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Diego Chirinos

Jorge del Castillo fue testigo presencial de las fallidas negociaciones entre el Gobierno y los docentes. Días después de que se rompiera el diálogo con los maestros habla del proceso, critica la estrategia del fujimorismo y califica la interpelación a Marilú Martens como “un regalo” para “quienes no lo merecen”.

— Casi una semana después de que no se llegara a un acuerdo con los dirigentes de los maestros, ¿cómo evalúa lo sucedido?
Fuimos más allá de sus aspiraciones y de los acuerdos que ya existían con los SUTE regionales. Es una lástima que no se haya firmado.

—Dijo que, tras alcanzar un preacuerdo el mediodía del lunes, los dirigentes “regresaron con propuestas innegociables”. ¿Plantearon algo adicional a lo de las evaluaciones?
Pidieron que firmara el señor Pedro Castillo [dirigente que no estaba incluido en el borrador del acuerdo] y dijimos que sí. Pidieron que bajara la ministra de Educación [ubicada en otro piso durante la negociación] a firmar con ellos y lo aceptamos. Recién entonces sacaron su carta bajo la manga: la no evaluación.

—¿Pidieron reconocimiento sindical?
No, pero era obvio que si la ministra [Marilú Martens] firmaba, se le estaba dando un expreso reconocimiento sindical a ese comité de lucha. Los representantes gremiales han perdido la oportunidad de tener su reconocimiento sindical.

—¿Qué autocrítica hace como uno de los mediadores del diálogo?
En estos diálogos a veces se hacen muchos cuartos intermedios y ahí vienen los problemas, las influencias externas.

—¿Le parece que debieron cerrar el acuerdo más rápido?
Sí, debimos cerrar la negociación con los docentes más rápido, pero ellos pidieron tiempo. El domingo estaba todo listo. Solo faltaba incluir el nombre de Pedro Castillo.

—El congresista Héctor Becerril lo acusó de firmar un proyecto de ley para eliminar las evaluaciones a docentes, aunque usted dijo que era para confirmar su recepción. ¿Se arrepiente de esa firma?
No. La gente inteligente entiende de qué se trató. Un proyecto de ley requiere la exposición de motivos, un análisis costo-beneficio. Lo de Becerril no tiene trascendencia.

—¿Cree que si Fuerza Popular participaba en el diálogo, el acuerdo se hubiese cerrado?
Si Fuerza Popular participaba en el diálogo, la huelga terminaba. Hubiese sido un acuerdo con el 100% del Congreso. De no firmarlo, los dirigentes hubiesen quedado aislados y sin opciones. Supieron armar la huelga, pero no saben cómo salir de ella.

—Para usted, ¿quieren salir de ella?
Desde que dicen “queremos que la Iglesia participe” están buscando un nuevo mecanismo de diálogo. El problema es que es tarde para pedirlo. Tenían la solución en sus manos.

—¿Por qué aceptó mediar en un diálogo en el que las partes interesadas no podían sentarse a negociar en una misma mesa?
Ahí hubo un error del gobierno. No es posible que el diálogo empiece el viernes y que el Ministerio del Interior informe recién el lunes sobre presuntos vínculos con el Movadef. Al final fue puro humo, pero la ministra tenía seguramente instrucciones de no reunirse. Por eso acordamos la metodología de cuartos separados.

—Esta fue tomada por algunos como una muestra de poca voluntad de diálogo.
Algunos no saben que es una metodología utilizada en México o en Colombia para las negociaciones con las FARC. Cuando hay grupos no compatibles se usa ese mecanismo. Eso de decir que la ministra está en el piso 20 es desmerecer el diálogo.

—¿Mediar en el diálogo fue una decisión de bancada o a título personal?
Yo soy el portavoz de la Célula Parlamentaria Aprista y asumo mis decisiones. No tengo que hacer una asamblea para cada cuestión.

—¿Qué le genera que sus compañeros de bancada deslinden de su accionar?
Es que no entienden la dimensión del tema o les molesta que yo haya participado y no ellos. Qué pena, pues.

—Si el gremio docente quiere algo innegociable, ¿por qué la bancada aprista, de la cual es vocero, votó a favor de interpelar a Martens?
Yo no voté por la interpelación.

—Su bancada sí.
Ya, pero esa es una decisión equivocada. Es inoportuno interpelarla ahora.

—¿No conversaron al respecto?
Sí. Di mi punto de vista y tres compañeros estuvieron en contra. El viernes los huelguistas estaban bailando de contentos, tras aprobarse la interpelación. Es un error político, un regalo. Se pudo hacer en otro momento y muchos apristas pensamos así.

—¿Es un regalo intencional o circunstancial?
A veces algunos congresistas, en su obsesión de chocar contra el gobierno, terminan regalándoles cosas a quienes no lo merecen.

—Con los últimos antecedentes, uno podría creer que la interpelación podría derivar en una censura.
Sí, es probable que sea censurada. Pero hay que actuar con serenidad.

—¿Votaría a favor de censurarla?
Tendría que ver los fundamentos. Hasta ahora no lo amerita. A nosotros [durante el último gobierno aprista] también nos hicieron huelga. En todos los gobiernos sucede.

—¿Coincide con quienes señalan que a Martens le faltó manejo político?
A todo el gobierno le falta manejo político. ¿Pero, por eso tenemos que censurar a un ministro tras otro? Hay una estrategia así en Fuerza Popular.

— Tras el fin del diálogo dijo que algunos grupos políticos querían pescar a río revuelto. ¿Qué cree que quiere pescar el fujimorismo?
Quizá aparecer como los que resolvían el problema. Pero, cuando vieron que la opinión pública no iba a aceptar un retroceso en las evaluaciones, recularon. Los fujimoristas se aplaudirán entre ellos por la aprobación de la interpelación, pero la gente quiere resolver el paro magisterial. La capacidad de decisión no debe convertirse en abuso.

—Tanto en la mediación del diálogo como en la promulgación de la ley de ADN gratuito se vio un acercamiento suyo al gobierno. ¿Podría sumarse al Gabinete Ministerial?
Es una reivindicación personal que algunos piensen en mí como primer ministro y se lo digo sinceramente. Cuando mucha gente creía que me habían destrozado la vida política, el pueblo me puso en el Parlamento y hoy muchos antiguos detractores piensan en mí como una opción. Pero nadie me lo ha propuesto. Yo soy un hombre de partido y me gusta ser leal. No puedo serrucharle el piso a alguien. Fernando Zavala es un buen primer ministro.

—Si se lo proponen, más allá del buen o mal trabajo del Gabinete, ¿estaría dispuesto a integrarlo?
Hay gente a la que llaman por teléfono y cuando contesta dice: “Sí, juro”. Yo no soy de esos. Vamos a ver qué depara el futuro. Hay requisitos que tendrían que cumplirse en el camino.

—¿Uno de ellos es tener la autorización de la bancada?
Necesitaría la autorización del partido, no de la bancada.

—Ya que hablamos de la bancada, tuvo diferencias con compañeros a los cuales incluso acusó de comprar votos en las elecciones partidarias.
Eso lo verá el JNE y espero que se resuelva lo más pronto posible. Lo concreto es que la directiva elegida en ese congreso no ha presentado su inscripción ante el JNE, a pesar de haber pasado 40 días [desde el proceso].

—Si no prospera el reclamo, ¿cree que la directiva elegida podrá levantar al partido del momento difícil que atraviesa?
No los veo preparados para ello. Hay mucha gente en el partido que no se siente representada.

—Lamentó mucho la renuncia de Enrique Cornejo al partido. ¿La nueva directiva podría obligarlo a seguir sus pasos?
Voy a cumplir cincuenta años de militancia. ¿Cree que después de tanto tiempo voy a renunciar? En el peor de los casos me iré a mi casa. Pero hasta el 2021 tengo un compromiso de estar en el Parlamento.

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