
No solo Dina tomó el Midis cuando se puso el fajín de ministra de Inclusión Social el 29 de julio del 2021, sino su hermano Nicanor. Él no podía tener un puesto en el gobierno central, porque hubiera sido nepotismo. Pero podía tenerlo en un gobierno local. Hubo una espectacular triangulación (expuesta en su momento, y no desmentida, por el portal Sudaca): Enrique Vílchez, amigo y ex colega de Nicanor cuando trabajaron juntos en Sencico, era gerente municipal de Pueblo Libre. Enrique pasó a ser el secretario general del Midis (hoy lo es del despacho presidencial) y Nicanor pasó a ser asesor de la alcaldía. El alcalde Stephen Haas permitió ese enroque que era muy importante para la estabilidad laboral y las ambiciones de los Boluarte y de Vílchez. Por cierto, Haas ha sido nombrado en enero agregado de nuestra embajada en España (el fichaje del exalcalde y ahora militante del partido Primero la Gente ha sido el motivo que alegaron Susel Paredes y Flor Pablo para renunciar a ese grupo, pero esa es otra historia).
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Volvamos al Midis. Antes de tomar el ministerio, Dina tuvo que pedírselo a Pedro Castillo y a Vladimir Cerrón. Conversé con una fuente política que la conoció en la campaña y la recuerda convencida de que esa debía ser su cartera. Mi interlocutor me dijo que le sorprendió gratamente su discernimiento político, pues tomar el Midis en el 2021 era una señal de que los Boluarte querían crear una base política propia y progresista, independiente del radicalismo de Perú Libre y de la incapacidad de Castillo. Por otro lado, Dina había hecho fuerte activismo en la campaña, incluso asumió la primera línea en la batalla contra el fraudismo; así que los socios Pedro y Vladimir, si es que tenían otros planes para el sector, les hubiera costado defraudarla. Mis fuentes coinciden en que en ese entonces Dina solo conocía el Reniec y carecía de la visión de Estado que si tenía Nicanor, ex vice ministro de Trabajo y veterano en otros sectores. Podemos presumir, por lo tanto, que él orientó sus primeros pasos en el Midis.
Miembros de los ‘comités de ciudadanos’ que fundó Nicanor para apoyar a Castillo, consiguieron trabajo en el sector y este ha sido -luego de las prefecturas- una base para fundar el partido Ciudadanos Por el Perú. Pero hay otra tesis más oscura: el partido no sería lo único importante ¿Qué futuro podría tener un partido oficialista, ‘dinista’ o ‘boluartista’ en el Perú desaprobador? Entonces, se refuerza la sospecha de que los programas sociales son vistos como botín de empleo y corrupción. Pongo los dos conceptos en una ecuación, pues se ha generalizado en este quinquenio la práctica de cobrar por conseguir puestos de trabajo, ya sea para alimentar a un proyecto político o al bolsillo de sus promotores o a un combo de los dos.
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Provéeme mucho
El Midis se vanagloriaba, desde que lo fundó Ollanta Humala en octubre del 2011, de no haber padecido ningún escándalo grande de corrupción. Le pregunté a una ex ministra por cuál era el flanco más apetitoso y vulnerable al pillaje: “Qali Warma, sin ninguna duda, porque ahí no llegas directamente al beneficiario, sino que hay intermediarios, los proveedores” me respondió. Por esa razón, la gestión de Paola Bustamante creó un sistema de control simultáneo de los procesos de compra que fue muy aplaudido. Sin embargo, la pandemia echó las cosas a perder. El reparto de alimentos se suspendió por unas semanas y cuando se retomó, en lugar de llegar a los colegios donde no había clases presenciales, se dio canastas a las familias. El sistema que había adiestrado al personal educativo y a los padres de familia a participar en el control, se había relajado y, ¡zas!, en ese momento cayeron los Boluarte con Vílchez.
Dina mantuvo a varios de los cuadros que encontró en el sector. Eso le permitió ganarse el respeto de los ex ministros que arquearon las cejas cuando vieron el apetito nada sano con el que el que debutaron Castillo y Cerrón. Fredy Hinojosa, el actual jefe de gabinete de asesores y vocero presidencial, ya estaba al mando de Qali Warma cuando llegó Dina. Había sido designado por Paola Bustamante en marzo del 2019 cuando volvió a ser ministra en los últimos meses de Vizcarra. Hinojosa fue quien propuso y ejecutó reformas que relajaron controles en la pandemia, y -esto lo sostiene e investiga la fiscalía- habría sido quien hizo los ajustes legales que permitieron declarar, en un sistema que privilegia las compras a proveedores locales, a algunos productos como ‘macroregionales’, ampliando así el mercado para las conservas Don Simón de la empresa Frigoinca del difunto Nilo Burga.
Que Hinojosa ostente la doble función de jefe de gabinete y vocero, mantiene la alerta roja sobre Palacio. Que haya sobrevivido al ministro Julio Demartini es tan elocuente que sugiere un resquebrajamiento en el dinismo. Demartini había superado una interperlación a fines de noviembre pasado y una moción de censura. En ambos momentos se activó el aparato palaciego para respaldarlo. Sin embargo, el 10 de enero, en Willax, se difundió un audio entre un misterioso personaje, Carlos Guillén Anchayhua, y Noemí Alvarado (la ex trabajadora de Frigoinca cuyo testimonio fue clave para develar el escándalo de las conservas podridas), que daba a entender que el ministro buscó sobornarla. Días después hubo otro reportaje en el que Demartini, según un documento de la fiscalía, aparecía implicado en una intriga con Andrés ‘Chibolín’ Hurtado y Mateo Castañeda, el ex abogado de la presidenta. En este segundo caso la fiscalía aclaró que se trataba de un documento falso.
Demartini está en cura de silencio desde el viernes 31 cuando fue reemplazado por Leslie Urteaga. Pero conversé con una fuente que lo conoce bien y me contó que, tras la aparición del mentado audio en escena y del documento desmentido por fiscalía, el ministro cree que Guillén es un operador digitado por personas del gobierno que quieren echarle encima todo el peso del escándalo. Su sospecha, según la fuente, es que los ajustes que hizo luego de que se denunció el caso en marzo del año pasado, pisaron cayos sensibles. Las cabezas que tuvo que cortar y el ingreso de contralores habrían atemorizado a muchos. Demartini, me dijeron, tuvo el respaldo de Dina cuando hizo esos anuncios, incluyendo en cambio de nombre de Qali Warma a Wasi Mikuna. Sabía que los correctivos lo harían colisionar con excolegas del ministerio. Se sentía incómodo -esto lo subrayó la fuente- con la presencia de Hinojosa en Palacio. Todo esto lo llevó a decirle a Boluarte, antes de que ella partiera a Davos el 19 de enero, que era mejor apartarse del gabinete. Ella le dijo que lo pensaría. Volvió de Davos y el escándalo seguía crepitando. Demartini fue el viernes 31 a Palacio a volver a hablar ella respecto de su salida. Dina le dijo que ya había decidido un cambio ministerial y que no se iría solo. En efecto, al final de ese día, juraron los reemplazos de Demartini, del MEF José Arista y la ministra de la Mujer, Teresa Hernández.
Así como Leslie Urteaga, la nueva ministra del Midis, se mantuvo en la banca esperando un nuevo encargo; Demartini también ha quedado en la banca. Es posible que le den una embajada política, quizá la de Roma (destino ya recorrido por embajadores políticos como Carlos Roca, Rafael Rey o Luis Iberico). Cuando le pregunté a mi fuente cómo así el ex ministro busca mantenerse en la órbita de Dina si percibe que de su mismo entorno le han lanzado tantos puñales, me respondieron que él aparta a la presidenta de las maquinaciones que atribuye a otros como Hinojosa, que actuaría por interés propio o Morgan Quero, en la creencia de que así protege a su lideresa. El Minedu ya salió a aclarar que en la media docena de visitas que hizo Guillén al ministerio no se reunió con el ministro Quero. La duda sobre su ex colega del Midis (Quero fue jefe de gabinete de asesores de la ex ministra Dina) acompañará a Demartini a Roma o a donde vaya.
El escándalo, las intrigas y la cabeza de Julio Demartini coinciden con el proyecto, ya formulado a grandes rasgos por el PCM Gustavo Adrianzén, de fusionar el Midis con el Mimp. De hecho, para el gobierno es mejor un debate en torno a un posible ‘Mis’ (‘ministerio de la Mujer e Inclusión social’) que mantener al rojo vivo la sospecha de que los Boluarte, en el 2021, sembraron y jugaron su futuro en los programas para los pobres.