¿Qué presidencia buscan Keiko y PPK?, por Juan Paredes Castro
¿Qué presidencia buscan Keiko y PPK?, por Juan Paredes Castro
Juan Paredes Castro

Hay un viejo y maligno entretejido de fondo en el poder presidencial, del que y no quieren hablar ni menos enfrentarlo, pero que encierra, potencialmente, la suerte del futuro gobierno, al margen de quién gane la elección del 5 de junio.

La gran pregunta a la que no han respondido hasta ahora los candidatos presidenciales es si de llegar a la presidencia sabrán separar las funciones de Gobierno de aquellas otras de Estado, por mayor eficiencia y mejores resultados de las acciones del día a día, y por políticas de largo plazo que necesitan de un amplio espacio de pactos y consensos.

Esto pasa por saber si la señora Fujimori o el señor Kuczynski serán capaces de dejar que el primer ministro que designen asuma el gran peso de la administración gubernamental, dejándole propiamente a ella o a él, el otro gran peso, necesario e imprescindible: el de hacer Estado, cosa que muy pocas veces se ha intentado a lo largo de la historia.

De otra manera vamos a tener de vuelta el espectáculo frecuente del presidente de turno inaugurando esto o aquello que con más derecho y conocimiento de causa le correspondería inaugurar a un ministro, o perdiendo tiempo en discursos populacheros en lugar de emplearlo en impulsar reformas de largo plazo.

No es posible que la Presidencia del Consejo de Ministros haya terminado, estructuralmente, como playa de estacionamiento de un sin número de organismos supuestamente descentralizados, y , lo que es peor: como matasellos de infinitas resoluciones que bien podrían restringirse a los mandos ministeriales, viceministeriales o direcciones sectoriales.

Tampoco la PCM puede ser el ala lateral del poder que la primera dama Nadine Heredia usó de facto durante largo tiempo, como si se tratara del segundo despacho presidencial. Keiko Fujimori sabe lo que fue la PCM en el gobierno de su padre y Kuczynski ha pasado por el cargo durante el gobierno de Toledo. Ambos no ignoran entonces lo que tendrían que hacer para reivindicarla.

El poder presidencial tiene que ser pues una garantía integral de gobernabilidad democrática del país, con roles administrativos y de Estado muy bien definidos, incluidos los enlaces eficaces con los demás poderes, que hoy no existen; y con un mando claro de autoridad sobre los gobiernos regionales que no deben confundir su autonomía legítima con cancha libre para el dispendio de los recursos fiscales ni pretexto fácil para trasladar las papas calientes propias al Ejecutivo central.

Frente al más grave de los males, el de la inseguridad interna, más que estrategias policiales y de gobierno necesitamos una Jefatura de Estado, que no esté colgada de la brocha, como hasta hoy.

¿Qué piensa hacer la señora Fujimori o el señor Kuczynski  para extirpar ese maligno entretejido de fondo de la estructura presidencial? Necesitamos saberlo, porque de lo que cada cual haga o deje de hacer dependerá el éxito o fracaso de sus planes de gobierno, que no incluyen, precisamente, el manejo del poder.

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