Quién manda a quién en el fujimorismo, por Federico Salazar
Quién manda a quién en el fujimorismo, por Federico Salazar
Federico Salazar

Congresistas de Fuerza Popular han hecho cuestión de estado en el Congreso. Exigen que se trate de inmediato el posible desafuero de cinco de sus colegas.

El oficialismo propuso tratar ese tema el 29 de abril. Es una semana de diferencia. Algunos representantes del fujimorismo, sin embargo, han querido crear un escándalo sobre la materia.

Héctor Becerril, por ejemplo, ha dicho que se trata de una maniobra para completar los votos requeridos para la investidura del nuevo Gabinete. La presentación será el lunes.

Si de urgencias se trataba, se debieron ver, antes que nada, los viajes de algunos congresistas de Fuerza Popular, con dinero del Congreso, para un mitin partidario de la señora Keiko Fujimori.

Ambos casos, sin embargo, podrían esperar y aguardar a la presentación del presidente del Consejo de Ministros.

Hay quienes piensan que el fujimorismo ha creado este escandalete para aminorar el impacto de sus viajes pagados por el Congreso. Otros señalan que el fujimorismo se empeña en restar eventuales votos al ministro Cateriano.

Fuerza Popular puede, a pesar de todo, dar una sorpresa el lunes. Si en bloque o en parte da el voto de confianza al nuevo Gabinete, demostraría una visión de más largo alcance.

La movida de congresistas como Becerril y Díaz Dios podría, en ese sentido, estar más orientada al escenario doméstico del partido. No es imposible que ahí se debatan dos posiciones sobre cómo votar el lunes.

Es difícil saber si hay directivas de solo un sector del fujimorismo. Es claro, en cambio, que las intervenciones de los ‘halcones’ están orientadas a canjear la serenidad por la belicosidad.

En un enfrentamiento con el oficialismo los destemplados del fujimorismo podrían conquistar más fácilmente el apoyo de los atemperados.

Ciertamente, será difícil para Fuerza Popular dar la aprobación al ministro Cateriano. Él ha sido crítico tenaz del fujimorismo y especialmente de Keiko Fujimori. 

Lo que está en juego, sin embargo, es mucho más grande que un cruce de adjetivos. Supongo que la candidata presidencial puede entenderlo, justamente porque debe demostrar una perspectiva de Estado.

No sucede lo mismo con los pequeños ‘halcones’. Ellos no son candidatos a la presidencia, sino a su reelección. Por eso les resulta negocio mostrarse intransigentes y extremos.

Los ‘halcones’ buscan la aprobación de su electorado y quizá de Alberto Fujimori. Eso los afirma en su capital político.

Keiko Fujimori, en cambio, debe ir a la búsqueda de simpatías fuera del fujimorismo. De lo contrario, nunca podrá pasar la barrera de la segunda vuelta.

Ella se enfrenta, así, nuevamente al problema de la dirección de su partido. ¿Será ella o será el ala destemplada la que conduzca el fujimorismo?

La votación sobre el nuevo Gabinete será, pues, la primera de las elecciones del 2016. Tanto en relación con los candidatos presidenciales como en relación con las fuerzas internas de los partidos.

No solo el Gabinete se juega la aprobación o desaprobación.