“Señor presidente, busque repotenciar su entorno con los mejores cuadros profesionales y técnicos en todos los campos que requiere su mandato”. (Foto: Sepres)
“Señor presidente, busque repotenciar su entorno con los mejores cuadros profesionales y técnicos en todos los campos que requiere su mandato”. (Foto: Sepres)
Juan Paredes Castro

E l presidente quiere cambios mínimos en su despacho, en la PCM y en los ministerios. Pero si su propósito es gobernar con apertura, eficacia y resultados, tendrá que romper huevos para hacer tortillas.

Confiado en que lo encarna todo, por los superpoderes que concentra, el presidente de turno cree siempre que su mandato radica en el tallado sillón que ocupa, en su escritorio –que siente una extensión suya– y en un par de salones protocolares que no son más que eso.
Así, el inquilino de Palacio se siente, dependiendo de quién se trate, presuntuosamente feliz o irremediablemente frustrado. Y más que ambas cosas, un ave de paso.

El presidente no tiene que rodearse de excesiva burocracia, pero tampoco verse privado, como hasta ahora, de asesorías políticas y técnicas del más alto nivel (no solo de los buenos amigos a los que invita a trabajar ad honórem), así como de órganos ejecutivos y asistenciales que garanticen la dinámica de sus contactos, comunicaciones, enlaces y coordinaciones con los demás órganos de poder del Estado.

Cualquier alto funcionario, desde el jefe de la Sunat hasta el presidente del BCR, pasando por el titular del MEF, está mejor rodeado de asesoría y asistencia que quien es también jefe del Estado, razón mayor para descansar su poder y sus responsabilidades sobre una administración del más potente calibre gubernamental.

La vieja costumbre en el Perú de entrar en un cargo gubernamental con “su gente” y salir del mismo dejando la mayoría de veces a “su gente” adentro, engrosando la burocracia inútil, sigue haciéndole daño a la caja fiscal y a la eficiencia estatal. Ello le infunde recelo a Vizcarra.

Señor presidente, busque repotenciar su entorno con los mejores cuadros profesionales y técnicos en todos los campos que requiere su mandato. Y exíjales, por supuesto, resultados. Es lo usual en toda presidencia del mundo que aspira no solo a gobernar bien, lo que es aspiración suya, sino además a alcanzar metas y objetivos importantes, lo que es, sin duda, su mayor reto. De este modo, podrá estar mejor preparado para enfrentar el rocoso piso de la realidad peruana.

¡Los esperanzados peruanos queremos ver las tortillas saliendo de la sartén y de sus propias manos! Tome decisiones, dialogue con quien quiera abiertamente y tienda con sus interlocutores los puentes necesarios a la gobernabilidad democrática, sin cartas bajo la manga.

Quienes sí han construido en los últimos tiempos un reino burocrático de poder son los viceministros, precisamente por haber encontrado la fórmula mágica de concentrar en sus mandos los vacíos de poder dejados por los sucesivos presidentes y ministros.

Ahora que muchos de ese otrora poderoso racimo de poder son ministros, debieran trasladar al presidente Vizcarra los secretos de lo que un presidente, un primer ministro y un ministro no deben hacer: perder poder en manos subalternas.

César Villanueva tiene que hacer lo mismo que Vizcarra: repotenciar la PCM en función de lo que es, el gobierno del día a día y no la cabeza de un inorgánico organigrama burocrático estatal.

El ejercicio del poder empieza por casa.