Con gestos de desafío a la oposición, Karp contribuyó a enervar la desaprobación de Toledo.(Foto: Miguel Bellido /GEC)
Con gestos de desafío a la oposición, Karp contribuyó a enervar la desaprobación de Toledo.(Foto: Miguel Bellido /GEC)
Fernando Vivas

Fue amor, amor, como el tema del dúo Gaitán Castro que ambos eligieron como su himno oficial en el quinquenio cumbre de su vida. La primera vez fue puro amor desinteresado tras un romance multicultural que floreció en el campus de Stanford, en la California hippie setentera.

Ella nacida en París en 1953, hija de polaco y de belga, formada en Bélgica y egresada de la Universidad Hebrea de Jerusalén, cursando estudios de maestría en humanidades; él 8 años mayor, acabando su doctorado en Economía de la Educación. Todo esto sucedió muy cerca de Menlo Park, donde residen hoy. Bueno, reside ella sola, pues no sabemos si el juez Thomas Hixson le permitirá a dormir en casa las próximas noches.

El romance duró unas temporadas antes de la boda en 1979. contó a una revista de Stanford, que le hizo un reportaje en el 2001, que a su familia europea no le hizo gracia la unión. Pero ella siempre hacía lo que quería. Lo sabemos bien.

A inicios de los 80, Karp acompañó a su esposo al Perú. Tuvo empleos en organismos multilaterales, estudió quechua –tenía la curiosidad por el Ande que no compartía su esposo– y se dedicó a su hija Chantal cuando nació, en 1982. Hacia 1986 su vida conyugal era un desastre. No es chisme, pues consta en la comisaría de San Borja que Alejandro la denunció por abandono de hogar y ella lo denunció por maltratos.

El matrimonio intentó reconciliarse pero se separaron en Estados Unidos alrededor de 1988. El divorcio fue registrado en el Perú, en 1992. Eliane trabajó en el área de Proyectos de Desarrollo del Banco Mundial en EE.UU., luego en el Banco Europeo de Inversiones en Luxemburgo.

En diciembre de 1996 estaba en Tel Aviv, trabajando en el Banco Leumi, cuando se enteró de que Alejandro había sido tomado como rehén en el asalto del MRTA a la residencia del embajador japonés. Viajó a ver a su hija –quien vivió con su padre durante toda la separación– y recomenzó una relación sentimental con su ex marido.

Extrema dama
Toledo ya había tenido su primera aventura de candidato presidencial en 1995, del todo ajena a Eliane. Es más, en su autobiografía “Las cartas sobre la mesa”, publicada en 1995, ella está completamente extirpada de sus páginas. Pero en 1998 ya vivían y activaban juntos para la campaña del 2000.

Eliane, presentada en la TV como una extranjera culta y con opinión propia pero prudente al hablar de la candidatura de Alejandro, fue un suceso. Por eso se difundió su nueva boda con Toledo. Hasta que, furiosa por las críticas a su dos veces marido, insultó a los “pituquitos de Miraflores” que no entendían a su “cholo sano y sagrado”, y fue retirada de la escena.

De activo electoral pasó a ser veneno de márketing. Karp no cogobernó ni importunó a los ministros como más tarde hizo Nadine Heredia, pero se labró una imagen de primera dama áspera, acusando a opositores y medios de discriminar y menospreciar a su marido. Se cuestionó que trabajara para el Banco Wiese, lo que tuvo que corregir renunciando a su función; y también se fiscalizaron las cuentas y funciones de su fundación Pacha y de la Comisión Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (Conapa), las únicas áreas donde reinaba.

El fin del gobierno toledista no alteró la unidad del matrimonio. Chantal vivía en Francia y Alejandro había logrado conciliar con Zaraí, la hija a la que reconoció a regañadientes cuando ya era presidente. Eliane acompañó a su marido en giras por los más variados eventos, e incluso montaron el Centro Global para el Desarrollo y la Democracia, para organizar sus propios seminarios, llamando a otros expresidentes a disertar ante despistadas plateas.

El 10 de febrero del 2017, cuando Interpol prendió la orden de captura (contra Alejandro por varios delitos; dos meses más tarde contra Eliane solo por lavado de activos, con relación a las compras inmobiliarias hechas por la empresa Ecoteva, de la que su madre Eva Fernenbug era accionista), está documentado que intentaron abordar un vuelo en San Francisco, con destino final en Tel Aviv.

Se presume que el plan de fuga de la pareja se aferraba a la nacionalidad israelí que también posee Eliane y que, al menos, la blindaba a ella. La orden de captura internacional sigue en pie y limita su tránsito internacional. Pero si pudiera llegar a la última tierra prometida que le queda, y esquivar el pedido de extradición que ya está armado por fiscales peruanos y pronto será enviado a EE.UU., le daría el adiós definitivo a Alejandro.

Nos falta confirmar si ella tiene, además, nacionalidad estadounidense, como se dijo en una revista de Stanford. En los próximos meses, veremos de qué madera está hecho su amor por Toledo y de qué madera está hecha la más áspera primera dama en la historia del Perú.