Este debate ha sido el primero en varios rubros: primero en medio de un desastre, primero en hacerse virtual, primero en el que todos los contendientes están tan lejos del favorito don ninguno. Se evaluó hacerlo presencial, pero, la mezcla de primera vuelta electoral con segunda ola de pandemia, hizo sonar las alarmas sanitarias. Mejor era no exponer a los candidatos más de lo que ya arriesgan en sus giras inopinadas y sus encuentros de puñitos. La virtualidad, además, plantea varias ventajas para ellos.
El puntero Yohny Lescano (13% versus el triple empate de 7% para Rafael López Aliaga, George Forsyth y Keiko Fujimori según la encuesta de Datum aparecida ayer) no tuvo que interrumpir su gira por Madre de Dios. En la mañana estuvo en el distrito de Laberinto, pero llegó temprano a Puerto Maldonado en busca de un buen WiFi y de abstraerse de la gira para preparar sus intervenciones en contacto virtual con su jefe de plan de gobierno Luis Ovalle y su jefe de campaña Juan Navarro. Yonhy en su habitual y calculado laberinto.
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Si Lescano es dado a la improvisación, Keiko Fujimori es mucho más precavida. No gusta dejar flancos abiertos, prepara cada intervención y la cronometra pues, como vimos luego, acaba segundos antes y prefiere callar antes que arriesgarse a meter la pata. En su equipo nos contaron que la virtualidad le permite estar en contacto con más gente de su entorno y por más tiempo que lo que lo estaría si el debate fuera presencial. Pocas horas antes lanzó un video en Tik Tok preparando el trípode con el ‘selfie ring light’ (aro de luz para las típicas escenas en esa red).
En las otras tiendas, había similar combo de nervios y precaución. Daniel Urresti le pidió a algunos miembros de su equipo que fueran a su casa para tenerlos cerca. Confía mucho en su chispa y su naturaleza —más que su estrategia— es proclive al ataque, pero aún él tiene que preparar su fuego.
Yo te araño, tu tampoco
El comienzo del debate confirmó lo que habíamos previsto: la exposición de planes primó sobre los ataques. Porque no hay un favorito de gran peso, porque todos quieren ganar a los indecisos, porque no son dados a la esgrima y porque calcularon que Urresti iba a lanzarles palitos que preferían no pisar para no resbalar.
Lescano, favorito al fin, mostró con claridad que no quería arriesgar su primacía peleando con nadie, pero tuvo que replicar a Urresti, que quiso herir a dos pájaros de un hondazo, al decir que Lescano sabía tan poco de economía como Forsyth.
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Lescano se defendió sin ánimo de provocar la dúplica del provocador. Forsyth, algo nervioso desde que sufrió problemas de audio en su arranque, hizo oídos sordos a los sistemáticos ataques de Urresti. Ni siquiera contestó una imputación muy directa sobre el caso de las contrataciones que presuntamente habrían favorecido a su amigo Renzo Navarro. Hizo alusiones genéricas a ‘los mismos de siempre’, ‘la corrupción’, ‘las mafias’, que solo Urresti, entusiasta por poder seguir la esgrima, gesticuló para que mi colega moderadora Ariana Lira, lo llame a la orden. Ante la absoluta indiferencia de los otros tres candidatos por las referencias difusas de Forsyth, se lo dejó concluir.
Verónika Mendoza tampoco es dada a la pulla sino al monocorde rollo programático, y se prepara como Keiko en el polo opuesto, aunque a ella sí, siempre le faltan segundos por más rápido que hable. Lanzó algunos ataques a Keiko, pero ese era un objetivo demasiado obvio, casi ocioso. Más llamativo fue su afán de diferenciarse y provocar algunas réplicas de Lescano, quien le ha robado ya buena parte de su espacio electoral vital. Este la ignoró como ignoró a todos. Quien no pudo ignorar a la izquierdista, pues responde a cualquier provocación, fue Urresti. Mendoza recordó su proceso por asesinato y este replicó defendiendo el principio de presunción de inocencia, sin aleonarse.
Algo en común
La consideración a las pullas, las que llegan y las que resbalan; no puede hacernos perder de vista los detalles en común: los ausentes fueron ignorados por los contendientes. Rafael López Aliaga y Hernando de Soto (no fueron invitados, pues el debate se planificó semanas atrás con los 5 primeros puestos de la última encuesta de Ipsos) solo fueron mencionados por Urresti, el más indisciplinado del lote. Lescano también lo es, pero coincidió con los otros 3 en no dar tribuna a los ausentes.
El favorito Lescano es también el más desaprensivo. Estaba de gira, hablaba con alguien delante de su pantalla (aunque sin la risa desdeñosa que Ariana tuvo que corregir en Urresti) y no parecía haber ensayado ni priorizado puntos específicos de su plan. Parecía estar en medio de su rutina. En realidad fueron tres aplicados, desde sus muy diversas esquinas, en lanzar sus propuestas sin distraerse ante las provocaciones de Daniel el travieso y el relajo de Lescano. Los polos opuestos, Keiko y Verónika, parecían hablar con exclusividad a su electorado, con su ‘mano dura’ una, su nueva Constitución la otra.
Forsyth, el no hace mucho favorito, repetía, como todo outsider, el rollo del nuevo versus los mismos de siempre, que de tanto repetirse, pierde novedad. En resumen, hubo propuestas, nervios y palitos sin pisar. La campaña ya está calentando.
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