El outsider tecnócrata, el magnate del Norte, el empresario de la educación, el milagro de Ayaque. Con esos y otros vocativos, los seguidores de César Acuña Peralta intentan definirlo y posicionarlo, esperando que logre pasar a la segunda vuelta presidencial. Cuidado que ya antes Acuña obró un milagro electoral: convertirse en máxima autoridad en Trujillo, corazón del sólido norte que el Apra se jactaba de dominar. También en Lambayeque su partido, Alianza Para el Progreso, sometió al aprismo con victorias aplastantes. Y si aquello podía resultar mortificante para Alan García, el ego colosal del ex presidente debe andar avinagrado al verse superado en las encuestas mensuales por el chato millonario de la raza distinta.
La mala noticia para César Acuña es que lo que debería ocurrirle en marzo del 2016 le está sucediendo con demasiada antelación. La mejor receta para perder la maratón es arrancar la carrera como lo hizo él: con piques de velocista. Su ascenso al tercer lugar de las preferencias difícilmente resistirá las embestidas de quienes están empeñados en bajarlo de la nube de su éxito.
Pese a su narrativa de pujante self-made-man, César Acuña es un candidato muy vulnerable y sus debilidades están plenamente identificadas: desde el mañoso descaro con que dispone de la plataforma de su consorcio universitario para ponerla al servicio de su candidatura, hasta las irregularidades advertidas en su gestión como alcalde regional, pasando por la desvergonzada estrategia de captación de adhesiones que expuso en el vídeo de la «plata como cancha», y terminando con las denuncias de su ex esposa Rosa Núñez, quien lo acusa de comprar encuestadoras y de violencia doméstica. Esa última acusación triangula con otras dos que, de probarse, comprometerían seriamente al candidato presidencial. Una señala que Acuña, mientras fue alcalde de Trujillo, mantuvo una relación con Tania Baca Romero, su gerente de desarrollo social, lo cual configuraría un evidente caso de conflicto de intereses. La otra acusación es más delicada y se remonta a 1989. En esa época, Acuña dirigía una academia preuniversitaria y —según constó en una denuncia, que luego fue retirada de la comisaría— tuvo relaciones sexuales con una menor de 16 años, quien quedó embarazada. «Esa relación existió, él siempre le pasaba plata a la chica», ha detallado Rosa Núñez, quien viene demostrando en esta campaña que si hay algo más peligroso que una Primera Dama con ambición es una ex esposa con rabia.
Como una manera de amortiguar el impacto que esos «ataques» pudieran tener en su imagen, César Acuña ha optado por incorporar a su equipo a varias figuras femeninas: Beatriz Merino, Anel Townsend, Marisol Espinoza. Así, rodeado de mujeres, pero también de muchas incógnitas respecto de cómo financia su campaña, el pequeño cajamarquino espera llegar al segundo puesto. Hasta ahora ha replegado a García, ¿podrá tumbarse a PPK?