se ata una, dos y hasta tres veces los zapatos. Su hijo, de apenas 5 años, lo mira y le pregunta por qué se agacha si ese día lleva puesto unos mocasines (que no tienen pasadores). Él no le responde, solo guarda silencio. Era 1992, y el entonces comandante de la policía era uno de los cazadores del terrorista .

“Pasados los años, le conté que lo hacía porque tenía que ver quién estaba detrás de mí. Una forma disimulada de mirar atrás era simular que me ataba los zapatos”, recuerda el hoy congresista, quien lideró, junto al coronel PNP (r) Benedicto Jiménez, el equipo que dio el golpe más certero a Sendero Luminoso.

— Cuando le proponen integrar el GEIN, ¿lo pensó? ¿Evaluó los riesgos antes de aceptar?
A inicios de los 90 estuve en Migraciones, pero mi estadía fue corta. A los pocos meses regresé a la Dircote para investigar el secuestro de Héctor Delgado Parker por una célula del MRTA. Como mi división realizaba seguimientos, mi amigo, el coronel Benedicto Jiménez, me pidió que les diera consejos a los muchachos del GEIN. Entonces, cuando vi las fotos de los seguimientos que realizaban, me di cuenta de que solo había espaldas, y cuando un agente de inteligencia fotografía espaldas es porque tiene temor de ser descubierto. Finalmente, Benedicto me hizo la invitación para integrarme al GEIN, pero le dije que, como yo era mayor que él por dos años, por una situación institucional yo tenía que ser el jefe y me respondió que eso no le importaba. Me dijo: “Sé el jefe, tú y yo pacificaremos el país”. Ante ese gesto de grandeza, acepté y comenzamos a trabajar en la operación Isa, ahí golpeamos a la instancia política de Sendero Luminoso.

— ¿La captura de Abimael Guzmán fue mérito exclusivo del GEIN?
El equipo operativo era exclusivamente del GEIN.

— Entonces, el mérito de la caída de Guzmán es solo de ese grupo…
Creo que sería sumamente mezquino quitarle méritos al gobierno de turno. El GEIN fue creado en el primer gobierno de Alan García, pero en junio del 90. Cuando se produjo el relevo presidencial conocí a Jaime Yoshiyama, quien en ese tiempo era ministro de Transportes y Comunicaciones. Le pedí una cita, porque el GEIN quería poner a un vigilante en una posta médica, pero el director de ese centro no nos dejaba. Él llamó al ministro de Salud y pudimos tener vigilancia en ese lugar. Otro día fuimos a su casa con Benedicto y ahí estaba Santiago Fujimori, entonces asesor del presidente Alberto Fujimori. Santiago me llamaba constantemente para preguntarme si necesitaba algo para combatir al terrorismo. Nos dieron 35 vehículos para el GEIN, pero el comando de la Dircote solamente nos entregó cuatro.

— ¿El resto de los vehículos a dónde fue a parar? ¿Al SIN?
A la Dircote, no al SIN. Solo cuatro fueron para nosotros. A Santiago Fujimori le contamos los problemas que teníamos, que son similares a los de hoy, que cuando atrapas a un delincuente y lo pones en manos de la fiscalía y del Poder Judicial, al poco tiempo sale. Entonces, el gobierno modificó la ley de arrepentimiento, que fue una ayuda valiosísima porque le permitía al terrorista, pese a ser culpable, encontrar una rebaja de pena a cambio de entregar información. Cuando capturamos al director de la academia César Vallejo [Luis Alberto Arana Franco], le propusimos que sería postulante a esta norma. Él nos dio información que, finalmente, tras un trabajo de investigación, nos llevó a la casa donde estaba Abimael Guzmán.

— ¿Antonio Ketín Vidal, ex jefe de la Dircote, fue un obstáculo para el GEIN?
Hubo crispación, pero sería mezquino decir que él fue un obstáculo. Lo que ocurre es que él quería crear sus propios equipos de inteligencia, porque el GEIN fue iniciado años antes. Vidal no quería compartir [recursos ni reconocimientos].

— ¿Por qué ni Fujimori ni Montesinos supieron de la operación de captura de Abimael Guzmán?
Porque nunca supieron cuándo íbamos a dar el golpe. ¿Por qué? Porque teníamos que encontrar el momento oportuno para incursionar. Siempre nos preparábamos y coordinábamos con el Ministerio Público, porque la orden era: “Si no capturamos al terrorista Guzmán, tenemos que capturar sus huellas”. Por eso en todas las incursiones del GEIN siempre se contó con fiscales presentes.

— ¿Cuándo deciden ingresar a la casa donde fue capturado el terrorista Abimael Guzmán? ¿Un día u horas antes?
Al inicio, en la casa solamente se observó a [los terroristas] Maritza Garrido Lecca y Carlos Incháustegui y a madres de familia con sus niñas, porque al interior daban clases de ballet. Pero el martes antes del día de la operación, que fue el sábado, hubo un gran apagón en Lima, un apagón producido por Sendero Luminoso. El agente que vigilaba narró, en ese momento, que “en esta noche oscura en la azotea de la casa se encuentra la ‘Lola’ [Garrido Lecca] y unos pasos atrás el ‘Lolo’ [Incháustegui], quien se le acerca por detrás con malas intenciones”. Él le quería dar un tono erótico a su informe, cuando de pronto interrumpió y con otro tono de voz advirtió que en el segundo piso de la casa se había encendido una vela o un encendedor. Ese día supimos que alguien más vivía en esa casa y Benedicto me dijo que la hora de golpear había llegado. Teníamos cinco o seis meses de vigilancia.

— Al momento del apagón, ¿el GEIN ya había revisado la basura que salía de esa vivienda?
Sí, pero teníamos dudas de que la basura fuera de esa casa, podía existir la posibilidad de que la trajeran de otro lugar. Nosotros vigilábamos 15 casas y al final determinamos que en tres de ellas podía estar Abimael Guzmán. Reforzamos la seguridad en las viviendas de Balconcillo, La Molina y Los Sauces [donde fue hallado]. Benedicto Jiménez planteó la intervención de las casas de manera escalonada, si la primera era de Sendero Luminoso, las otras también. Íbamos a dar el golpe el sábado a la 1 de la mañana, pero le dije a Benedicto que los agentes estaban cansados y que lo mejor era seguir al día siguiente. Mi personal se quedó ese día en las oficinas en vez de ir a sus casas a descansar. Cuando llegué, les bromeé si los habían botado de sus casas, pero ellos me respondieron que no, que se quedaron porque no querían perderse el momento. Había emoción, mística y deseo de obtener buenos resultados para el Perú, queríamos pacificar el país. La captura de Abimael Guzmán no era el objetivo, era parte de lo que teníamos que lograr para pacificar el país.

— Usted dijo que la desactivación del GEIN “frustró la pacificación del país”. ¿De quién o quiénes es esa responsabilidad?
Hubo mucho egoísmo, porque no nos dejaron trabajar ya en el GEIN. Por ejemplo, la captura fue en setiembre del 92 y en enero del año siguiente ya me habían cambiado para ser jefe en Lambayeque…

— ¿Y quién fue responsable de eso?
Ketín Vidal. ¿Por qué? Porque hay un hecho: a mí me acusan de vender el video [de la captura], pero ese video yo se lo entregué en la mano a Vidal a la 1 a.m. del domingo y dos horas después ya estaba en Univisión. Él se lo había entregado a una periodista. Por ese video a mí me sancionaron con ocho días de arresto de rigor, que al día de hoy aún figura en mi legajo por negligencia en la seguridad de documentos. Pero, al ser Vidal mi jefe inmediato, me dio una orden y esa fue la entrega del video. ¿A tu jefe inmediato le haces firmar un cargo? No, ¿verdad? Él era el director [de la Dincote] y yo un simple comandante.

— La captura de Abimael Guzmán se produjo sin derramar sangre. ¿Cuál es su opinión sobre el grupo Colina, cuyos integrantes purgan cárcel por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta?
La diferencia [entre ellos y nosotros] es clara: los integrantes del GEIN, como policías, somos respetuosos de los derechos humanos. Si por presión política vas a desviar tu actuación hacia lo negativo, entonces dejarás de ser policía y te convertirás en un delincuente. Este gobierno también tiene sus equipos de inteligencia [contra el crimen organizado], los deben dejar trabajar y no debe haber injerencia. La injerencia política malogra al policía.

— ¿Y el GEIN tuvo algún tipo de injerencia o presión?
Nunca, y debo decir que nosotros cada 15 días le dábamos cuenta a Vladimiro Montesinos en el SIN, pero jamás nos dijo que fuéramos por la vía alterna o que siguiéramos a fulano o mengano.

— Recientemente, el ministro del Interior, Carlos Basombrío, afirmó que el terrorista Abimael Guzmán dirige al Movadef desde la cárcel. ¿Es Sendero Luminoso aún un peligro para el país? ¿Por qué?
Totalmente. Es cierto que Abimael Guzmán está dirigiendo el Movadef. ¿Qué es lo que propugnan el Movadef o el Fudepp? La defensa del ‘pensamiento Gonzalo’, y no se trata de una idea de una persona a la que llaman ‘Gonzalo’, es toda una doctrina de violencia para conquistar el poder.

— ¿Qué sensación le deja que Abimael Guzmán todavía tenga seguidores a 25 años de su caída?
Siempre hay gente ingenua. El proceso de la escuela popular [de Sendero Luminoso] es sumamente peligroso. Por ejemplo, la academia César Vallejo recibía a estudiantes de todo el Perú y los mejores eran separados en un salón. Luego los llevaban al Parque Universitario o al Parque de las Leyendas, donde ‘coincidentemente’ se encontraban con estudiantes universitarios que ya pertenecían a Sendero Luminoso. Al final de toda esa conversación, llegaban a la conclusión de que la rebelión se justifica y que para llegar al poder hay que recurrir al fusil.

— ¿Al Movadef se le debe combatir de manera política o policial?
Le recuerdo que en 1982, con un Ayacucho convulsionado por el terrorismo, algunos decían que los terroristas eran abigeos. Y cuando tomaron la cárcel de Huamanga, recién el presidente Belaunde decretó el estado de emergencia. Los generales Huamán Centeno y Clemente Noel le advirtieron al presidente que ellos como militares podían usar las armas, pero para luchar contra el terrorismo se tiene que dar una guerra integral, principalmente política. Lo mismo diría en los tiempos actuales, porque el Movadef lo que pretende no es tirar dinamita por ahora, lo que pretende es acumular fuerzas, y una vez que las tengan darán el gran salto de una organización semilegal a una terrorista.

— ¿Por qué cree que la herencia negativa de Guzmán aún permanece?
Él mismo lo dijo, lo que está acá [se lleva los dedos a la cabeza] no muere. Ese hombre está envenenado con la violencia y hacia eso orienta todo su esfuerzo.

— ¿Cuáles fueron sus razones para sumarse al fujimorismo?
Soy fujimorista porque estoy vivo. Fui rehén del MRTA durante 126 días. Cuando les preguntaba a mis hermanos rehenes qué harían si fueran el presidente, si serían capaces de dar la orden del rescate, la mayoría tenía una respuesta negativa, porque era sumamente peligroso. Pero este señor Fujimori tuvo la valentía y el coraje de dar la orden, y por eso estoy vivo. De ahí viene mi acercamiento y admiración por el ex presidente Fujimori. Pasaron muchos años y en el 2010 me invitaron a ser parte de Fuerza 2011. En ese momento les dije por qué se habían demorado tanto.

— Fujimori está condenado no solo por la matanza de Barrios Altos y La Cantuta, sino también por corrupción. ¿No tiene ninguna crítica contra él?
Creo que el error de Fujimori fue confiar demasiado en Montesinos. Montesinos, como lo demuestra toda su trayectoria de vida, es un traidor con los que han mantenido una relación con él. Ese fue el error más grande del ex presidente.

— ¿Qué tipo de mitos o historias se cayeron con la captura de Abimael Guzmán?
Más que mitos, una realidad: él se creía un mesías. La captura de Abimael Guzmán es el inicio de la pacificación del país, porque él no dejó a su reemplazo. Nosotros no solo capturamos a una persona, hemos capturado a toda la dirigencia y esa dirigencia ya no tenía reemplazos. Por eso los únicos que quedaron fueron los del Huallaga.

— ¿Se siente un héroe de la democracia?
No, no me siento un héroe, me siento un peruano que en los puestos en los que ha estado ha cumplido con su deber.

Mira más sobre los 25 años de la captura de Abimael Guzmán en el especial de El Comercio: