Sumas que restan, la columna de Erick Sablich
Sumas que restan, la columna de Erick Sablich
Erick Sablich Carpio

A pocos días de que el grupo de trabajo encargado de preparar de manera multipartidaria una propuesta integral de culmine su mandato, el Ejecutivo decidió lanzar con bombos y platillos un proyecto propio sobre el mismo tema. Más allá de las buenas intenciones, no obstante, observamos más de un problema en la iniciativa.

Primero, una vez más se aprecia que entre el Ejecutivo y su bancada no existe mayor comunicación. Lo normal hubiese sido que los planteamientos del Gobierno se encauzaran a través del congresista Gilbert Violeta, para lo cual los ppkausas contaron con aproximadamente ocho meses desde que este se instaló.

En cuanto a formas políticas, proponer el proyecto cuando al grupo que preside la congresista fujimorista Patricia Donayre le queda una sesión de trabajo y debe presentar su informe el 10 de mayo es desafortunado. En este plazo la comisión no debatirá la iniciativa. Tampoco ayuda que Donayre se haya enterado de los hechos viendo la conferencia de prensa del primer ministro, lo que denota graves falencias de tacto político en la PCM, últimamente menos preocupada por las relaciones con Fuerza Popular.

Si hablamos de prioridades, sin duda se trata de un asunto relevante, pero, considerando que además del grupo congresal existen propuestas de instituciones como Transparencia y el JNE, el esfuerzo es redundante. Queda la sensación de que el Ejecutivo compite por el protagonismo de un asunto que ya viene siendo discutido con amplitud cuando podría concentrarse en otros temas no menores como la inseguridad ciudadana o la reconstrucción nacional...

Si vamos al análisis del proyecto, las cosas no mejoran en demasía. Dentro de lo positivo, está la propuesta de que la UIF acceda al secreto bancario de los aspirantes a cargos de elección popular y que se levante la restricción a la difusión de encuestas hasta un día antes de los comicios.

Sin embargo, el texto está plagado de disposiciones arbitrarias y lejanas a la realidad que imponen cargas y obligaciones que nuestros precarios partidos no van a poder cumplir. La mayor parte sancionadas sin ninguna noción del principio de gradualidad con la cancelación de sus registros: si un partido opta por no participar en una elección o quiere retirarse para dar sus votos a otra, o no se dio cuenta de que una empresa con menos de tres años de existencia le aportó cinco mil soles (o no los bancarizó), o si se le pasó por un día el plazo para presentar un reporte a la ONPE, entre muchas otras, pierde la inscripción.

Contradictoriamente, se propone reducir de forma sustancial el número de firmas para inscribir un nuevo partido, para seguro beneplácito de algunos candidatos del último proceso electoral.

En suma, un proyecto que nos recuerda que a veces en la vida hay sumas que restan.

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