PPK
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Diana Seminario

Combatir la corrupción y luchar contra la inseguridad ciudadana fueron dos de las acciones que el presidente Pedro Pablo Kuczynski marcó como objetivos de su gobierno al inicio de su gestión, y fueron parte de sus compromisos durante su primer mensaje a la nación. Un año después, el 48% de peruanos cree que hemos empeorado en la lucha contra la corrupción, y para el 49% estamos peor en el combate contra la inseguridad ciudadana, según cifras de la encuesta El Comercio-Ipsos publicada ayer.

Y son precisamente esos dos temas los que atañen directamente al Ejecutivo, por lo que invocar al “obstruccionismo de la mayoría parlamentaria” resulta ocioso en este caso, si se tiene en cuenta además que fue el Parlamento el que otorgó las facultades al Gabinete para que legisle sobre inseguridad ciudadana.

Se puede hablar de “megaoperaciones para desbaratar bandas”, que las recompensas están funcionando, pero mientras seamos víctimas de robos en la puerta de nuestras casas, la percepción de inseguridad no va a mejorar. Las siempre bien publicitadas intervenciones contra el crimen organizado están bien, pero el ciudadano quiere soluciones concretas a sus problemas específicos.

Desde el primer escándalo protagonizado por el asesor presidencial Carlos Moreno, hasta el pésimo manejo de la crisis por el despido de las procuradoras anticorrupción Katherine Ampuero y Julia Príncipe, han contribuido a alimentar la percepción de que no hay ánimo de acabar con la corrupción.

No importa si hubo razones válidas para separar a la procuradora Ampuero, lo cierto es que estas no solo no se explicaron, sino que el torpe manejo de esta crisis por la ministra de Justicia generó todo tipo de especulaciones y suspicacias, como: “Bastó que Ampuero investigara a PPK para que la despidan”.

No le pidan al peruano de a pie que sea comprensivo y entienda que botaron a Ampuero porque incumplió la ley, y que al oponerse a que Odebrecht vendiera el proyecto de Olmos, “se paralizó la economía”.

Para el ciudadano común y corriente sacaron a Ampuero y a Príncipe porque estaban luchando contra la corrupción “venga de donde venga”, y no hay conferencia de prensa ni entrevista que ayude a aliviar un error de origen. Si a eso se añade que la semana pasada el presidente Kuczynski insistió con lo del aeropuerto de Chinchero calificándolo como una “gran frustración”, la percepción de que hay muchos intereses privados detrás crece. ¿Acaso PPK ya olvidó que insistir con ese proyecto le costó el puesto a un ministro? ¿Será que no asimila que la adenda solo beneficiaba a la empresa concesionaria? ¿Será que para el jefe del Estado su primer año de gobierno se resume en su frustración por Chinchero?

Con todo respeto, señor Kuczynski, consideramos que hay otras “frustraciones” más importantes como las muertes por el dengue en Piura, la falta de despegue de la tan esperada reactivación económica, la destrucción de las vías y perjuicios al turismo por los maestros cusqueños, la prisión preventiva de su antecesor y el hecho de que el presidente de cuyo gobierno fue primer ministro sea un prófugo de la justicia.

Presidente, elija mejor sus frustraciones.

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