Gustavo Gorriti: "Perú es el proletario de la cocaína"
Gustavo Gorriti: "Perú es el proletario de la cocaína"
Ricardo León

El 1 de noviembre de 1985, la policía capturó a Reynaldo Rodríguez López, ‘El Padrino’, junto a su hermano Miguel; este fue el epílogo de una intrigante persecución que comenzó en julio de ese año con la explosión de un laboratorio de clorhidrato de cocaína en un conjunto de viviendas de una zona residencial de Lima. El caso fue bautizado como ‘Villa Coca’.

 investigó desde sus inicios los oscuros negocios de Rodríguez y sus pulposos contactos con los mandos más altos de la entonces Policía de Investigaciones y del Ministerio del Interior. Treinta años después, y a la luz de ciertos hechos, el país sigue preguntándose qué tanto se ha infiltrado el narcotráfico en la política. 

Hace poco escribiste que en el Perú no se puede hablar de un ‘narcoestado’, sino quizá de ‘narcoregiones’. ¿Qué tanto ha penetrado el narcotráfico en la política actual?
Un ‘narcoestado’ implica una penetración, sea por infiltración o conquista o por mecanismos no agresivos derivados del dinero -o del plomo-. Hay numerosos casos en América Latina en los que el dominio del narcotráfico y la criminalidad organizada es claro y manifiesto. Eso no ha sucedido en el Perú, pero pudo haber sucedido, estuvimos en camino de que eso sucediera en la última parte de los años 70, en los 80 y de alguna manera sucedió en los 90 con la llegada de Vladimiro Montesinos al poder. Después de la caída de Fujimori y Montesinos no hemos tenido realmente casos de penetración profunda. Hay aspectos a tener en cuenta, como que la destrucción del puente aéreo con Colombia a mediados de los 90 provocó una contracción brutal del narcotráfico; luego comenzó a crecer paulatinamente, pero el Perú se consolidó como un productor primario, como la maquila inicial.

Aquí está la parte más baja de la cadena de la droga.
Es mínimo. Recuerda que incluso cuando se empieza a procesar en pequeños laboratorios en el Vrae y el Huallaga se llega a ofrecer clorhidrato, cuando en los años 80 solo se vendía pasta básica. Aún así, el precio casi nunca pasa de los US$1.000 por kilo de cocaína pura. En los puntos más altos de la cadena el kilo está por encima de los US$200 mil. En la repartición de tareas del circuito económico de la industria del narcotráfico el Perú es el proletario de la cocaína, y encima es un proletariado subpagado.

¿Podríamos volver a ver a los grandes barones de la droga, como ‘El Padrino’, Carlos Langberg o ‘Vaticano’?
Hay gente que tiene recursos, que empieza a crecer, pero no he podido ver a nadie que tenga los elementos que tuvieron ‘Vaticano’ o el clan Cachique Rivera. Incluso ellos tenían un nivel mediano, nada más, trabajaban para grandes organizaciones.

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