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Rodrigo Cruz

La fiscal superior ha pasado por segunda vez a la historia. La magistrada que logró la cadena perpetua para el cabecilla de Sendero Luminoso Abimael Guzmán fue elegida el lunes pasado jueza de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya. Es la primera peruana que llega al cargo.

— ¿Qué significa este nombramiento para usted?
Es un sueño cumplido. Un honor y un privilegio ahora servir a la justicia global. La CPI es el tribunal internacional más alto del mundo que trabaja en forma permanente para juzgar las mayores atrocidades, los crímenes de lesa humanidad y de guerra.

— ¿Cómo fue su elección?
Mi postulación se inscribió dentro de los países latinoamericanos y he sido la única en ser votada por naciones de todo el mundo. Fui elegida en primera vuelta, junto con la candidata de Japón [Tomoko Akane]. Recibí el respaldo no solo de países de América Latina, sino de África, Europa y de Asia. Es una gran alegría para mí poder representar no solo a Perú, sino también a la región.

— ¿Cuándo empezarán sus labores en la corte?
Ya ahorita me quisieran poner la toga [risas] porque aquí en Naciones Unidas (Nueva York), donde me encuentro, hay varios miembros de la CPI. Pero probablemente el juramento se dé en marzo. Aún falta que se elijan a otros cuatro miembros, de una corte de 18. Ellos serán elegidos en futuras rondas.

— ¿Qué cree que fue lo que más valor tuvo para que sea elegida jueza de la CPI?
Tuvimos una campaña que consistió en dar a conocer a los representantes de los diferentes países nuestra experiencia en los casos que hemos conocido. Entre ellos, la condena a Abimael Guzmán, la investigación a la mafia de Vladimiro Montesinos, los casos [Los] Cabitos y El Frontón. Y, sobre todo, el trabajo creativo que hicimos para reparar a las víctimas, no desde un enfoque económico o monetario, sino simbólico.

— ¿En qué consistió?
En devolverles su dignidad, por ejemplo, a través de ceremonias que hicimos para restituir los restos humanos de las víctimas. O en el rescate de los niños soldados [de Sendero] del Vraem. Todo eso pesó mucho y la cancillería, haciendo un gran trabajo, supo ponerlo en relieve.

— ¿Su elección es también un reconocimiento a la justicia peruana?
Es un reconocimiento a todos los logros judiciales del Perú en materia de graves violaciones a los derechos humanos. Nuestra experiencia es inédita en el mundo. Lo que expusimos no tuvo comparación con lo que dijeron otros competidores.

— ¿Qué experiencias expuso en su postulación?
Dos principalmente. En primer lugar, el empleo del derecho internacional en casos peruanos, que comenzó con el proceso a Abimael Guzmán y luego aplicado en casos como [Los] Cabitos y El Frontón. Se recogieron experiencias internacionales para sacar adelante esos casos. En segundo lugar, el trabajo con las víctimas para que se reconozca su dignidad y el derecho que tiene la sociedad en saber la verdad.

— ¿Qué tipo de casos verá ahora en la CPI?
De los conflictos que hay en estos momentos están, por ejemplo, los de Libia y el Congo. Casos contra líderes, ya sean políticos o militares, que han arrasado pueblos o acusados de genocidio, donde las víctimas se cuentan por miles, no por cientos. Incluso, hay un caso en América del Sur, del cual no me voy a referir porque puede que llegue a mi conocimiento, pero que todo el mundo sabe de quién se trata.

— ¿Cuándo dejará su cargo en el Ministerio Público?
Vuelvo a Lima la próxima semana. Probablemente me quede hasta los primeros días de enero. El cargo en la CPI es a tiempo completo y por 9 años. Debo residir en La Haya, pero nunca me alejaré del Perú, de ese pueblo que tanto amo, y al que dedico esta victoria, así como a la memoria de mis padres. Y, desde luego, también debo reconocer la labor del fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, quien fue el primero en creer en esta postulación.

— ¿Qué le diría a los jóvenes que sueñan con llegar algún día a la CPI?
Que no desmayen, que se preparen mucho y que crean siempre en los derechos humanos.

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