El Frente Amplio está Maduro, la columna de Erick Sablich
El Frente Amplio está Maduro, la columna de Erick Sablich
Erick Sablich Carpio

La renuencia a condenar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro ha mostrado al más consolidado que nunca. Por una vez, sus líderes han dejado sus discrepancias y disputas internas para mostrar ese viejo anhelo de algunos: la unidad de la izquierda. 

La ambigüedad, permisividad o abierta simpatía por la dictadura chavista exhibida por sus representantes en la pasada campaña electoral, empezando por la ex candidata presidencial Verónika Mendoza, ya era un indicador de que en cuanto a principios democráticos todos –y todas– en el Frente Amplio son convenientemente selectivos. 

Para condenar la dictadura de Alberto Fujimori aparecen como feroces e indignados opositores (y enhorabuena por eso), siempre memoriosos e implacables. Pero cuando de tomar posición sobre el régimen de Nicolás Maduro (y antes de Hugo Chávez) se trata, sus respuestas transitan del incómodo silencio, en el mejor de los casos, hasta el inexcusable intento de justificación. 

La negativa a firmar una moción de apoyo a Venezuela, suscrita por todas las demás fuerzas del Congreso; sus enrevesadas explicaciones a esa decisión y su actitud hacia la visita del líder opositor venezolano Henrique Capriles solo confirman que algo en el ADN de este movimiento de izquierda no es ni tan democrático ni tan moderno como pretenden hacernos creer.

Como se puede ver en el plan de gobierno del Frente Amplio, las coincidencias con el “modelo” venezolano no son pocas. Al igual que en los regímenes de Chávez, Correa y Morales, el Frente Amplio pretende aprobar una nueva Constitución para refundar el Estado. Asimismo, cree que los medios de comunicación deben ser regulados y para eso propone la creación de un ente estatal.  En el plano económico, promueve una mayor intervención del Estado, la formación de empresas estatales para los “sectores estratégicos” de su preferencia, el aumento de tributos para todos aquellos que califiquen como “grandes grupos empresariales” y restringir el libre comercio a través de medidas proteccionistas.

El problema congénito de esta agrupación son sus creencias políticas y económicas. En su plan de gobierno, luego de reconocer (al parecer, con resignación) que “la economía de mercado es una realidad planetaria que no puede suprimirse ni reemplazarse por un modelo de economía estatista”, el Frente Amplio explica su visión de gobierno afirmando que “el Estado y las sociedades tienen el derecho y la obligación de regular el funcionamiento del mercado y de promover un patrón de desarrollo nacional ”.

El Frente Amplio no puede repudiar los atropellos del Gobierno Venezolano sin aceptar que los dogmas que subyacen a su movimiento han fracasado, sin abandonar sus principales banderas. Lamentablemente, el Frente Amplio ya maduró y no va a  evolucionar en una izquierda moderna y progresista. Lo de esta semana es solo una constatación más de lo anterior.

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