Mark Villanella, quien hizo una huelga de hambre desde el 13 de noviembre, estuvo alentando a los simpatizantes fujimoristas y exigiendo la salida de su esposa durante varias horas.  (Foto: Hugo Curotto/GEC)
Mark Villanella, quien hizo una huelga de hambre desde el 13 de noviembre, estuvo alentando a los simpatizantes fujimoristas y exigiendo la salida de su esposa durante varias horas. (Foto: Hugo Curotto/GEC)
Paolo Benza

pisó la calle anoche con una sonrisa luego de 394 días de encierro. En la puerta del penal de Chorrillos estaba su esposo con globos rojos en la mano. El reencuentro se selló con abrazos, en medio de los empujones y gritos de los periodistas, policías y simpatizantes fujimoristas que estaban en el lugar.

“Gracias, Mark, por tu amor”, dijo tras agradecer a Dios, a su abogada Giulliana Loza y al TC por haber sido liberada. Luego, encima de un vehículo, se dio un beso con su esposo, quien había hecho huelga de hambre desde el 13 de noviembre, y en medio de la algarabía de sus seguidores se alejó rumbo a su casa en Surco para celebrar su liberación y el cumpleaños de su hija Kyara.

—La espera—

Villanella estuvo toda la mañana dentro de la carpa donde hizo la huelga de hambre y se animó a salir a las 4 de la tarde para informar que el oficio de excarcelación ya había sido remitido al INPE y para exigir que las autoridades penitenciarias apuraran los trámites. Su breve aparición fue recibida con una ovación propia de la disciplina fujimorista.

Antes, cerca del mediodía, Mark Vito Villanella fue víctima del asfixiante calor que se formaba en la carpa, a la que le caía de lleno el sol. Habría pedido entonces que, por favor, le pusieran alguna sombrita. Una cuadrilla de fujimoristas acudió en su auxilio y colocó dos banderas naranjas sobre la carpa del estadounidense.

—Espera con orquesta—

Todos pensaban que Keiko Fujimori iba a salir temprano, pero la libertad de la lideresa de tardó más de 10 horas desde que sus simpatizantes empezaron a cantar barras y bailar al ritmo del “Caballo viejo” que la orquesta contratada para la ocasión empezó a tocar. Cuando salió del penal, la banda ya se había ido.

Desde la mañana, simpatizantes fujimoristas esperaban la salida de la cárcel de Chorrillos de la lideresa de Fuerza Popular. Esta recién se dio en la noche. (Hugo Curotto/GEC)
Desde la mañana, simpatizantes fujimoristas esperaban la salida de la cárcel de Chorrillos de la lideresa de Fuerza Popular. Esta recién se dio en la noche. (Hugo Curotto/GEC)

En la tarde, llegaron Luz Salgado y Luis Galarreta, miembros de la Comisión Permanente. Hacia las 6 p.m. apareció –como una luz de esperanza para los fujimoristas– la abogada Giulliana Loza. El ánimo de los simpatizantes, que estaba alto durante la mañana, empezó a bajar conforme avanzaban las horas. Había caras de aburrimiento y no se sabía nada de Keiko Fujimori.

—Bloqueo naranja—

El golpe para los fujimoristas llegó con la publicación del INPE en sus redes sociales que anunciaba que la orden de excarcelación aún no había llegado a su oficina. Diez minutos después, las señoras naranjas encabezaron una incursión violenta hacia la pista que bloqueó durante varios minutos el tráfico.

Luego de algunas escaramuzas, los policías lograron regresar a los manifestantes al cordón primigenio. A partir de esa provocación, se endurecieron los controles y la policía ubicó a los fujimoristas en un área específica al lado del penal.

Cuando Villanella anunció que la orden de excarcelación había sido enviada al INPE, el decaimiento cesó y los ánimos fujimoristas fueron en aumento hasta su liberación.

Ya de noche, sin banda pero con fuegos artificiales, sin sol quemándole la carpa, los simpatizantes fujimoristas vieron el premio del día bajo el sol