Amenazas y atentados contra El Comercio [Línea de tiempo]
Redacción EC

Carlos Batalla/Miguel García

Los inicios del siglo XX fueron de agitación social y política. El 10 de setiembre de 1919. El Comercio denunció el ataque a su imprenta, y acusó al gobierno de Leguía de soliviantar a una turba que terminó incendiando la casa del director Antonio Miró Quesada.

El diario nunca fue indiferente a las agresiones contra otros medios escritos, por eso reclamó en marzo de 1921 por la clausura de “La Prensa”, con la que Leguía consumaba “uno de los atentados más graves contra la libertad de pensamiento”.

Con esa reputación afrontó otros momentos en defensa de la libertad de prensa. Pero el  más complicado de su historia fue la expropiación por parte del gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado en 1974.

LA EXPROPIACIÓN MILITAR
El 26 de julio de 1974, El Comercio publicó un editorial sobre los valores de la libertad de prensa y del pensamiento. Ese mismo día, el régimen militar publicó la Ley de Prensa (o Estatuto de Prensa), con el que asumió el control de diarios y revistas. La Ley N° 20681 fue expropiatoria.

Al día siguiente hubo dos editoriales. El primero de la edición de la república, que iba a provincias, y aun mantenía las firmas de Alejandro y Aurelio Miró Quesada como directores. El otro se leyó en Lima, en la edición de la mañana, con la firma de Héctor Cornejo Chávez. Este anunciaba en la portada: “Desde hoy ‘El Comercio’ es del sector campesino”.

Esta duplicidad editorial se produjo porque recién a las dos de la madrugada de ese día –con fuerte despliegue policial– el director impuesto por el gobierno de facto ocupó el diario. El platillo ‘revolucionario’ se completó con el editorial de ese 27 de julio. “El Comercio en la hora de la revolución” exponía las claves de la “nueva etapa”. En ese primer editorial se anunciaba que los medios fiscalizarían “con firmeza y sin temores los actos del Gobierno”. Lo que se vivió durante esos años fue una prensa completamente parametrada y dependiente del Ministerio del Interior.

El 28 de julio de 1980 la censura acabó. El recién elegido presidente de la República, Fernando Belaunde Terry, en un primer acto político que lo honró, firmó la resolución que devolvía a sus legítimos dueños los medios confiscados por los militares. Los editoriales posteriores marcaron la pauta de lo que haría el Diario. “Sin revanchismos y con la mirada puesta en el futuro”, decía. Eso fue lo que se hizo.

EL AUTOGOLPE DE FUJIMORI
“Fujimori dispuso anoche disolución del Congreso“, titulaba El Comercio en la portada del 6 de abril de 1992, con una foto de militares rodeando el Palacio Legislativo, y una carta de apoyo de las FF.AA. y la policía a las medidas inconstitucionales del Ejecutivo.

La noche del 5 de abril la presión y el amedrentamiento contra la prensa independiente no se hicieron esperar. A las 10:45 p.m., miembros de la tropa entraron a los locales de los principales medios de comunicación radial, televisivo y escrito de Lima. El Comercio fue uno de ellos.

Los soldados se ubicaron en lugares estratégicos del local de Lampa y Miró Quesada, en el Centro de Lima. El Comercio, pero también los diarios “La República”, “Expreso”, todos los canales de televisión locales (2, 4, 5, 7, 9, 11 y 13) y las principales radioemisoras estuvieron acordonadas por miembros del Ejército hasta varias cuadras a la redonda de sus respectivos locales, sin permitir el acceso de nadie que no trabajara en esos medios.

La preocupación era que la historia de 1974 se repitiera. El Diario detalló la jornada en la sección Política. El redactor de turno explicó que unos 15 efectivos del Ejército, al mando de un oficial que no quiso identificarse, ingresaron a nuestro local, y se ubicaron entre el hall principal y el segundo piso, fuera del área de la redacción. La tropa rodeó el local del periódico. El oficial negó que fuera una censura, decía que solo querían cuidar que no se malinterpretaran las palabras del presidente de la República. Sin embargo, simultáneamente, en la planta de impresión de Pando, en Pueblo Libre, ingresaba otro grupo del Ejército.

NUNCA CEDIÓ
El decano dio cuenta en la edición del martes 7 de abril de la reacción internacional negativa al asedio militar, y publicó la protesta de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya carta denunciaba “el encarcelamiento de periodistas”, y urgía a “la pronta eliminación de la censura existente”.

El editorial del día terminaba con cualquier duda de la posición del diario decano. Titulaba sencillamente: “La quiebra de la democracia”. Nuevas horas difíciles sobrevendrían al final de esa década de 1990 con la que se cerraba el siglo XX.  En ningún caso El Comercio cedió a la prepotencia.