desde mi punto de vista, de resolver el problema es cambiar de escenarios. Proponer otra cosa, ya lo he publicado, es la Asamblea Constituyente. Eso te desentrampa. ¿Qué va a hacer Vizcarra? ¿Cerrar el Congreso para una elección en un año? Es una locura.

JA: Esa es la ilusión política de la izquierda.

AA: No es ilusión. Es una forma de salir de ese entrampe, mientras los abogados se pelean por si es legal o no.

JA: Tenemos gobiernos que no son de mayorías, efectivamente. Será porque el sistema político no está bien diseñado y para eso se han propuesto reformas políticas. Con menos cambalaches, con menos transfuguismo, esa parte está hecha. Lo que falta es el tema de la gobernabilidad, que el gobierno que entre tenga mayoría en el Congreso. Para eso es el segundo lote de reformas que falta aprobar y son modificaciones constitucionales efectivamente, pero no se necesita una Asamblea Constituyente para eso, porque ahí con el pedido de la asamblea viene el contrabando de cambiar el capítulo económico para establecer lo que se ha hecho en Venezuela.

AA: La otra posibilidad es una elección con un Congreso que tenga funciones constituyentes. Yo no voy a pelear por la asamblea, pero sí por asumir el reto de modificar las reglas de la política y de la economía. Sí creo que es necesario casi escribir una nueva cosa. Ya no soportamos estos parches de elegir cada cinco años a tipos que no hacen nada. Yo voté por Toledo y lo lamento mucho, fue un farsante y un delincuente. No voté por García, voté por Humala y fíjate lo que pasó. Hemos llegado, desde mi punto de vista, al límite de la crisis. No estamos en un contexto como el 2000, que fue altamente politizado producto de la acumulación de fuerzas del año 97 en adelante. Ahora, es la antipolítica. Hasta Chibolín quiere ser presidente.

JA: Los problemas económicos en el Perú se deben a que desde la izquierda se ha intervenido el modelo económico. Ahora, para corregir los problemas económicos se introduciría más socialismo y más estatismo y la economía va a terminar al estilo venezolano.

AA: ¿Qué tiene de socialismo por el amor de Dios? Si las empresas hacen lo que quieren en este país. Miren los seguros médicos, la relación vertical de la clínica con los bancos, hasta con los cementerios. Será el antisocialismo eso, porque los que tienen las ventajas en este país son los empresarios, la puerta giratoria, la captura del Estado.

—¿Cómo ven a Vizcarra?
AA: Vizcarra no es populista. Es una persona medio rara, porque él se nutre de la antipolítica. O sea, tuvo la inteligencia de representar el antifujimorismo en una forma que es un significante vacío. No se puede hacer la política basada solamente en el anti. No ha tenido la capacidad de ir más allá en este juego pequeño de cómo subo en las encuestas. Otro problema que tenemos por delante es que todos estos conflictos que se han producido entre el Ejecutivo y el Legislativo se resolvían antes con golpes de Estado. Ahora están prohibidos prácticamente. Te aplican la Carta Democrática. Entonces, tienes que moverte en la democracia. Es otro escenario.

JA: Repito lo que dije desde el principio. El único terreno en que realmente hay confrontación es el tema educativo. Ahí hay confrontación total. Ahí sí el presidente podría plantear la cuestión de confianza. No podría hacerlo por este tema del adelanto de elecciones.