"A río revuelto...", la columna de Diana Seminario
"A río revuelto...", la columna de Diana Seminario
Diana Seminario

En situaciones extremas, el pueblo muestra su rostro más solidario, y a otros se les cae la careta. Desgraciadamente, nuestro país vive uno de los peores desastres naturales que se recuerde, y aunque toda ayuda es loable, también hay quienes en medio de la tragedia miran de reojo el rédito político que esta pueda traerles.

Por ejemplo, en las redes sociales “está prohibido” criticar cualquier error del Gobierno en su trabajo en medio de la crisis. Es loable el despliegue del Ejecutivo en asistir a quienes lo han perdido todo, pero eso no los hace perfectos ni intocables. El mensaje es: “Si no tienes nada bueno que decir, cállate”, todo un reto a la tolerancia y a los modales democráticos.

La búsqueda solapada de réditos políticos no es exclusiva de los ayayeros del régimen que no ocultan sus deseos de que el Gobierno salga “fortalecido” de esta situación, y que la lluvia también chorree unos puntitos a la alicaída popularidad presidencial. La búsqueda del aplauso y la ayuda como estrategia política también toca a la oposición.

La semana pasada hemos visto a posando al lado de la primera dama Nancy Lange, haciendo pública su ayuda. La visita de Kenji a Palacio, donde se acopian las donaciones, se agradece, y así lo ha hecho la esposa del presidente y el titular del Consejo de Ministros, Fernando Zavala. Pero eso no hace que no dejemos de notar las implicancias políticas y nada casuales de este hecho.

Como hemos dicho en reiteradas oportunidades, la política se nutre de gestos, y ver a Kenji posando al lado de Nancy Lange, con el cartel de Una Sola Fuerza, es una clara muestra de que el menor de los Fujimori Higuchi no solo se muestra como solidario, sino como un generador de consensos con el gobierno, alejándose así de su hermana Keiko, a quienes sus críticos la colocan como la “picona” que solo quiere que a PPK le vaya mal porque le ganó.

La foto de Kenji y Nancy recibió el aplauso de los más conspicuos antifujimoristas, para quienes Kenji se pone al lado de “los buenos”.

Sin embargo, hay un detalle: Kenji Fujimori es copia y calco de su padre, su más aplicado alumno; su “hechura”. Qué duda cabe que para papá Alberto ya es el momento de Kenji. Quizá para él siempre fue el momento.

La fría relación entre Keiko y su padre no es un secreto, y ella siempre ha pretendido alejarse de la figura autoritaria del ex presidente, cortando incluso las cabezas de las figuras más emblemáticas del ‘albertismo’.

Resulta, pues, paradójico que quienes combaten el fujimorismo aplaudan ahora a su más puro heredero. Y también es llamativo que los mismos que estigmatizaron a este personaje –sobre todo en los últimos 17 años–, sean los flamantes miembros de su club de fans.

La respuesta del ‘keikismo’ no ha sido nada auspiciosa para las ambiciones políticas de la ex candidata y su imagen de demócrata. Un proyecto de ley que intenta crear una “veeduría ciudadana” para los medios de comunicación, entre otras sinrazones, pone a la bancada de Fuerza Popular al lado de ese ‘albertismo’ del que precisamente quiere desligarse. Nadie sabe para quién trabaja.

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