(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Fernando Vivas

El domingo pasado, Juan José Santiváñez era un trompo desbocado. Tiene dos voceros –el que nombró como tal, Carlos López Aedo, y su jefe de gabinete de asesores, Erick Caso–, pero tenía que tomar la palabra él mismo para replicar un reportaje de “Cuarto poder” y otro de “Panorama”. Los cargos eran a su sobregirada persona, no al gobierno, aunque esa línea aquí se traspasa todos los días. El ministro estaba enterado de cada denuncia, porque el rigor periodístico obliga a pedir sus descargos al denunciado, pero ¿para qué comparecer dentro de un reportaje si más dramático es entrar al set cuando aún está humeando la pólvora?

Contenido sugerido

Contenido GEC