El dólar sigue bajando y el BCR, para pararlo, sigue comprando esa moneda. Esta viene siendo la historia del tipo de cambio en nuestro país desde hace ya buen rato. Y es una historia que alarma a muchos. Por no ir muy lejos, la semana pasada la Asociación de Exportadores (ÁDEX) reveló que durante el año pasado 2.465 microempresas y pequeñas empresas exportadoras habrían salido del mercado debido principalmente a la caída del tipo de cambio. La información es preocupante, ya que ese número representa alrededor de un 30% de las empresas exportadoras existentes.

Así, desde hace buen tiempo el Banco Central de Reserva compra dólares casi diariamente para evitar su caída, al punto que hoy tenemos las reservas más altas de América Latina en proporción al PBI. Adicionalmente, para frenar la caída del dólar, el ministro Castilla ha anunciado que el MEF adquirirá 4 mil millones de dólares en el mercado para prepagar deuda y otros fines.

El peligro es que con tamaña inundación de moneda extranjera, la capacidad de compra del gobierno eventualmente será insuficiente para aguantar la caída del tipo de cambio. Esto porque la Reserva Federal Norteamericana está inmersa en un programa de emisión monetaria descontrolado e interminable, y que tiene como efecto colateral llenar al resto de países con su moneda. A eso, además, se le suma la emisión que planea hacer el Banco Central Japonés para “despertar expectativas inflacionarias” en su economía en deflación. En esta situación, seguir recurriendo al mecanismo que se ha usado hasta hoy para resolver el problema equivale a tratar de solucionar una tremenda inundación de-saguando con una taza.

No obstante, existe un remedio para todo esto: aumentar la productividad de los negocios. La razón es que las mayores ganancias que generarían empresas que fuesen más productivas podrían compensar las pérdidas por la caída del dólar.

Algo de esto ya ha estado sucediendo. A pesar de la caída del dólar, según Aduanas en el 2013 el número de empresas exportadoras pasó de 7.985 el 2011 a 8.146. Además, entre el 2002 y el 2011, en términos de volumen (toneladas) nuestras exportaciones no tradicionales han crecido en 222,% mientras que las tradicionales aumentaron en 90%.Lo que ocurre es que la productividad de nuestra economía ha venido aumentando a una tasa mayor que la caída del tipo de cambio. Esto ha permitido que, pese a recibir menos soles por cada dólar exportado, los ahorros obtenidos en el proceso productivo hayan hecho posible que las operaciones sigan siendo rentables.

Pero esto último podría estar llegando a un límite para algunos rubros no tradicionales. De hecho, el año pasado las exportaciones no tradicionales en su conjunto crecieron ya no alrededor de un 20% o más, sino algo menos de 10%.

Ante esto no queda sino poner el pie a fondo en el acelerador de todo aquello que sirva para aumentar nuestra productividad. Lo primero es el mejoramiento de la infraestructura para reducir el costo logístico de las exportaciones que en el Perú es 32% del valor total del producto exportado. Este porcentaje es de los más altos en el mundo según el Banco Mundial (no es casual que seamos uno de los últimos países en el mundo en calidad de puertos según el índice de competitividad del Foro Económico Global). Así, hay que empezar a concesionar puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles a un ritmo veloz, en vez de con la modorra que hoy nos caracteriza.

Por otro lado, la Ventanilla Única de Comercio Exterior no logra todavía abarcar todos los trámites, en parte debido a diferencias de desarrollo entre las distintas entidades que participan, a la falta de personal capacitado y a la resistencia de los funcionarios al cambio.

Es vital, asimismo, aumentar la flexibilidad laboral. Sin ella, no podremos aspirar a exportar cada vez más valor agregado. Hoy hasta la Francia socialista y el PRI de México han llegado a un acuerdo en esta materia.

Necesitamos, en fin, tomar medidas urgentes en estos campos pues el Estado no podrá seguir comprando dólares por siempre. De no hacerlo, la inundación de moneda extranjera puede terminar ahogando a nuestras promisorias exportaciones.