El presidente Martín Vizcarra y la vicepresidenta Mercedes Araoz forjaron una amistad desde el 2015. (Foto: Congreso de la República)
El presidente Martín Vizcarra y la vicepresidenta Mercedes Araoz forjaron una amistad desde el 2015. (Foto: Congreso de la República)
Rafaella León

La vicepresidenta fue una de las primeras personas que entrevisté durante la investigación que me llevó a escribir un libro sobre el presidente . La visité en su despacho de Palacio de Gobierno en octubre del 2018, buscando entender algunas claves de la relación que construyó con él desde el año 2015, cuando se conocieron.

Ella aceptó contarme muchos detalles de una amistad que, como ocurre con los amigos, ha transitado por no pocos altibajos. “Podemos discutir, pero confía en la honestidad de mi palabra. Me escucha, aunque no necesariamente tiene que tomar mi posición”, me dijo aquella vez.

El exgobernador moqueguano y la economista –entonces con un cargo en el BID (México)– se conocieron durante un foro sobre conflictos sociales organizado por ESAN. “Me cayó muy bien, teníamos una mirada muy parecida. No había contradicción y recién nos habíamos conocido”, recordó ella.

Poco tiempo después Pedro Pablo Kuczynski, quien buscaba gente para su campaña presidencial del 2016, reclutó a Araoz. “He conocido a un gobernador que me ha parecido muy bueno, evalúalo”, le comentó al candidato.

Kuczynski había recibido la misma sugerencia por otro lado, así que –como explico en mi libro “Vizcarra, retrato de un poder en construcción”– luego de tres reuniones con el exgobernador de Moquegua, este finalmente aceptó formar parte de su equipo.

“Había varios grupos que se acercaban o trabajaban con PPK, pero nosotros dos no éramos de ninguno en particular. Creo que por eso nos unimos más; nos hicimos muy amigos”, recuerda Mercedes Araoz.

La campaña era un caos, con protagonismos y pullas internas que llevaron a PPK a colocar a Martín Vizcarra como jefe de la misma. “Ahí fuimos más ‘yuntas’”. La confianza entre Araoz y Vizcarra era tal que en campaña se llamaban entre ellos ‘hermanitos’. “Nos bromeábamos porque su cumpleaños es el mismo día y año del de mi hermana, el 22 de marzo del 63. Yo soy mayor. ‘Obedéceme’ le decía a veces cuando se ponía retrechero”.

En algunos momentos Vizcarra sentía que Kuczynski no lo incluía en su círculo de confianza o que solo consultaba asuntos de la campaña –y luego incluso temas de gobierno– con su grupo de íntimos (Fernando Zavala, Alfredo Thorne, Ricardo Luna).

“PPK no me ha llamado”, le comentaba a Araoz. “Martín tiene algo que yo le critico. Y se lo he dicho. ‘Qué importa que no te haya llamado: métete. Vamos a meternos a su oficina’. A él no le gusta meterse. Soy más atrevida en ese sentido”.

El carácter poco integrador de Kuczynski, sin embargo, no impidió que en algún momento los tres comprobaran que ser parte de una misma plancha presidencial había generado un inusitado cariño. “Esa unidad que teníamos los tres en un momento PPK la apreció muchísimo. Después bajó porque Martín estaba en el ministerio, yo en el Congreso y PPK inaugurando un gobierno con Fernando [Zavala]...”, recuerda Araoz.

La vicepresidenta defendió a Vizcarra cuando la oposición utilizó la polémica adenda para la construcción del aeropuerto de Chinchero como arma política para golpear al entonces ministro de Transportes, y de paso desestabilizar al gobierno.

“Eso fue una guerra con libreto. La primera vez que quiso renunciar [al MTC] le dije: ‘No renuncies, de acá no te van a poder sacar’. Y esa primera vez me escuchó. La segunda vez yo estaba de viaje y no lo pude convencer; era un buen ministro”.

Los meses que siguieron a su salida del MTC –entre mayo y octubre, antes de irse como embajador a Ottawa–, Vizcarra fue apartado del círculo cercano de PPK. Incluso, sin oficina (le había cedido su despacho de vicepresidente a Araoz, pues él utilizaba más el del ministerio), fue ubicado en un pequeño escritorio.

Aunque sí participaba en los consejos de ministros –a diferencia de lo que ocurre hoy en día con la vicepresidenta Araoz, excluida de los cónclaves del Gabinete–, “no tenía ni voz ni voto, no definía nada; PPK dejó de consultarme”, me dijo Vizcarra.

“Yo no quería que se fuera a Canadá. Yo quería que fuera primer ministro”, continuó la vicepresidenta sobre la época en que el Congreso le negó la confianza al Gabinete Zavala.

“Fui la primera en decirle [a Vizcarra] que se quedara. Pero él buscó un espacio para su intimidad y tranquilidad”. El cargo recayó entonces en Araoz. En diciembre del 2017, Vizcarra decidió que no renunciaría a asumir la presidencia, si PPK era vacado.

“No estábamos de acuerdo en eso. Yo le dije: ‘Deberíamos renunciar, nosotros hemos venido juntos, somos un equipo. Podemos ir los tres a defender este tema a fueros internacionales’. Pero Martín me hizo ver algo: si él dejaba de ser vicepresidente, ¿quién protegía al presidente PPK y a nosotros como equipo? En el fragor del momento uno se enciende, había que meditar...”.

Cuando Kuczynski les propuso a ambos anunciar que si se iba él, se iban también sus vicepresidentes, Vizcarra se negó. Poco después decidió no volver a hablar. Araoz tampoco estuvo de acuerdo con Vizcarra cuando este, ya presidente, nombró primer ministro a César Villanueva, el articulador de la segunda vacancia contra PPK.

“Creo que se equivocó en dos cosas, y se lo dije. Eso de poner a la persona que impulsó la vacancia me pareció terrible. Y luego ¡cambiar a todos los ministros! Tenía un equipo que estaba muy afiatado. Muchos de ellos habían sido ministros con él y se sintieron maltratados”. El presidente Vizcarra le dijo que tenía que marcar un punto de quiebre. “Te digo que no te sirvió”, le respondió ella en esa ocasión.

-¿Usted le reprocha algo a Vizcarra?
Sí, él lo sabe. El creer en el fujimorismo en su momento, pensar que lo iban a dejar trabajar. El no marcar bien la cancha. Yo le dije: Eso no es confiable. Tuve una gran desilusión. ¿Gobernar sometido a los vaivenes de la mirada de este grupo? Para eso no íbamos. Luego se dio cuenta de que lo querían someter, no negociar, no conversar, y tomó las riendas como debía. Esas reuniones con Keiko ocurrieron, y no me parecieron. Martín se dio cuenta de lo que ella pretendía. Me han dicho que lo maltrató. Y él sí resiente esas cosas, a él no le gustan las personas que maltratan a otro o lo miran por debajo.

-¿A PPK se le pasó por la cabeza la palabra ‘traidor’?
Sí, claro. Pero hay que darle la vuelta a la página. Tiempo después, en una reunión con PPK, Martín me dijo: “Yo también me puedo equivocar, me he equivocado, confié, no debí confiar”. La reunión que tuvimos en casa de Pedro Pablo fue una clara señal de que uno tiene que aprender a convivir con las decisiones de los otros también, erradas o no. Vivir en el resentimiento es el error más grave que uno puede cometer en política.

-¿El presidente confía en usted?
Sí, creo. Hubo muy buenos momentos con Martín, tengo un aprecio muy grande por él. Tiene mucha calidad humana. Hemos tenido momentos de conversar, de reírnos; es bien competitivo. Él siempre gana en tenis. Lo fastidiaba: “¿A quién le has ganado?”.

-¿Sigue siendo el Vizcarra que conoció el 2015?
No lo he visto transformarse por el poder. Sigue siendo la misma persona, austera, no es de lujos, es empático con los demás, es muy reservado y trata a todos por igual. A veces puede ser terco, pero no es sobrado. Yo también soy terca. Él es menos pasional que yo. Cuando me dice: “Piénsalo”, paro y pienso. Él es más cabeza fría, más racional, como buen ingeniero. Yo soy más de mirar todo el bosque, como economista: por dónde vienen los impactos.