De los Heros: "Pero claro que fue un golpe; por eso me fui"
De los Heros: "Pero claro que fue un golpe; por eso me fui"
Ana Núñez

¿Vale la pena recordar eso?”, dice al teléfono Alfonso de los Heros (78). Luego de ese aciago 5 de abril de 1992, cuando renunció a su cargo de primer ministro del gobierno de Alberto Fujimori, no tuvo mayor contacto con la prensa. “Vale la pena porque hay mucha gente que no vivió el autogolpe o que tiene la memoria frágil”, le respondemos. Solo entonces accede a remover sus recuerdos.

—¿Qué sensación le produce en el cuerpo pensar en aquel 5 de abril?
Frustración. Hay que recordar que en el Congreso de aquel entonces nadie tenía mayoría absoluta, pero se nos dio facultades para legislar. Así que todo el año 91, un grupo de cinco a seis ministros estuvimos trabajando de sol a sol, a veces más de 20 horas diarias, para sacar un paquete de más de 100 Decretos Legislativos que cambiaron todo el aspecto económico y de organización del Estado.

—¿Cómo era el Perú entonces?
Era un país quebrado. El gobierno anterior había dejado una inflación de seis dígitos y con terrorismo. Cualquier cosa que uno quería hacer podía frustrarse porque te bajaban una torre de alta tensión, te quedabas sin luz, había toque de queda… Era una situación social y política complicadísima. Se dieron estas normas, lo que llamaron el ‘fujishock’, que fue simplemente una parada en seco para que no hubiera más inflación.

—El shock que Fujimori atacó en la campaña de Vargas Llosa... 
Es que, para ser honestos, Fujimori fue pragmático y recogió el proyecto de Vargas Llosa, en el que muchos de nosotros habíamos trabajado.

—¿Cómo pasa del equipo de Vargas Llosa al gobierno fujimorista?
Porque yo era muy amigo de Carlos Torres y Torres Lara y él me pidió que los ayude, primero en el Ministerio de Trabajo. Yo entré como un profesional más, teníamos una situación muy enredada y en eso estábamos trabajando.

—¿Qué cambió todo?
Hubo oposición a las normas sobre seguridad, que eran unos cuantos decretos que les daban demasiada autoridad a los jefes militares de las zonas donde se estaba desarrollando el terrorismo. Ese fue un escollo muy grande que tuvo el gobierno.

—¿Esa oposición a las normas engendra la idea del golpe?
Engendra la idea de alguna manera por parte del grupo que apoyaba al presidente, al que nunca conocimos y del que nunca supimos –nosotros nunca vimos a Vladimiro Montesinos–, cuando ve que las normas no están saliendo a su gusto… Durante todo el verano yo me había reunido con los parlamentarios para sacar adelante las normas y ya el Congreso había puesto como fecha para darles su aprobación el martes 7 de abril. El golpe fue el domingo 5.

—¿Nunca lo vieron venir?
Nos agarró tan de sorpresa que ese día los ministros ya estábamos en nuestras casas y habíamos despedido hasta el día siguiente a nuestro chofer y a nuestra seguridad. Cuando Fujimori nos convoca, el único ministro que aún tenía chofer pasó con su carro a recoger a cinco ministros y fuimos todos apretados al Pentagonito como si fuera una movilidad escolar. En el trayecto muchos pensábamos: “Oye, si es una reunión de esta envergadura, no vaya a ser que hayan cogido a Abimael Guzmán. Ojalá...”.

—¿Era normal para ustedes ir al Pentagonito?
No, no, pero como había una situación de inseguridad, nos pareció que podía ser un lugar adecuado para una reunión. Era la primera vez que nos citaban ahí y por eso es que pensamos que podían haber cogido a Abimael.

—¿A qué hora los convoca Fujimori?
Cerca de las diez de la noche. A nosotros nos sentaron y paralelamente se pasaba el video por televisión. Nos llevaron a ver un hecho consumado. Fue un error tremendo que cometió el presidente Fujimori y lo está pagando.

—¿Fue solo un error? ¿No fue un golpe de Estado? 
Pero claro que fue un golpe. Alguien lo convenció de que eso era lo mejor, que era un atajo. Pero fue un error, porque era inconstitucional. Por eso yo, abogado, me fui.

—¿Cuál fue la reacción de los ministros mientras veían el mensaje?
Estupor, estupor de todos ellos y gran molestia. Todos decían que era una barbaridad. Solo había un ministro que sí había estado en la realización de todo esto y que aseguró que ya había hecho gestiones a nivel internacional para que esto pasara sin que hubiera problemas, y ahí se le lanzaron encima muchos de los ministros.

—¿Quién fue ese ministro?
El ministro Blacker [Miller].

—¿Algún otro ministro participó en la gestación del autogolpe?
Yo no sé si alguno más, imagino que los ministros militares tenían que saber, porque hubo movimiento de tropas y toda esa cosa a esa hora. Pero fuera de eso, nadie sabía. Tan es así, que nos cogió como tontos.

—Y usted renunció al gobierno.
Así es, y como premier los hice renunciar a todos mis ministros.

—Pero luego volvieron al cargo...
Lo que pasa es que hubo un nuevo gabinete y muchos siguieron en él porque decían: “¿Cómo vamos a dejar que estoquede en el aire?”. Cada quien tuvo sus motivos. Tan es así, que el Poder Judicial no los pudo condenar por ser parte del autogolpe, porque cuando di mi declaración presenté la carta que fue el elemento probatorio de que todos habían renunciado.

—¿Por su rol como primer ministro, Fujimori no le dio ninguna explicación?
Me dijo que era una decisión que ya se había tomado. Entonces le respondí que me iba, pero me pidió que al día siguiente fuera a primera hora a hablar con él. Así lo hice y me preguntó si podía reconsiderar mi decisión. Yo le dije que no, regresé al ministerio, cogí mis papeles y me fui a mi casa.

—En una comisión parlamentaria, el sociólogo Francisco Loayza contó que Vladimiro Montesinos le dijo: “El golpe lo he dado yo”.
En el tiempo que yo estuve, no sabíamos que existía ni por apellido, pero muchos de los que continuaron en el gobierno me comentaron que Montesinos emerge en setiembre de 1992, cuando capturan a Abimael. Él quiso atribuirse el tema, pese a que lo había hecho el GEIN.

—¿Qué siente por Fujimori?
Me da pena. Es un ser humano... Pero al fin y al cabo, cuando uno toma decisiones y toma malas decisiones, hay que ser responsable de ellas.

—¿Debe estar en la cárcel?
Le corresponde estar ahí, sí.

*Esta entrevista fue publicada el sábado 1 de abril del 2017 en la Revista Somos.

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