s
s
Jaime de Althaus

“Concluida la reunión, espero poder llevar los temas tratados en la misma al Acuerdo Nacional…”. Así decía la carta de respuesta del presidente Kuczynski a Keiko Fujimori, en la que le propone reunirse con ella en Palacio el martes 11 a las 4 de la tarde.De esa redacción se desprendía que, incomprensiblemente, el presidente no tenía mayor interés en llegar a un acuerdo político con Fuerza Popular.

Se trataría, según esa redacción, de una sola reunión en la que se definirían unos temas para llevarlos al Acuerdo Nacional. Una manera elegante de evadir la responsabilidad, porque en el Acuerdo Nacional, donde participa todo títere con cabeza, los acuerdos se adoptan por consenso, y es obvio que no todos los participantes coincidirán en las grandes reformas. El Acuerdo Nacional ha sido siempre un acuerdo sobre lo que todos estamos de acuerdo. Una redundancia.

Lo que el país necesita ahora es un acuerdo político sobre el contenido de las políticas y reformas que deben llevarse a cabo de acá al 2021 si queremos salir del marasmo en el que hemos caído y aspirar a transformarnos en un país del Primer Mundo. Para eso, el encuentro no puede agotarse en ver qué temas se llevan a morir al Acuerdo Nacional, sino en plantear la agenda de tales reformas y un cronograma de reuniones entre los equipos de ambas partes para avanzar en su contenido. Todavía estamos a tiempo de que ello ocurra. Nos aclaran que el presidente propuso derivar la discusión al Acuerdo Nacional para no marginar a los otros partidos, pero que su intención sí sería llegar a un acuerdo con el partido que tiene la mayoría en el Congreso. Ojalá así sea. Así tiene que ser.

Hay quienes aconsejan al presidente que lo mejor es simplemente indultar a Alberto Fujimori a fin de construir una interlocución con él a través de Kenji, empoderar el ala albertista y dividir así a la bancada opositora. Pero ese es un juego político de corto alcance, de pocas miras y de baja estofa. Le restaría fuerza a los ímpetus de la mayoría parlamentaria, pero mantendría un clima alterado y no serviría para construir un acuerdo político, que es lo que se necesita.

Por cierto, el indulto ayudaría a apaciguar los ánimos, por lo menos durante un tiempo, pero lo fundamental es el acuerdo político. El indulto podría ayudar a crear el clima para el acuerdo, en lugar de usarlo para fomentar la división. No podemos resignarnos a una suerte de confrontación estéril de baja intensidad entre Ejecutivo y Legislativo. Necesitamos cambiar el país. No podemos llegar al 2021 sin haber ejecutado reforma alguna. Tenemos que poner al Perú en condiciones de crecer nuevamente al 6% o 7% al año. Cualquier tasa por debajo de esa es peligrosa y moralmente inaceptable.

Es un asunto de responsabilidad de la clase política. Dos veces no se puede desaprovechar la oportunidad de una reunión.

MÁS EN POLÍTICA...