A mediados de setiembre, juró el Gabinete Ministerial encabezado por la presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz. (Foto: PCM)
A mediados de setiembre, juró el Gabinete Ministerial encabezado por la presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz. (Foto: PCM)
Mario Mejía Huaraca

Los analistas Luis Nunes, Enrique Castillo y Juan Paredes Castro reflexionan sobre las limitaciones y alcances del nuevo que viene preparando el Ejecutivo.

1. ¿Qué se debe entender por Gabinete de reconciliación?

Luis Nunes: ​Ese Gabinete debería ser lo suficientemente amplio en pensamiento y en ‘expertise’ político, académico y técnico que permita ser integrado por personas que, más allá de una ideología política, tengan una mirada más abarcadora. Reconciliación significa unir esfuerzos, llevarse bien con todos, si no tiene ese sentido estaríamos ante una palabra bonita, pero sin contenido. Significa pasar la página, dejar atrás la rencilla, pensar en el país y no en el cálculo político.

Enrique Castillo: Creo que el presidente Kuczynski o la primera ministra no han sido claros en definir qué entienden por reconciliación en esta coyuntura. Eso deja mucho espacio para la confusión y la crítica. La reconciliación no va a llegar por el nombramiento de un Gabinete multipartidario. Aunque puede ser un buen primer paso. Lo deseable es que la reconciliación pueda iniciarse por la acción de personalidades reconocidas que puedan estar equidistantes de las partes que están enfrentadas de una u otra forma.

Juan Paredes Castro: Reconciliación significa curar heridas, aproximar diferencias, hablar de la unidad de partes enemistadas. En este caso no veo posible, ni veo para qué, un Gabinete de reconciliación porque me parece muy grande y pretencioso para lo que podría ser. Lo que sí es factible es un Gabinete de apertura, un Gabinete de ancha base que casi nunca se ha podido lograr por los grandes desacuerdos y diferencias políticas.

2. ¿Cuál debería ser el perfil de los integrantes del nuevo Gabinete?

Luis Nunes: Esos ministros deberían ser personas de alta capacidad política; es decir, ser buenos negociadores, que estén preparados técnicamente para estos cargos. Acá hay personas con esos pergaminos que no necesariamente tienen que estar atadas a una ideología determinada, ellas están en la sociedad, en las universidades.

Enrique Castillo: El nuevo Gabinete debería tener un perfil muy distinto al que ha tenido hasta ahora este gobierno. Debe estar integrado por personas independientes o de algunos partidos, pero con autoridad y credibilidad reconocida por una buena mayoría de la clase política y de la población. Eso implica que no deben tener la sospecha de haber participado en lo que se ha llamado negociaciones por el indulto aunque estas no hayan sido ciertas. Además, deben tener un liderazgo que ayude al presidente a superar la actual crisis.

Juan Paredes Castro: En el nuevo Gabinete no debería estar Mercedes Aráoz, ella debe guardarse para la reserva vicepresidencial. Yo comenzaría con nombrar a un primer ministros de mucho peso político, con mucha experiencia política y con gran visión política. Sé que es difícil de designar a alguien así en estas circunstancias y difícil que alguien acepte el reto. Alguien que defina con el presidente las personalidades adecuadas en cada sector de acuerdo con las circunstancias que enfrenta el país. Hay que designar a las personas adecuadas para las tareas precisas a fin de generar confianza en la gente de que las cosas van a cambiar.

3. ¿Sería un error que fujimoristas integren el Gabinete?

Luis Nunes: No. Si se habla de un Gabinete de ancha base nadie debe quedar afuera. Si hay alguien de la gente de Alberto Fujimori que quiera prestar servicio a la nación y el presidente lo llama, debería aceptar. Tiene que haber apertura. Y si se trata de alguien ligado a la izquierda democrática, también. Con las fuerzas democráticas se levanta un país. Hay gente valiosa en diversas fuerzas políticas, Luis Iberico de APP podría ser un buen ministro, Francesco Petrozzi de Fuerza Popular está ligado a la cultura y puede ser ministro de Cultura.

Enrique Castillo: Eso va a depender de lo que el fujimorismo quiera hacer de ahora en adelante. Y, además, debemos preguntarnos si podemos hablar de un fujimorismo o de dos. Integrar el Gabinete es, ante la opinión pública, cogobernar en los hechos. La otra opción es la de la oposición “constructiva” que es de colaboración, y que podría seducir al kenjismo. Y la otra es la que han tenido hasta ahora. Eso depende de las decisiones posindulto y de lo que hagan y digan Alberto, Keiko y Kenji.

Juan Paredes Castro: ¿Para qué invitarías a alguien del fujimorismo a un reto dentro del Gabinete? No para mostrar que hay una buena relación con el fujimorismo, sino para mostrar resultados. Se trata de que alguien acepte el reto de integrar un Gabinete para un fin determinado: devolver la confianza a las personas. No importa el color político, por eso lo llamo Gabinete de apertura. Sería en servicio al país y no resultado de un pacto o del pago de un favor.

4. ¿Cuál debe ser la estrategia política posindulto que tendría que aplicar el presidente?

Luis Nunes: Este año podría llamarse el año de ‘Una sola fuerza’. El presidente debería rescatar esa consigna usada en la emergencia y todos deberíamos empujar el carro. Hay inversiones paradas, el precio de los metales está subiendo, hay una serie de oportunidades que no se pueden perder. Este es el año para hacerlo. PPK tiene que asumir el liderazgo, ser un gran convocante, tender puentes, al país le hace falta puentes de confianza, pues hay muchas dudas y desconfianza.

Enrique Castillo: Kuczynski debe diseñar esa estrategia política con ese nuevo Gabinete. Y debe ser mucho más amplia que una palabra, un decreto y con recursos para las reparaciones de las víctimas.

Juan Paredes Castro: Una línea de esa estrategia sería que PPK asuma un discreto papel frente a un primer ministro que debiera ser quien se encargue de poner en marcha las cosas del Gobierno del día a día, porque el presidente enfrenta una investigación por Lava Jato y no se pueden distraer las tareas del Gobierno. Hay que fijar las metas de a dónde queremos ir y qué queremos hacer.

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