“Ya basta de irresponsabilidades”, exclamó Martín Vizcarra el miércoles pasado. Su discurso de profesor enojado ya no es suficiente para determinar la inmovilización total de los domingos que se inició ayer y se extenderá por tres semanas. “Hemos notado que las reuniones familiares son fuentes de contagio”, nos dice el mismo que recién se percató en el día 50 del estado de emergencia que la gente se contagiaba en mercados y bancos.
Resulta evidente que la única estrategia del Gobierno es el encierro y las restricciones, pese a que estas no han dado los resultados esperados. Y aquí no se trata de ser ‘doctores en pesimismo’, sino de analizar y evaluar datos y hechos.
El lunes 16 de marzo, en una columna titulada “Contigo Perú”, dijimos que “la medida excepcional, que entró en vigencia desde la medianoche, era necesaria y urgente, pues, tal como lo dijo anoche el mandatario, hace nueve días anunció el primer caso de coronavirus y al momento del mensaje ya sumaban 71 los casos detectados”. Ayer se cumplieron cinco meses desde que se iniciara una de las cuarentenas más severas del mundo, que se levantó parcialmente el 30 de junio.
¿Qué ha pasado desde entonces? Somos el segundo país con la mayor tasa de mortalidad en el mundo por coronavirus. Un informe publicado ayer en este Diario detalló que “con 78 fallecidos por cada 100 mil habitantes, en el mundo solo nos supera Bélgica con 86. Los casos positivos del coronavirus se duplican cada 46 días en el país, según las estadísticas”.
Sin embargo, la respuesta es la misma: los ciudadanos, las familias, los trabajadores, los transportistas, los restaurantes, los bancos, los mercados, todos somos culpables de este desastre nacional, a excepción del Gobierno “que viene haciendo todos los esfuerzos para salir de esta crisis”.
Recordemos que desde el inicio de la cuarentena se advirtió que las pruebas rápidas no eran efectivas porque daban falsos negativos y hacían que el virus se siguiera expandiendo. En el día 151 de la emergencia, la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, admitió que es momento de cambiar la estrategia y pasar a las moleculares, cuando aún no han adquirido ni un millón de pruebas. Esta decisión se toma tras medio millón de contagios y más de 26 mil muertes.
Ni martillo, ni meseta, ni salida por sexo ni curva aplanada. Convenientemente es mejor no acordarse de todas las teorías y discursos con los que el presidente Vizcarra ‘entretenía’ diariamente a una población encerrada, pero ni una palabra de cerco epidemiológico. Multar y coartar, esa es la consigna, por eso ayer el primer ministro Walter Martos sobrevolaba Lima para ‘inspeccionar’ que se cumpla la restricción dominical
La estrategia del miedo y el encierro no solo ha fracasado, sino que ya no funciona. Según una encuesta difundida por “La República”, el 48% de entrevistados le cree “poco o nada” al mandatario cuando lo escucha hablar, y para el 31% Vizcarra y su gobierno vienen manejando la crisis mal o muy mal. La aprobación del presidente sigue en declive. Baja de 66% a 56%.
Efectivamente, presidente, ¡basta de irresponsabilidades! Su estrategia y su equipo han fracasado. Los hechos y los números así lo revelan. Es momento de escuchar a los que saben.