Martín Vizcarra se rodeó de los presidentes que hubieran estado en una toma de mando convencional. También estuvo el secretario de la OEA, Luis Almagro. (Foto: Sepres)
Martín Vizcarra se rodeó de los presidentes que hubieran estado en una toma de mando convencional. También estuvo el secretario de la OEA, Luis Almagro. (Foto: Sepres)
Fernando Vivas

Los expertos en cumbres, que saltan de una a otra, tienen una doble parafernalia de rapel: ante el micrófono, son retóricos y bien intencionados; en los cócteles, son escépticos y mordaces.

Un diplomático mordaz comentaba que esta era una “vicecumbre”, pues un ex vicepresidente la presidía, el vicepresidente Pence reemplazaba a y había “vicetemas”, pues la “gobernabilidad democrática frente a la corrupción” no es gran tema cuando el mundo está angustiado entre la guerra y la paz.

Sin embargo, muchos de los participantes se abocarán a lograr que las 57 conclusiones plasmadas en papel sean su agenda. Por ejemplo, que a partir de ahora la mayoría de países de la región adopte algunos nuevos estándares de transparencia en su información pública.

Y para quienes se lamentaban por la falta de estrellas antagónicas, Trump, y Raúl Castro, pues el cierre de la plenaria trajo un vibrante duelo verbal: el del vicepresidente Mike Pence y el canciller cubano Bruno Rodríguez.

Si Maduro fue excluido de la cumbre y autoexcluido de la paralela Cumbre de los Pueblos, Venezuela estuvo muy presente en el corazón y la cabeza de todos. Fue el dramático tema no oficial junto a otro: el asesinato de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, de “El Comercio” de Ecuador. Si la escalada bélica se confirmó como razón principal de la ausencia de Trump, el crimen de los ecuatorianos fue razón del inmediato retorno de Lenín Moreno. Dos hechos que le restaron peso a la cumbre, pero le dieron un dramatismo por ausencia.

—Evo y Piñera—
Las primeras horas de atención de la cumbre fueron acaparadas por Ivanka Trump, tuiteando en inglés y en español sus pasos, a grandes trancos, por los enfoques de género y de emprendedurismo. Pero tan pronto llegaron los presidentes y Pence, tomó lugar a mitad de la platea.

La ceremonia de inauguración empezó con algo más de una hora de tardanza. No solo fue el dilema de Pence entre conectarse con su país en momentos en que Trump daba un mensaje a la nación y atender la cumbre, sino el despiste pasajero de un par de delegaciones presidenciales que se pasó de largo por la Vía Expresa de Javier Prado y llegaron hasta el Jockey Plaza.

La larga espera tuvo sus bemoles. Mientras el público se impacientaba, los presidentes tuvieron ocasión para conversar y hasta se produjeron algunas improvisadas bilaterales, fuera de agenda. Por ejemplo, Chile y Bolivia no tienen relaciones diplomáticas normales desde 1978 y hoy se les suma un proceso en la corte de La Haya; pero sus presidentes Sebastián Piñera y Evo Morales sostuvieron una conversación casual y distendida en el salón VIP del Gran Teatro Nacional. Las fotos exclusivas a las que tuvimos acceso (una de ellas, a la izquierda) muestran un saludo cálido. Luego de él, vino una charla que pareció íntima y grave.

Los presidentes Sebastián Piñera, de Chile, y Evo Morales, de Bolivia, sostuvieron una charla casual.
Los presidentes Sebastián Piñera, de Chile, y Evo Morales, de Bolivia, sostuvieron una charla casual.

Morales, el más duradero presidente de la región (asumió el mando en enero del 2006), tuvo, más adelante, que salirse de la agenda oficial para defender, casi solitario, a Maduro, frente al coro crítico de los presidentes que dominaron la cumbre. Su firma, así como la de algunos países de Centroamérica y el Caribe, no aparece en el manifiesto final sobre la crisis venezolana.

—Por fin asumió—
Martín Vizcarra tuvo su primer roce estelar, el que no tuvo cuando Luis Galarreta le puso la banda. De alguna manera, la cumbre fue una suerte de visita diferida de los presidentes que no asistieron a su toma de mando. También lo fue para la maestra Maribel Díaz Cabello, su esposa, que paseó con las primeras damas y visitó una obra social mientras sus maridos andaban de plenaria.

Los 57 puntos del Compromiso de Lima son recomendaciones generales que cada país traducirá a su normativa y sus circunstancias particulares. Vizcarra dijo que, en lo que al Perú respecta, en los próximos días conoceremos medidas concretas inspiradas en ese compromiso. Sería una demostración, contra el escepticismo de los cocteles, de que las cumbres para algo sirven.