(Composición: El Comercio)
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Cecilia Valenzuela

Seguimos en modo crisis. En el Congreso se negocia una nueva moción de vacancia presidencial, en Palacio el presidente Kuczynski parece políticamente catatónico. La economía, paralizada a partir de la incertidumbre política; el mercado interno, constreñido; las grandes obras de infraestructura, cuestionadas y sin progresar. Todos los dirigentes políticos bajo sospecha de corrupción, el Estado defendiéndose en la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el indulto otorgado a Alberto Fujimori, y la opinión pública, desconcertada.

Febrero ya está embalsado: el 27 y 28 de este mes Jorge Barata declarará para los fiscales peruanos que investigan a los políticos a los que la corruptora Odebrecht “apoyó”: presidentes, alcaldes, congresistas electos, candidatos a la presidencia y al Congreso. Todas las agrupaciones representadas en el Parlamento estarían involucradas, parece que no habrá cabeza que se salve.

Entre tanto, y aun antes de escuchar lo que Barata dirá sobre Pedro Pablo Kuczynski, la izquierda lo quiere vacar. Quiere castigarlo por haber indultado a Fujimori y trabaja para presentar una sola moción entre el Frente Amplio y Nuevo Perú. Pero no podría hacerlo sin los votos de Fuerza Popular. ¿Ocurrirá? ¿Perro, pericote y gato comiendo del mismo plato?

Ayer, el vocero del keikismo, Daniel Salaverry, dijo que lo que Barata vaya a decir sobre Kuczynski no cambiará en nada la posición de la agrupación que representa, lo que sugiere que se unirían con la izquierda antifujimorista para vacar a quien indultó a Fujimori.

Ese comportamiento no deja de sorprender, se la ha jugado más por Joaquín Ramírez que por Alberto Fujimori. Sus congresistas no han hecho ningún esfuerzo por contrarrestar políticamente la campaña en contra del indulto que ha convocado efectivas marchas en todo el país.

Es curioso: parece que con ellos no fuera la cosa y Fujimori tiene la cosa difícil. Es previsible que la Corte Interamericana de Derechos Humanos exhorte al Estado Peruano a dejar su indulto sin efecto. Y aunque los abogados del Estado han insinuado que ante una decisión como esa recurrirían a otras instancias para solicitar otra opinión –en palabras del ministro de Justicia, menos sesgada, imagino que se refieren a la Corte Penal Internacional de La Haya–, no hay duda de que el único que garantiza sostener el indulto de Fujimori es PPK.

Keiko sabe que Martín Vizcarra, quien sucedería a Pedro Pablo Kuczynski, acataría la recomendación de la Corte IDH y revocaría el indulto a su padre, con lo que este, consecuentemente, volvería a la Diroes.

¿Es esa su intención? ¿Keiko y sus seguidores prefieren a quien llaman su líder histórico en la cárcel? ¿Qué es lo que realmente se esconde detrás de la fisura en el fujimorismo? ¿Cómo le explicaría Keiko al pueblo que vota por el fujimorismo esa decisión? se encargaría de que las bases de su partido le cobren pronto la jugada.

Quizá estamos frente a una versión criolla de la guerra de las Dos Rosas, aquella que enfrentó por el trono a dos primos que se sentían con el derecho de heredar el poder por tener el mismo origen. Ocurrió en la Inglaterra de mediados del siglo XV y fue la que inspiró la afamada serie “Juego de tronos”, donde la lucha por el poder supera la fantasía. La política es, fue y será un drama habitado por ambiciones, pasiones y odio. ¿Frente a esa puesta en escena estamos?

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