Según Borea, en una conversación privada, Kuczynski le reiteró que no incurrió en conflictos de intereses con Westfield Capital cuando fue ministro. (Foto: Lino Chipana/El Comercio)
Diego Chirinos

El presidente superó, casi en el último minuto, la mayor crisis de su gobierno. Y, para intentar evitar una declaración de vacancia por incapacidad moral permanente, eligió al abogado constitucionalista como defensor. Pasada la tormenta, el ex senador y diputado espera que Kuczynski haya “aprendido” de un proceso que califica como “inconstitucional”. También habla del Parlamento que encontró, del indulto y le pide “firmeza” a quien seguirá llevando “el timón de la República”.

— ¿Cómo se cocinó su designación para defender al presidente Kuczynski ante el pleno del Congreso?
El viernes pasado [15 de diciembre] llamó un gran amigo. Me dijo: “Queremos que seas el abogado del presidente”. Me estaba yendo de vacaciones el sábado. Pedí que me dejara pensarlo, hablé con mi familia y mi esposa me dijo: “Has luchado toda la vida por la democracia, no puedes dejar de hacerlo”. Entonces, le dije a mi amigo: “Acepto el reto, pero quiero que quede bien clara una cosa: ‘¿Tú me estás proponiendo o el presidente me eligió’?”. Me contestó que era un pedido del presidente, ya que se sentía cómodo con mi defensa. No podía quitarle el cuerpo a esa responsabilidad.

— ¿El jefe del Estado le pidió que su discurso de defensa tuviera algún componente en particular?
Ninguno. Le pregunté por todas las dudas que yo tenía y le dije que quería saber todo, pero, en primer lugar, si alguna de las acusaciones [de presuntos vínculos de su empresa unipersonal con Odebrecht] era cierta. Me lo negó de manera categórica, reafirmando todo lo que dijo en estos días. Que no tuvo participación en la gestión de Westfield Capital [mientras era ministro del gobierno de Alejandro Toledo].

— ¿El apelar a aspectos políticos fue una decisión propia o sugerencia del mandatario?
Tuvimos una primera reunión el domingo. Le conté las líneas argumentativas y le dije que no enfrentaría lo del debido proceso por el lado que se venía enfrentando. También lo iba a enfocar en el desvío del procedimiento predeterminado por la ley. Este no es un tema de responsabilidad política como se decía. Es un juicio donde se juzga la responsabilidad moral y las reglas para hacerlo son muy distintas. ¿Cómo se resuelve sobre la dignidad de las personas a partir de directivas de un tercero que no ha escuchado a las partes o que no conoce las pruebas?

— ¿Cree que la directiva de votar a favor de la vacancia fue de los dirigentes de Fuerza Popular?
No tengo claro de quién. Lo que tengo claro es que la inmensa mayoría de ellos dijo que iba a votar por la vacancia. El día que se planteó la moción, el congresista [Daniel] Salaverry dijo “renuncia o lo vacamos”. No querían escucharlo. La acusación, además, se basó solamente sobre la mentira. Uno no puede decirle a la población que lo que se quiere discutir es la mentira para, después, discutir temas sobre los cuales no han dado información ni tiempo para poder ejercer la defensa.

— Si bien son cortos, el reglamento del Congreso estipula esos plazos para la vacancia presidencial. Dicho reglamento tiene rango de ley.
No importa lo que la ley diga si va en contra de la Constitución y de los principios. Por el criterio de convencionalidad, no solo la Constitución es una norma de mayor importancia sino que los tratados, en especial los de derechos humanos, obligan a las normas a adecuarse a esos principios de derecho universal. Eso sucede con el Pacto de San José. La obligatoriedad de la norma viene en tanto esté inserta dentro del principio de jerarquía.

— La Constitución es la norma de mayor jerarquía en el Perú y no establece causales específicas de incapacidad moral. ¿Por qué, entonces, considera que declarar la vacancia por ese motivo hubiese sido inconstitucional?
Que uno se sienta libre para destrozar los derechos de personas por falta de requisitos no es constitucional, ni humano ni respeta la dignidad. Atenta contra el artículo 1 de la Constitución [vigente] y el artículo 45 de la Constitución de 1979, que dice con toda nitidez: “El poder emana del pueblo”. Uno no puede saltar desde pequeñas parcelas a decir “yo represento al pueblo”. El pueblo ya dijo quién era su representante para gobernar.

— ¿Ante el Congreso defendió la institucionalidad o la inocencia del presidente?
Bueno, si uno quiere acusar de algo a una persona, tiene que demostrarlo. En el caso del presidente Kuczynski, no había ninguna prueba que lo inculpara de actos irregulares. Se decía que él tiene que encontrar el documento [que acredite lo contrario]. El que tiene que encontrarlo es el que acusa, porque es quien está diciendo que se produjo algo irregular. Entonces, yo defiendo la institucionalidad general del sistema democrático peruano con separación de poderes.

— ¿Confía en la inocencia de Pedro Pablo Kuczynski?
Creo que todos deberíamos partir de un principio: ¿se ha probado que el presidente actuó indebidamente? No. Además, el proceso que estaban tratando de aplicar no era el correspondiente. Decir que se investigue no significa que no crea en su inocencia. Creo en la inocencia del presidente hasta que me demuestren lo contrario.

— Si bien –como señala– no hay pruebas contundentes de delito, sí las hay para pensar por lo menos en un presunto conflicto de intereses durante su función como ministro.
De los papeles que he visto, no lo he encontrado. Lo que se tiene que probar, si se quiere acusar al presidente, es que haya algún documento firmado o un video en el cual está dando instrucciones a alguien. Uno no puede, por suposiciones o prejuicios, condenarlo. Y supongamos que efectivamente se demostrase que mintió. Que hay una mentira por un hecho que no tuvo consecuencias perjudiciales para el Estado. Le llamas la atención u otra cosa, pero lo que no haces es vacarlo.

— Enfatizó mucho en la poca atención que ciertos congresistas le prestaban mientras ejercía la defensa del jefe del Estado. ¿Con qué sensación se fue del Parlamento?
Eso muestra el nivel de responsabilidad de quienes están representando al país en un momento tan difícil. ¿Cómo no desconocen a los ocho millones que votaron para que Pedro Pablo Kuczynski fuera presidente si están jugando con sus videojuegos o chateando? No se dan cuenta de que esa es una irresponsabilidad absoluta y una cuestión por la cual el pueblo tendría que llamarles la atención. Por tomar una decisión sin siquiera haber escuchado. La cereza de la torta fue cuando se trajo a una persona que no había estado en el debate [Maritza García], que no escuchó nada, para que decida si vacaba al presidente.

— ¿A qué atribuye esa actitud?
Mira, desde el autogolpe [de 1992], cada vez los que se reúnen en la plaza Bolívar han ido descendiendo en su nivel de debate y de capacidad de hacer leyes. Entre otras cosas, porque se ha prescindido de la Cámara de Senadores. El Senado es muy importante. Es el foro en el cual los grandes líderes de las organizaciones políticas conversan.

El jueves se decía: “¡Están conversando!”, cuando conversar es el abecé de la política. Si a uno lo convencen, ¿eso es compra de votos como dijo [Héctor] Becerril? Aquí cabe otro dicho: el ladrón cree que todos somos de su condición.

— Aunque no constituya una compra de votos, es indudable que se concretaron algunos acuerdos para evitar la vacancia. En ese contexto, ¿las lágrimas de Kenji Fujimori podrían ser sintomáticas?
Habría que preguntárselo a Kenji Fujimori. Así como soy un crítico intenso del fujimorismo del golpe y de quienes lo acompañan sin ningún propósito de enmienda, como lo acabamos de ver con el intento del golpe legislativo, hay que destacar cosas positivas como la del jueves. Personas de Fuerza Popular que votaron en contra [de la vacancia], o el caso de Jorge del Castillo y Luciana León, insultados por la intolerancia de quienes forman parte de su organización.

— Horas antes de la sesión, el jefe del Estado le adelantó a un medio colombiano que la oposición no tenía los 87 votos para vacarlo. ¿Le dijo a qué se debía esa seguridad?
El presidente podía tener esa percepción. Yo tenía la contraria. Si la vacancia se hubiese concretado, hoy todo sería un caos. Y del caos nunca sale nada bueno. Por eso, en democracia hay un período de antagonismo durante las elecciones presidenciales, pero no se puede pasar los cinco años peleando. Hay un período de cinco años en los cuales se tiene que dejar gobernar al que ganó y, luego, se vuelve a abrir el debate.

— ¿Qué siente cuando se dice que Kuczynski superó el pedido de vacancia gracias a Kenji Fujimori y no gracias a su defensa?
Me da lo mismo porque, al final de cuentas, lo importante es que el Perú se salvó de la anarquía. Si uno quita los diez votos de Kenji y suma los diez votos de los partidos que tuvieron un historial democrático como el Apra y Acción Popular, tampoco vacaban a PPK. A pesar de que los comunistas votaron en contra [en alusión al Frente Amplio]. La sorpresa fue que personas que dicen admirar a gente que estuvo siempre en el sector democrático terminen abriéndole la puerta al golpismo.

— Al ser un “crítico intenso” del autogolpe, asumo que rechazaría un eventual indulto a Alberto Fujimori.
Ese es un tema que tiene que decidir el presidente y está dentro de sus atribuciones.

— ¿Cuál sería su reacción si eso sucede?
No estoy de acuerdo con el indulto. Lo he dicho y lo sigo diciendo.

— En una reciente entrevista dijo que estaba decepcionado del ex presidente Alejandro Toledo, al que apoyó. ¿Cree que con Kuczynski no se repetirá esa historia?
Alejandro me decepcionó como a todos los peruanos. Espero que eso no suceda [con Kuczynski] y no creo que sea así. El presidente es una persona que, en su campo, supo desarrollarse de la mejor manera. Y, de aquí en adelante, habrá aprendido que a la mujer del César no le basta ser honrada, sino también parecerlo.

— ¿Seguirá ayudando al mandatario, por ejemplo cuando acuda a la Comisión Lava Jato, por las acusaciones en su contra?
A mí me pidieron que ayudara en una cosa puntual. Pero, si se amenazara con la vacancia del cargo por otra razón fútil o utilización malsana de un vacío, naturalmente volvería a la cancha.

— Algunos se preguntan quién asumió el costo de su defensa al presidente. ¿Fue el mandatario a título personal o el Ejecutivo?
No he aceptado ningún pago del Estado para defender al presidente Kuczynski.

— ¿El revuelo generado tras su presentación ante el Parlamento podría animarlo a volver a la política o ese es un capítulo cerrado?
La política no está descartada porque hay que volver a ella cada vez que uno sienta que es necesario. Soy un hombre de formación política.

— ¿Ser ministro del actual gobierno es una opción?
Para mí, la opción ahorita es seguir viendo mis casos como abogado. Pero puedo decir nombres de gente notable. Gente que no tiene más aspiración que servir al país, como Fernando de la Flor, Ángel Delgado, Aurelio Loret de Mola. Un gran canciller sería Harold Forsyth, por ejemplo.

— Pasada la crisis, ¿considera necesario establecer requisitos para determinar la vacancia por incapacidad moral?
Los temas importantes hay que discutirlos con frialdad. Las constituciones no son salidas a crisis políticas. Creo que hay que esperar a que baje un poco esta marea.

— Pero estaría a favor de definirla.
Más que causales, hay que decir en qué momentos procede y que no puede ser utilizada nunca como pretexto para copar el poder o para hacer por la vía indirecta lo que está prohibido hacer por la vía directa.

— Dijo que en la política no todo es enfrentamiento. ¿Cree que en este momento el gobierno debe dialogar o enfrentar a la mayoría fujimorista?
Esa pregunta hay que hacérsela a los dos. Ambos deberían tratar de tender puentes. Ahora, si uno tiende puentes, como pasó, y el otro los dinamita, el presidente tiene que gobernar con firmeza. No con abuso, con firmeza. Porque el que pretende dirigir y no es firme, no puede llevar el timón de la República.

— ¿Es momento para que Kuczynski se ponga firme con la oposición?
Creo que es momento para que el presidente gobierne con firmeza, pero también para dialogar. Hablar con las distintas posiciones para ver cómo sacamos adelante al Perú.